Andanzas de una psicóloga española en Colombia

En nuestro país, muchos jóvenes tienen la necesidad de emigrar para obtener una oportunidad laboral. Los principales destinos son los europeos pero yo decidí algo diferente.

30 SEP 2015 · Lectura: min.
Andanzas de una psicóloga española en Colombia

En tiempos de crisis, en nuestro país, muchos jóvenes tienen la necesidad de emigrar para obtener una oportunidad laboral. La mayoría, decidirá irse a algún país europeo como Inglaterra, Alemania, Suiza o Francia. Tendrán que lidiar con los hándicaps de idioma o cultura pero parece que aparentemente no habrá muchas más dificultades.

Yo decidí ir a Medellín (Colombia), me surgió la oportunidad de trabajar allí como psicóloga y puedo afirmar que probablemente es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Ya os podréis imaginar que siendo española fue una decisión tomada a "contracorriente". ¿Por qué a contracorriente? Pues, por el miedo fundado o no por nuestros numerosos medios de comunicación. Sobre todo, días previos a mi vuelo hacia Medellín. Hoy por hoy, mis conocidos, familiares y amistades españoles, siguen mirándome incrédulos cuando comento mis "chéveres" hazañas en "Tierra hostil".

Desde el prisma profesional, como psicóloga, observé grandes personas, con historiales muy dolorosos por la situación vivida en el país y por sus escenarios individuales. Podría escribir muchísimo sobre ello, pero me voy a centrar en mi vivencia allí y en lo mucho que he aprendido de esas "Grandes Personas" de Medellín.

Un dato curioso y sorprendente para mí, que os adelanto, es que, ellos, mis pacientes, con tanto acumulo de sufrimiento, son los que te encuentras en el metro con su mejor sonrisa. Cuando entra una persona mayor al vagón o una mujer embarazada, da igual que sea un joven de un estrato muy bajo o que sea muy alto, para "colaborar", como pronuncian allí a ayudar, todos están dispuestos. Mi percepción de Medellín es que parece que ya nacen con una sonrisa de amabilidad y en pro de ayudar al otro. Es la cara de una moneda que me gustaría que pasara fronteras además de la que me llegó a mí antes de conocer este magnífico territorio en persona.

Más datos curiosos

Otro dato curioso aunque no tan humano, del metro, es que no hay ni una pintada. Hay normas explicitas e implícitas que se cumplen al 100%, una de ellas es la higiene. Allí algunas personas la consideran desmesurada porque gastan mucha agua en lavar. Te puedes encontrar hombres, a diario, lavando hasta los motores de sus "carros" o detenerse su jornada laboral en medio de la calle, para lavarse los dientes.

Otro dato que a mí me llamó la atención es la inversión estatal que se hace en educación, en universidades, bibliotecas, en programas de intervención social y ambiental. Conocí personas preparadísimas en contra de los prejuicios sobre la formación que se imparte allí. Me dieron la oportunidad de formarme con ellos en un curso de problemática social de dos semanas que me aportó muchísimo. Yo, en ese espacio, era la única inmigrante y me hicieron sentir muy integrada. Me encanta cuando su forma más despectiva de referirse a nosotros es "la españoleta". Por lo general, nunca tienen una palabra ofensiva en su vocabulario. He de decir que esto último, para hacer terapia y sacar sus conflictos internos, no ayudaba mucho.

Continúo haciendo un barrido por mi mente y mis vivencias en este país, y me sigue apareciendo la palabra "Altruismo", en letras grandes, en cursiva, negrita, subrayada.. Hablo de personas que no tienen casi para comer pero siempre encuentran en su bolsillo unas monedas para dar a alguien en peor situación que él/ella de inferior estrato, o a una indígena que está pidiendo por la calle con sus bebés siempre descalzos.

Me llamó la atención, la vida de estas mujeres con sus bebés, me imagino que en su mente estará escrito el concepto de lo que llamamos Carpe diem. Estas señoras de cultura indígena aparentemente no aspiran a otro tipo de vida, se conforman con lo que conocen. No tiene bienes materiales pero parece que tampoco los necesiten. También aparentan no ser muy sufridoras, las encuentras en cualquier punto de la calle haciendo pulseritas y/o pidiendo "platica" y casi siempre con una sonrisa en su rostro dibujada.

¿Sabéis? Me sobrecojo al pensar en los pacientes y amistades magníficas que he conocido allí, me encantaría que leyeran esto como símbolo de agradecimiento. Muchos de ellos, a pesar de haber vivido una situación tan dura de guerrilla, sacan fuerzas sobrehumanas para sobrevivir y levantar un precioso lugar, Medellín. Rico en cultura, paisajes y fauna, comunicaciones públicas infinitas, y un modo de vida muy generalizado en el que dan una gran cabida a la fe.

De momento os cuento esto, por si hay personas que como yo, sólo les había llegado información negativa de Colombia, para que se amplie un poco esa visión.

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Escrito por

Amanda Pacheco Cerdán

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