Aprender a manejar los conflictos en la vida de pareja

¿Cuáles son las cosas que hacen peligrar realmente las relaciones de pareja? ¿Son las grandes crisis matrimoniales o las minúsculas miserias de cada día?

Estudios recientes indican que las pequeñas cosas cotidianas ponen mucho más en riesgo la existencia de la vida en pareja que los grandes problemas. Cuántas veces hemos escuchado cosas como: mi pareja nunca habla, no me escuha ni me entiende, deja toda la ropa tirada, no ayuda para nada con la limpieza de la casa, no se preocupa por ahorrar, no se involucra con los niños, etc., etc.,... Son estas vivencias del día a día y los conflictos que van surgiendo los que van minando el interés y pueden acabar por destruirla si no sabemos gestionarlos adecuadamente.

Casi todas las parejas aceptan que las discusiones se inician por verdaderas tonterías. Y, aunque son una serie de roces diferentes cada día, casi siempre vamos encontrando los mismos fantasmas rondando en cada una de ellas, repitiéndose y repitiéndose un día tras otro. Y así, vamos anotando sin darnos cuenta en el “debe” de nuestra relación todas esas pequeñas “cosillas” que nos van doliendo y que a la menor oportunidad empezamos a echarnos en cara constantemente.

Si ponemos las cosas en claro, llegamos a la conclusión que los problemas de pareja nunca son cosa de uno solo, son siempre problemas de dos o más de dos, si incluimos a los fantasmas de cada uno. Muchos vienen a terapia buscando que “arreglen” al cónyuge, como si el problema pudiera ser de uno solo (siempre es el otro el que debe cambiar pues esto es lo que resulta más cómodo), pero en realidad el paciente no es sólo uno de los dos miembros sino la pareja como entidad completa.

Realmente nadie nos ha enseñado cómo funcionar en pareja: nadie nos dijo que hay que aprender a aceptar la presencia íntima de un "otro", a entender las diferencias entre tu y yo (lo que para ti es “lo normal y lo habitual” para mi es distinto, no compartimos los mismos significados) y a poder detectar cuáles son nuestros propios fantasmas que boicotean nuestro proyecto de vida en común.

Las estadísticas nos dicen que las personas que viven en pareja (siempre y cuando ésta sea satisfactoria) viven más y mejor, mantienen una mejor salud física y mental pero cuidado, esto no significa que ésta forma de vivir la vida esté exenta de conflictos y dificultades que requieren de nuestra atención y de nuestro trabajo. Así que no queda más remedio que ponernos a trabajar, las relaciones se construyen con amor, con esfuerzo, con voluntad de ir aprendiendo habilidades ya que el amor es una condición necesaria pero no suficiente para que la pareja sea satisfactoria.

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