Control de la agresividad e impulsividad

Los esquemas cognitivos o pensamientos (el mundo es agresivo), interpretan la realidad, y disparan las correspondientes reacciones conductuales y emocionales.

29 JUN 2015 · Lectura: min.
Control de la agresividad e impulsividad

El comportamiento agresivo y el control de los impulsos, pueden explicarse y tratarse a través del modelo de psicología cognitivo conductual.

Tal modelo permite diseñar estrategias para la modificación de los patrones de conducta violentos y su reemplazo por estilos de afrontamiento más eficaces y adaptativos.

Partimos de la definición de conducta agresiva (física o verbal) como el daño intencional a otras personas, no consentido libremente por la otra persona. La ira es una respuesta emocional a ciertos estímulos o situaciones, que va ligada a los comportamientos agresivos.

Las emociones son respuestas biológicamente determinadas que preparan al organismo para la acción. En el caso de la ira, la activación fisiológica y la vivencia subjetiva de rabia o enojo predisponen al individuo para el ataque o la lucha, por lo cual los comportamientos agresivos resultan más probables.

Los esquemas cognitivos o pensamientos (el mundo es agresivo), interpretan la realidad, y disparan las correspondientes reacciones conductuales y emocionales (por ej.: ira, agresión, evitación…).

La identificación de los supuestos básicos del paciente (creencias generales del tipo: "la gente es falsa y malintencionada") y de las ideas específicas que derivan de ellas (pensamientos puntuales mediante los cuales interpretan su experiencia cotidiana, por ej.: "está simulando...", "me quiere engañar...", etc.), así como la interpretación concreta de las situación (con ideas como: "no puede ser", "no puede hacer eso", "no le importa molestarme", "no puedo tolerarlo", "no lo acepto", "siempre lo mismo"...) permite elaborar estrategias personalizadas de modificación de los pensamientos y de las conductas.

Ahora bien, la irritación o enojo que se genera al interpretar de forma sesgada los acontecimientos vitales conlleva un impulso hacia el comportamiento agresivo, pero no siempre desemboca en la expresión violenta de tales sentimientos, además de ello, el sujeto debe creer que la agresión es la estrategia más adecuada.

Lo que el sujeto piensa sobre la agresión y su conveniencia puede disparar la conducta agresiva con preferencia a otras estrategias de afrontamiento.

Si los pensamientos sobre la conducta agresiva son del tipo, "el autocontrol es señal de debilidad" o "las opciones son callar o explotar", existe más probabilidad de la conducta agresiva.

La terapia se dirige a los tres ámbitos que participan en el desarrollo de la agresividad:

Ámbito del comportamiento

La terapia consiste en promover el aprendizaje de conductas alternativas para el manejo de las frustraciones y los conflictos interpersonales. Para ello se potencia el desarrollo de habilidades sociales como la capacidad para plantear desacuerdos, formular pedidos asertivamente, responder a las críticas y poner límites en formas socialmente aceptables, que permita al sujeto manejar situaciones adversas mediante herramientas de comunicación y negociación diferentes de la agresión.

Ámbito cognitivo

La terapia fomenta la detección de las ideas irracionales de respuesta agresiva, para su control a través de una reestructuración cognitiva apuntando al desarrollo de ideas y expectativas más realistas.

Ámbito emocional

La terapia favorece el aprendizaje de hábitos adecuados para la expresión de emociones negativas, la relajación y desactivación fisiológica.

Conclusiones

La terapia consiste en una experiencia de aprendizaje activa en el curso de la cual el paciente interactúa con su terapeuta y su entorno y desarrolla esquemas de pensamiento más racionales.

Disminuye así su sensibilidad y susceptibilidad a los sucesos que disparan sus respuestas agresivas, y se reduce la activación de su tendencia a la lucha y el enfrentamiento.

Al mismo tiempo, la terapia promueve el desarrollo de nuevas estrategias para el afrontamiento de sucesos adversos y frustraciones, las cuales se espera que obtengan un mayor reforzamiento social y un aumento de la eficacia real y percibida.

PUBLICIDAD

Escrito por

Javier Recuero

Ver perfil
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre terapia y psicología

PUBLICIDAD