Control de la ira

La ira, como el resto de emociones, cumple una función adaptativa: nos ayuda a defendernos cuando nos sentimos atacados. Sin embargo...

28 ENE 2016 · Lectura: min.
Control de la ira

La ira, como el resto de emociones, cumple una función adaptativa: nos ayuda a defendernos cuando nos sentimos atacados. Sin embargo, cuando su intensidad, frecuencia o duración se disparan puede llegar a provocar problemas expresados en forma de ataques físicos y/o verbales que repercuten en las relaciones sociales, el trabajo o la propia salud.

Las expresiones de ira pueden desencadenarse por elementos diversos: desde situaciones externas en las que la persona se siente amenazada o atacada, hasta situaciones internas al individuo como pensamientos o recuerdos de situaciones pasadas que provocan sentimientos de frustración, indefensión o desesperanza.

Esta emoción lleva consigo una serie de cambios a nivel fisiológico (aumento de la tasa cardiaca, la presión arterial y la tensión muscular), cognitivo (pensamientos de tipo hostil) y comportamental (expresión facial y lenguaje corporal característico, agresiones físicas y verbales…)

En CEINTER trabajamos integrando tres estrategias que intervienen sobre los tres niveles de expresión de la ira (fisiológico, cognitivo y comportamental). La investigación ha demostrado esta terapia como las más eficaz para el control de la ira. Sus componentes son:

La terapia cognitiva: A menudo, la forma de pensar de la persona cuando está enfadada empeora las situaciones. En la terapia cognitiva, los psicólogos ayudan a los pacientes a encontrar formas alternativas de pensar y reaccionar ante la ira.

El desarrollo de habilidades: Aprender comportamientos alternativos a las respuestas agresivas es imprescindible. Las personas con dificultades para controlar su ira pueden beneficiarse de aprender nuevas formas de actuar y comunicarse menos agresivas.

La relajación: Los psicólogos instruyen a los pacientes en una técnica llamada "relajación progresiva" cuyo objetivo final consiste en que éstos sean capaces de relajarse por sí mismos y puedan llevarlo a cabo en situaciones en las que normalmente la ira les provocaría una sobreexcitación fisiológica.

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Escrito por

Yolanda Terrón

Licenciada en psicología clínica con más de veinte años de experiencia en el campo de la salud mental. Especializada en el campo infantil, juvenil y familiar. Diplomada en hipnosis ericksoniana, experta en familias y colaboradora con asociaciones familiares de afectados con diferentes problemas mentales. Actualmente es la directora de Ceinter psicólogos.

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