Depresión y consumo de drogas

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Es antes la enfermedad mental o la adicción? Quizá sea a la inversa...

3 ABR 2014 · Última modificación: 23 OCT 2020 · Lectura: min.
La relación entre la depresión y las drogas

De esta curiosa manera, comienzan muchos de los acertijos y/o preguntas que nos hacemos en nuestra sociedad cuando se trata de discernir sobre las relaciones causa-efecto entre dos variables.

Quizá debamos adentrarnos en las profundidades de la matemática, de la heurística, de la filosofía y de la ciencia para lograr dar solución a muchos de ellos, algo que en este momento, no procede, pues nuestra intención reside en realizar una reflexión acerca de cómo están intrincados e interrelacionados dos problemas cada día más habituales, preocupantes e incapacitantes por los que está pasando la sociedad actual. Y creo que merece la pena “engancharnos a esta reflexión” (sin que sirva de precedente…). Nos estamos refiriendo al trastorno depresivo (comúnmente conocido como Depresión) y de la Adicción (con y sin sustancias, aunque preferentemente, nos referiremos a aquellas en las que hay de por medio una sustancia psicotrópica). 

Relación entre la depresión y las drogas

Cuando hablamos de depresión, todos reconocemos a una persona cabizbaja, desaliñada, desordenada, con gesto triste, enlentecido, incapaz de sonreír, de pasarlo bien, aislada y con un lenguaje vacío, rumiante y repetitivo centrado en “su problema”, el cual, en innumerables ocasiones, ni siquiera sabe cuál es.Lo único que sabe es que “está deprimido”.

Y ¿qué hacemos las personas cuando nos sentimos deprimidas? Simplemente, tratamos de eludir el daño, de acabar con el malestar, la tristeza, el vacío, el dolor emocional… “Existe una gran probabilidad” de que la persona que está sufriendo dicho trastorno del estado de ánimo no logre salir de él por sí misma o ni siquiera con psicoterapia, y necesite recurrir a la medicina (sea cual fuere) de manera pautada por su MAP, especialista psiquiatra, o santeros, sacerdotes, etc., para encontrar alivio, o en el otro extremo del desconcierto, la persona puede decidir automedicarse con sustancias psicotrópicas, fármacos antidepresivos, o cualquier otra suerte de pócimas mágicas, prácticas chamanistas, etc. con tal de aliviarse y acabar con su MAL.

De esta manera, y dependiendo del tipo de tratamiento elegido, unido a una considerable sintomatología negativa en lo que respecta a sentimientos de incapacidad, de soledad, de ineficacia, aislamiento, ausencia de vivencias positivas y agradables, incapacidad para sentir placer (y un largo etcétera) se genera un caldo de cultivo propicio para que aumente considerablemente la probabilidad de desarrollar una adicción o como también es definida por los Profesionales de la Modificación de Conducta, una Conducta adictiva.

Por otra parte, la evidencia clínica y la experiencia en el tratamiento psicológico así nos lo corroboran. Dejémoslo aquí de momento. Hablemos ahora entonces del concepto "adicción". Como ya es sabido por todos, una conducta adictiva o adicción es un problema de salud que afecta de manera evidente e incapacitante a la persona que la sufre o desarrolla, viéndose afectada negativamente de manera global la persona en sus ámbitos psicológico, social, laboral, afectivo, físico, etc. 

¿Por qué tenemos adicciones?

El por qué desarrollamos una adicción podría ser explicado desde varios posicionamientos: de un lado, los posicionamientos médicos, los cuáles se centran en el funcionamiento de las conexiones nerviosas de nuestro Sistema Nervioso, basadas en el aumento de las conexiones sinápticas entre neuronas, de la electroestimulación y de las concentraciones químicas de los distintos neurotransmisores (adrenalina, serotonina, noradrenalina, dopamina, etc).

Según estas diversas teorías existiría una determinación biológica hacia la búsqueda de sustancias psicoactivas que incidirían directamente sobre la química cerebral, reforzando dicha necesidad de búsqueda constante. De otro lado, posicionamientos psicológicos basados en Teorías del Aprendizaje y del Refuerzo contingente a través de la eliminación de estímulos aversivos y de la aparición o consecución de estímulos positivos, aumentando así la probabilidad de aumento de emisión y repetición de dichas conductas reforzantes.

Lo cierto es que la aparición de un trastorno depresivo no da como consecuencia irremediable el desarrollo de una conducta adictiva (consumo indiscriminado de benzodiacepinas, alcohol, tabaco, cocaína, juego patológico, sexo, compras, etc). Lo que es innegable es que el trastorno depresivo lleva consigo la reducción o incluso eliminación de conductas más adaptativas y saludables, tales como, el aseo personal, autocuidado, relaciones sociales, empleo, sexo, nutrición, etc.

Este hecho propicia, a su vez el desarrollo de una serie de creencias negativas sobre sí mismo, sobre la capacidad autopercibida, sobre el mundo y sobre los demás que conllevan mayoritariamente el aumento de cuadros ansiógenos que finalmente suelen “provocar” la tendencia al aumento de conductas no saludables.

Por qué tenemos adicciones

La necesidad de reducir, controlar o finalizar dicha situación ansiógena, angustiosa, etc, propicia que la persona afecta, desarrolle conductas en busca de soluciones hasta que encuentra alguna que lo logra. ¿Quién no se toma un paracetamol cuando le duele la cabeza? ¿Quién no sale a divertirse cuando se encuentra aburrido o se siente sólo? De manera similar, ¿quién no decide salir con amigos cuando se encuentra más bajo de ánimo para tratar de mejorarlo? o algo tan sencillo como ¿quién no se tapa cuando tiene frío? Las personas buscamos soluciones ante situaciones que nos provocan dolor, angustia, temor, ansiedad, etc y pone en marcha mecanismos de subsistencia. Esto es lo realmente importante para nuestra argumentación.Nuestra experiencia laboral nos ha enseñado que las personas con tendencia ansiógena o depresiva, sienten una especial necesidad de automedicarse, una sensación autopercibida de incapacidad para mantenerse en ese estado incómodo, aventurándose a reducirla, sea cual sea el modo, buscando siempre aquellas oportunidades que “mejor les hagan sentir”.

Las sustancias psicoactivas, así como las conductas reforzantes (hacen las veces de aquellas), se convierten así en objetivos prioritarios en su vida.Pero ¿qué ocurre con aquellas personas que presentan un trastorno adictivo en primera instancia? ¿Se trataría de personas “viciosas”? En la actualidad, existen ya diversos estudios que correlacionan de manera clara las relaciones entre adicción y algún tipo de trastorno mental y/o de personalidad que “puede predisponer a este tipo de comportamientos menos saludables”. La adicción puede ser causa de la enfermedad mental, pero también consecuencia. Según afirma el doctor Pedro Ruiz, presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, se encuentran correlaciones con pacientes con enfermedad mental que desarrollan adicción a los fármacos que toman para tratarse de la patología psiquiátrica.

También conocemos que el consumo de cannabis en adolescentes va en aumento, provocando así, gracias a la incidencia de éste en la aparición de síntomas psicóticos, que un número importante de ellos tengan sus primeros encuentros con Cuadros Psicóticos, según palabras del delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín."Al final el concepto es uno. Ambas ocurren en personas predispuestas y se manifiestan unidas antes o después", afirma el profesor Babín.

En otro artículo, el doctor Miquel Casas, del Hospital Val d´Hebron, mantiene que "se pasa fácilmente de las drogas a la patología psiquiátrica y ésta es un factor de vulnerabilidad de las adicciones", poniendo otra vez sobre la mesa la delgada línea entre ambos tipos de patologías y poniendo de relevancia que ambas pueden tener naturalezas similares o interconectadas, resultando poder ser consideradas parientes lejanos…

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Bibliografía

  • DeRubeis, R. J., Siegle, G. J., & Hollon, S. D. (2008). Cognitive therapy versus medication for depression: treatment outcomes and neural mechanisms. Nature reviews. Neuroscience, 9(10), 788–796. https://doi.org/10.1038/nrn2345
  • Davis, J.M., Giakas, W.J., Qu, J, (2011). Should We Treat Depression with drugs or psychological interventions? A Reply to Ioannidis. Philos Ethics Humanit Med 6, 8 (2011). https://doi.org/10.1186/1747-5341-6-8

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