Descubre el niño interior. La mejor manera para crecer.

Cuando observamos a nuestros hijos y / o niños que nos rodean... nos damos cuenta que nacemos llenos de entusiasmo por la vida, curiosidad, espontaneidad y esperanza. Somos auténticos y representamos la ingenuidad y el amor. Con el proceso de socialización empezamos a sentirnos amenazados por el entorno y nos alejamos de aquel niño que éramos. Aprendemos a refugiarnos detrás de una máscara para obtener la aceptación y el amor de los demás.

Cuando la relación con el niño interior es consciente y positiva sentimos que nuestra vida funciona y las cosas se salen bien. Hay un equilibrio entre la parte inconsciente y la consciente; disfrutamos de salud y relaciones satisfactorias con la pareja, los familiares y los amigos. Pero si la relación es inconsciente o negativa se produce una fragmentación interior. La autoestima sufre, somos caprichosos, egoístas, envidiosos... Vivimos con un sentimiento de irrealidad, como si las cosas que pasan en nuestro alrededor "no fuera con nosotros". El niño interior se convierte así con una especie de subpersonalidat que puede llegar a ser más o menos dominante en un momento dado.

Casi todos hemos tenido en algún momento miedos irracionales, nos hemos sentido abandonados o rechazados por los demás. Casi todos hemos vivido situaciones de adicción, dependencia y hemos tenido reacciones difíciles de justificar. O quizás simplemente las cosas nos van mal sin motivo aparente, o creemos tenerlo todo, pero en cambio no somos felices. Puede que nuestro estado de ánimo nos domine, no seamos capaces de enamorarnos de alguna persona que nos trate bien, o ni siquiera sepamos lo que queremos.

En todos estos momentos en los que, de una u otro, nos sentimos desconectados de la vida , tener presente nuestro niño interior es como disponer de un hilo que muestra el camino para salir del laberinto.

Dentro nuestro convive el yo infantil que fuimos y el yo adulto, como dos personas en un mismo cuerpo. El conjunto de actitudes y sentimientos que nos acompañaron en nuestros primeros años de vida y nos hirieron y no supimos manejar, no desaparecen cuando crecemos, sino que toman cuerpo en la figura siempre presente del niño interior.

Por lo tanto, muchos conflictos vitales pueden entenderse como una desconexión con el niño interior. Mejorar la relación con él ayuda a superar situaciones como éstas: si mal interpretamos lo que dicen los demás sentimos celos de nuestra pareja o los amigos creemos que no nos hacen suficiente caso. Tenemos envidia o criticamos a los demás confundimos la separación con abandono, nos sentimos desarraigados, como si la vida fuera por los mayores, no nos cuidamos suficientemente, nos cuesta dar y recibir amor y afecto, nos cuesta aceptar la autoridad, no tenemos una buena relación con nuestros padres, relaciones sentimentales desastrosas, somatización de las heridas interiores a través de la enfermedad.

Recuperar tu niño interior es eliminar la percepción contaminada, elevar nuestro nivel de conciencia y volver al amor incondicional, en definitiva, auto-realizarse.

Propuestas de trabajo

Observar a los niños y disfrutar con ellos conduce de manera directa a revivir nuestra propia niñez. Si nos proponemos imitar algunas de las sabidurías internas quizás mejore nuestra atención. Se trata de disfrutar el aquí y ahora como los niños, que habitan el mundo de la inmediatez. Realizar diariamente alguna actividad socialmente improductiva relaja y facilita el camino hacia el inconsciente.

Las psicoterapias son de gran ayuda para entrar en contacto con los auténticos sentimientos aflictivos, como la ira, el remordimiento, la nostalgia, la depresión, la tristeza y la soledad, proceso que permite revivir, liberar e integrar el niño interior.

Cuando aprendemos que la auto-realización no depende de la respuesta de los demás desaparece la necesidad de mantener el ánimo escondida y protegida detrás de la máscara. Recuperando actividades y actitudes que un día fueron nuestros, regalándonos el tiempo y la atención que nuestra alma reclama, iremos haciendo el camino y sintiendo la plenitud con la que nacimos.

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