Día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Independientemente de si una se considera a si misma "feminista" o no, o de lo que cada una considere que ese término define, lo que si parece evidente es la desigualdad de derechos real y la violencia que, todavía a día de hoy, existen en nuestras sociedades respecto a las mujeres. Partiendo de esta lógica, el "feminismo" no es sólo una "cosa de mujeres". Por ello, cada vez más hombres se unen a las reivindicaciones de estos movimientos.

Una cosa está clara: hoy día 7 de marzo de 2018, no se puede negar la situación precaria a nivel laboral, social, y económico en la que se ven sumidas muchas mujeres.

Para no herir sensibilidades por el uso del término feminista que voy a hacer en este artículo, me voy a remitir a la definición que el Diccionario de la Real Academia Española de La Lengua hace de este término: "Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo". Aunque quizás, lo más correcto sería hablar de "feminismos", ya que en la actualidad son muchos los movimientos que ejercen su lucha bajo este concepto.

Tenemos que remontarnos a los anales de la historia para constatar la precariedad de los recursos y los derechos que han recaído sobre la mujer. Esta situación, se vió promovida por la ley de mercado, que ha condicionado la instauración prototípica familiar fordista, en la que la mujer se encargaba de las tareas domésticas no remuneradas, y el hombre era el encargado de abastecer económicamente el hogar familiar. Así, el trabajo no remunerado de la mujer ha constituido la base esencial para el desarrollo del capitalismo tal y como lo conocemos actualmente. En la actualidad, la familia patriarcal está siendo reemplazada por otro tipo de núcleos familiares (como los que representan las familias monoparentales o homosexuales), pero también es necesario resaltar la situación de mujeres, que abandonan su hogar y emigran a otros países para cumplir de manera precariamente remunerada las funciones de cuidado.

Es, pues, muy fácil observar la necesidad de un cambio radical y relevante a nivel social y cultural del estado de precariedad en que se encuentra la mujer, no solo en los países en vías de desarrollo, sino en los occidentalizados, y sobre las medidas a tomar en cuenta. Es conveniente la reforma de las leyes y el poder que las ampara, así como de las políticas sociales, ya que son las causantes de la discriminación a nivel legal, jurídico y social a que se ven sometidas muchas mujeres. Unas políticas y leyes que, en determinados momentos y lugares del planeta, podrían acabar con la opresión, conseguir su total emancipación y la propia autonomía de las mujeres. Somos nosotras, las mujeres, las que trabajamos en el mercado informal, el mercado ilegal, el mercado "b", el oculto… ¿Para cuando una puesta en marcha real de nuevas políticas sociales en las que las mujeres empiecen a desempeñar papeles, y roles que hoy sólo ocupan los hombres?

Parece que algo está empezando a cambiar, con movimientos como el "Me Too" o el "Time's Up". ¡Vamos por buen camino!

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