Dicen que tienes veneno en la piel

Andan sueltas por ahí. Tu no sabes ni que puedan existir. O lo sabes pero no eres consciente que puedan acercarse a ti. Son personas venenosas. Te las puedes cruzar en la oficina, en el gimnasio, en tu escalera o en tu cama.

¿Qué son las personas venenosas?

Existen para recordarte y reafirmar tus valores, lo que quieres en la vida, lo que no quieres en la vida.  Las hay de muchos tipos. A continuación, se relatan una mezcla de diferentes "venenos". Inicialmente se presentarán de forma impoluta; son encantadoras de serpientes. Te harán creer en promesas, en ilusiones, te devolverán una imagen de ti mismo que no hubieras pensado ni en tus mejores sueños.

Aún así, en tus profundidades, sentirás que algo no "cuadra", que algo no encaja, que no sabes por qué pero te da mala espina. Pero callarás esta vocecilla porque, objetivamente, la persona venenosa se comporta de forma impoluta, contigo y con todos los de alrededor. Finalmente, sucumbirás en sus redes. Aceptarás ser su colega de trabajo, hacerle confesiones, cederás a ser su mejor amiga o incluso a ser su pareja.

Pero seguirás escuchando la dichosa vocecilla. Llegará un día en que esa persona se sentirá realmente dolida por algo que tu habrás dicho, hecho o sugerido. Inicialmente pensarás: "no hay para tanto, ¿no?" pero aquí empezará realmente su manipulación; su juego. Sentirás que la has cagado y te hará sentir mal. Muy pero que muy mal. Finalmente, aceptarás tu error, pedirás disculpas y te quedarás con una sensación extraña que no sabrás explicar y tampoco explicarás.

¿Cómo se comportan las personas venenosas?

Entre tanto, empezarás a observar conductas extrañas, te darás cuenta que la persona venenosa tiene la necesidad de ser el centro de atención, que te sientes poco escuchado a su lado, que todo lo suyo tiene más importancia que lo tuyo… Pero seguirás dando la espalda a la insistente vocecilla.

Habrá una segunda vez en que la persona venenosa no sólo se sentirá indignada por algo que tu has hecho o dicho sino que, para más inri, será esta misma persona quién habrá provocado la discusión. Empezarás a notar que utiliza tus debilidades para sacarlas a la palestra siempre que puede. Empezarás a notar que te tiene envidia en todas tus dimensiones. Empezarás a notar una especie de "machaque" que no puedes relatar objetivamente pero que existe sin lugar a dudas.

Tu te defenderás, argumentarás, contraargumentarás, analizarás… pero no servirá para nada. Al más mínimo descuido, el venenoso-la venenosa, actuará de nuevo. Alternará sus machaques con dosis de encantamiento ideal. De vez en cuando te dirá o hará algo maravilloso que enviará a tu vocecilla al cuarto oscuro.

Pero llegará un momento en que empezarás a vislumbrar sadismo en sus actos y en sus palabras. Y en este momento, ya nada mola. En ese momento, la vocecilla se pondrá roja y gritará: Warning. Y ahí, en ese preciso instante, es cuando tienes que salir corriendo, rápido no, rapidísimo. Porque los venenosos nunca tienen suficiente, siempre querrán más. Menos cuando se cansen de chuparte la existencia; entonces se irán a otra presa… porque de ti ya sólo quedarán trizas… Y si no puedes correr porque el venenoso es tu jefe, tu jefa, tu "colega", no entres en disputa con ellos, contesta monosílabos y, en la medida de lo posible, apártate al máximo de ellos. Los venenosos van por la vida buscando vida. Quieren ser buenos, creativos, disfrutar, sentirse bien… pero no saben hacerlo por ellos mismos. Te necesitan.

Si los permites, si les abres la puerta, se quedarán. Vaya que si se quedarán. Hasta anularte, hasta que te creas tan inferior que den la batalla por ganada. Son listos, rápidos, hábiles y observadores. No te dejes maravillar por ellos porque sino, al final, te maravillarás de cómo han sido capaces de tanto, cómo has sido tan ingenuo, cómo te has dejado engañar.

Pero como ya conté hace un tiempo, en "De todo se aprende y de casi nada se muere", incluso de personas que tienen veneno en la piel, puedes sacar grandes aprendizajes.

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