La resiliencia

Cómo hacer frente a eventos que pueden cambiarnos la vida

24 JUL 2014 · Lectura: min.
La resiliencia

Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente su vida, y lo que les permite adaptarse es un recurso llamado resiliencia. No es una característica que la gente tiene o no tiene, ya que incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.

Qué es la “resiliencia”

La resiliencia es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas. Significa "rebotar" de una experiencia difícil, como si uno fuera un resorte. No quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas.

Decálogo de la Resiliencia

El cambio como parte natural de la vida— Aceptar las circunstancias que no puedes cambiar te puede ayudar a enfocarte en las circunstancias que sí puedes. Al fin y al cabo, estarás aceptando y no rechazando el carácter transformador de la vida. Y a la vez tu sistema inmunológico te lo agradecerá con creces.

Establece relaciones sanas—Es importante establecer relaciones de calidad, aceptar la ayuda y apoyo que nos ofrecen. Al igual que nosotros estamos para cuando nos necesitan otros es crucial acceder al apoyo que el entorno nos ofrece. Entonces, estarás aceptando tu “vulnerabilidad” como ser humano, lo que nos hace humanos y seres sociales, necesitados de afecto y a veces sostén en momentos dramáticos. “Vulnerabilidad” no es debilidad, es fortaleza pues aceptamos nuestra naturaleza afectiva.

Para muchas personas, practicar los recursos anteriormente mencionados, pueden ser suficientes. Sin embargo, en ocasiones una persona puede tener dificultades para progresar en el camino de la resiliencia. En este caso debería solicitar ayuda profesional.

La información ofrecida en este ensayo no debe usarse como sustituto del cuidado profesional de salud general y de salud mental, o de la consulta a estos profesionales. Las personas que consideran que necesitan o que se beneficiarían de ese cuidado deben consultar un psicólogo u otros profesionales licenciados de la salud general y salud mental.

Concéntrate en un propósito realista—Realiza actividades que te ayuden a lograrlo, aunque te parezca que es un logro pequeño.

Toma decisiones y confía en ti—En situaciones adversas, actúa. Decidir es mejor que ignorar los problemas y las tensiones. Si te equivocas, siempre habrá un momento para rectificar, pero que por el miedo a errar no sea que dejes de actuar.

Considera las crisis como oportunidades de cambio y descubrimiento personal—No puedes evitar que ocurran eventos que producen tensión y te entristecen quizás hasta el punto de cambiarte la vida, pero sí puedes cambiar la manera como los interpretas y reaccionas ante ellos. Dándote la oportunidad de conocerte y seguir descubriéndote.

“El Mapa no es el Territorio”— Aun cuando te enfrentes a eventos muy dolorosos, trata de considerar la situación que te causa tensión como parte de un contexto más amplio. Esto evitará que focalices toda tu atención en el acontecimiento adverso, y estarás previniendo ataques de pánico y angustia. Es como tener “visión de águila”, que lo ve todo desde lo alto y es capaz de observar su objetivo dentro de un contexto mucho más amplio, sin permitir que su presa le controle a ella.

Permítete vivir la emoción— Experimentar y vivir la emoción es lo más sano y natural que existe en la prevención y tratamiento contra la enfermedad. Pero aferrarse por mucho tiempo aun cuando ya no es útil es no dejarla ir y no permitir transformarla para liberarnos de la misma, estarás previniendo también bloqueos y futuras patologías. Aferrarse a la emoción, en un primer momento es natural y saludable, pues la primera reacción que nuestro cuerpo tiene para afrontar acontecimientos dolorosos. La forma en la que se vivencia el dolor también “se aprende” y es alentador también saber que “se desaprende” si lo vivimos de forma poco sana adoptando conductas y comportamientos destructivos. La vivencia del dolor también es transcultural, es decir, cada cultura lo experimenta de una manera u otra.

Atiende tus necesidades: se aprende a escucharse a uno/a mismo/a, a diferenciar que necesidades son de otras personas y saber cuales son las nuestras. Si aprendemos a hacerlo, tendremos un organismo contento y alegre. Estas necesidades pueden ser, entre otras, de índole afectiva, biológica (descanso, una alimentación que no merme tu tono vital, etc.…).

Date espacio para “disfrutar”: practica actividades de disfrute y que te permitan abstraerte de lo cotidiano y expresar tu creatividad.

Tolerancia y Flexibilidad: El ser humano naturalmente es flexible, y practicar actitudes como el delegar en los demás es una muestra de ello.

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Escrito por

Atención Psicológica María Pérez de los Cobos

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