La sabiduría de la Tortuga

“Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada. De nada en absoluto, ni siquiera de sí mismo” (M. Kundera)

26 JUN 2014 · Lectura: min.
La sabiduría de la Tortuga

En un viaje reciente, he conocido a un gran amigo, que me enseñó esta nueva filosofía de vida. Nos conocimos en la estación de tren de Londres. Como siempre estaba llegando tarde y con retraso para tomar el último tren que iba a Brighton.  Mientras compraba los billetes, obesionada por ahorrar hasta la última partícula de tiempo, le pregunté cuál era la plataforma de salida. Con su calma casi celestial, me respondió: “¿Por qué estás tan apresurada?”

Fue en ese preciso instante que sentí la enfermedad del tiempo en mi propia piel. Al momento conectamos y decidimos sentarnos juntos y así, disfrutar del camino. Al preguntarle cómo hacía para saber la hora, ya que no llevaba nunca un reloj en su muñeca, me comentó:

- Desde luego, no llevar reloj en la muñeca hace que me tome el tiempo de una manera más relajada -me dijo-. Me resulta más fácil ir más despacio porque no tengo siempre el tiempo en mi línea de visión, diciéndome: “No, no debes ir más despacio, no debes desperdiciarme, tienes que apresurarte”.

Tras largas horas de conversación, risas y experiencias compartidas, nos despedimos con un fuerte abrazo, y con la plena certeza que aunque soy una adicta a la velocidad, deseo recuperar la serenidad. Como la mayoría de la gente, quiero encontrar una manera de vivir mejor, y de conseguir un equilibrio entre la rapidez y la lentitud.

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¿Por qué siempre estamos tan apurados? ¿Cuál es el remedio contra la enfermedad del tiempo? ¿Es posible, incluso deseable, hacer las cosas más despacio?

 ¿Cómo podemos acceder a un estado mental lento, sobre todo en un mundo que prima la velocidad y la acción?

Estas y más preguntas me las planteo a menudo. No soy una “aturdida” neo-hippy, sin embargo, me he dado cuenta que en una búsqueda frenética y apresurada por alcanzar objetivos , y de lograr la máxima eficiencia, he olvidado el placer de disfrutar los momentos cotidianos de la vida. He olvidado muchas veces que la esencia del ser humano es pausada y no estamos diseñados para vivir como “robots  rígidos”. Olvidé lo importante que es dedicarnos tiempo, reflexionar antes de actuar, y vivir una vida en sintonía con nuestras emociones.

 La lentitud es necesaria para establecer relaciones verdaderas y significativas con nuestros amigos, familia y parejas. Es necesaria en  la cultura, el trabajo y la alimentación. En una palabra, con todo. No se trata de ser lento, sino más bien de actuar con rapidez cuando tiene sentido hacerlo y ser lento cuando la lentitud es lo más conveniente: llegar a establecer un equilibrio.

El significado que simboliza la lentitud se relaciona con la serenidad, el cuidado, el silencio, lo intuitivo, pausado, la reflexión y la paciencia. Es decir, la calidad prima sobre la cantidad.

Tenemos que aprender a aplazar gratificaciones y estímulos, y a actuar en términos de largo plazo. Con calma y serenidad actuamos en plena conciencia, nos sentimos una parte integrante del mundo que nos rodea y poco a poco nuestra sensación de vacío disminuye.

Hay que esperar que las ideas se incuben, en vez de enfocarse que salgan a la superficie; dejar la mente silenciosa y tranquila. Por lo tanto, te propongo relajarte, poner a un lado la impaciencia, y aceptar la incertidumbre y la inacción.  Te animo a desacelerar, a flexibilizar y a abordar tu vida con espíritu lento.

Marisol Faks

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psicólogos
Escrito por

Marisol Faks (Col 22013) - Psicóloga Clínica

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