La toma de decisiones

Una vez una amiga me dijo que en la vida no hay errores, hay decisiones tomadas. Y tenía razón. 

25 AGO 2014 · Lectura: min.
La toma de decisiones

Una vez una amiga me dijo que en la vida no hay errores, hay decisiones tomadas. Y tenía razón. Cada decisión que tomamos la hacemos desde el estado de consciencia en el que nos encontramos, desde el conocimiento que tenemos en ese momento, que es nuestro presente. Valoramos los costes y los beneficios de cada alternativa, y a partir de aquí ELEGIMOS.

Es común que después de un tiempo valoremos algunas decisiones que tomamos en el pasado y nos preguntemos por qué elegimos aquella alternativa, o bien incluso a veces hay personas que pueden llegar a culpabilizarse por alguna decisión que tomaron, sea un cambio de trabajo, una relación o una pauta conductual, por ejemplo.

Lo cierto es que, como dijo mi amiga, no hay errores cometidos, y la única cosa verdadera es comprender que en aquellas circunstancias, tanto en relación con el objeto de decisión como con nosotros mismos, tomamos la MEJOR DECISIÓN que pudimos en ese momento, en función de nuestra disponibilidad, recursos, conocimiento y bagaje emocional.

La pauta liberadora es darnos cuenta que hicimos lo mejor que pudimos y supimos, dado nuestros recursos y nuestro nivel de consciencia. Este acto de perdón nos concilia con nuestro presente, y es fundamental para permitirnos escoger desde la serenidad, en lugar que desde la confusión que nos ofrecen la culpa y el miedo (a equivocarnos).

La toma de decisiones importantes es a menudo un proceso arduo, y nos pide escucha interna, paciencia, sopesamiento e integridad personal para hacer frente a la ambigüedad y a la confusión. La escucha interna es esencial para conocernos y saber qué nos pedimos como ser en esos momentos vitales. Es esencial para saber identificar el origen de las demandas y necesidades internas, saber si provienen desde una necesidad genuina de ser coherente con una misma, desde una necesidad de llenar algún vacío interno, como reacción a algún sentimiento como el resentimiento, para satisfacer demandas externas… Cualquier aspecto es importante y decantarse hacia un aspecto u otro, una alternativa u otra, es legítimo y dependerá de cada persona y de las circunstancias en las cuales está inmersa.

Ser consciente de los motivos que nos impulsan a valorar las diversas alternativas de elección nos conduce a acercarnos a otra realidad de la que a menudo no somos plenamente conscientes: nuestro propio PODER PERSONAL. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de gestión de nuestra vida, dentro de los parámetros de la realidad presente, y por este motivo es necesario que comencemos a darnos cuenta de nuestra propia responsabilidad y capacidad creadora de nuestras circunstancias.

Ser consciente de este poder, en lugar de percibirnos como víctimas, nos permite vivir el proceso de toma de decisiones desde la serenidad y la integridad personal, sintiéndonos capaces de tolerar la confusión y la ambigüedad, permitiéndonos transitar por el proceso con la paciencia que requiere una decisión bien elegida.

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Escrito por

Eva González Menal

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