La vergüenza de decir que vas al psicólogo

La vergüenza de decir a los demás que vamos al psicólogo, o simplemente la vergüenza que sentimos por el hecho de ir, sigue estando muy latente en la actualidad.

19 SEP 2014 · Lectura: min.
La vergüenza de decir que vas al psicólogo
A algunos les parecerá extraño y poco en la línea del tiempo en que vivimos, pero la vergüenza de decir a amigos, compañeros o familiares que acudimos al psicólogo, o simplemente el hecho de ir, está todavía muy extendida. No importa el nivel de educación, el origen familiar o geográfico, la profesión, si se tiene la mente abierta o no, si se es hombre o mujer. Si se es del sur o del norte, la edad, todo eso poco importa.

Mejor no decirlo... "ellos no lo entenderían", a menudo me dicen. ¿Pero qué es lo que no van a entender? ¿Es miedo? O, mejor dicho, ¿es vergüenza? No queremos que nos juzguen. No queremos sentirnos débiles, parecer locos, frágiles, poco confiables o impredecibles.

Incluso para algunos de mis pacientes es un problema mostrar la factura del psicólogo. Si el gestor o consultor no es personal, sino de la empresa, ¡ni siquiera descargan la factura!

El 90% de mis pacientes decidió venir a conocerme tras una búsqueda en Internet y visitar algunos directorios de psicólogos donde poder comparar. El boca a boca ya no es un canal para los pacientes, puesto que, en general, no quieren que amigos cercanos, familiares o sus parejas conozcan que sienten la necesidad de asesoramiento psicológico. Así que si pueden buscar, comparar y elegir por sí mismos mejor que mejor, y afortunadamente Internet les ofrece esa posibilidad, esa ayuda.

Pero lo que me hace sonreír es cuando un grupo de amigos se reúnen para tomar algo una noche y, hablando con total normalidad, cuando se crea ese espacio íntimo y de confianza, uno de ellos se deja llevar por el instinto y habla sobre su terapia... los amigos, a su vez, ¡lo admiten también!

Y la sorpresa de todos es mayúscula. ¿Acaso ellos te miran después con otros ojos? No, no lo creo, porque cada uno de ellos sabe que ir al psicólogo no es anormal, pero sí es útil, a veces doloroso, pero se convierte en un gran apoyo. Después llega entre ellos el momento de la comparación entre sus psicólogos, sus métodos, sus enfoques, de igual modo que se hace con el dermatólogo, el dentista o el médico de cabecera.

En este momento, todo parece normal, y tal vez alguien se pregunte: "Pero... ¿por qué no hemos hablado de esto antes?".

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Escrito por

Alessandra Cirulli - Traducción: Zaida Sánchez

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