Las fuentes de satisfacción

Las cosas tienen el valor que queramos darle. Relativiza lo malo, imprégnate de lo bueno.

4 JUL 2014 · Lectura: min.
Las fuentes de satisfacción

La felicidad no depende tanto de lo que nos pasa, como de cómo lo percibimos, interpretamos, asimilamos y aprovechamos para nuestro futuro.

Esto responde a la pregunta de por qué hay personas más exitosas en la vida que otras, extendiendo el éxito a todas las áreas del individuo: social, profesional, familiar, personal... Pues por el mismo motivo que hay gente que se ahoga en un vaso de agua, y otros capaces de permanecer a flote y disfrutar del viaje en medio de una tempestad.

Nuestro bienestar depende de nosotros mismos, y de cómo cultivemos recursos personales esenciales para afrontar los eventos negativos y los fracasos, tales como la resiliencia, el humor y la positividad, y cuán eficaces seamos a la hora de gestionar los tres pilares básicos de nuestro mundo interior, sobre los que trabajo intensamente, tanto al la hora de hacer terapia con mis pacientes como cuando escribo en este blog: manejo de los pensamientos, aprendizaje de la Inteligencia Emocional, y potenciación de la autoestima.

Sin embargo... La felicidad es una búsqueda, una búsqueda que se inicia dentro de nosotros mismos, pero, ¡no termina ahí! Allá afuera hay un montón de fuentes de satisfacción que podemos aprovechar para generarnos bienestar.

Sí, vale que el mundo también está plagado de cosas horribles, hombres malos (e incluso diábolicos), problemas, dificultades, traumas del pasado... Pero las cosas tienen el valor que nosotros queramos darle a las cosas. Hay personas que ven sus preocupaciones como grandes monstruos que además de aterrorizarles les impiden disfrutar de las cosas buenas de la vida.

Así que posiblemente una de las claves para gestionar de manera eficaz nuestro bienestar consista en abrazar esos monstruos...

... es decir, relativizar y desdramatizar nuestras preocupaciones, rumiaciones y pensamientos negativos. Y por otra parte saber aprovechar todas esas pequeñas (pero grandes) cosas que nos provocan emociones positivas e inspiran pensamientos agradables y productivos. Cosas como:

Practicar deporte y/o hacer ejercicio físico. Además de servir para descargar estrés, tensiones acumuladas y embotamientos mentales, ya que puede ayudarnos a obterner claridad del pensamiento, la actividad física provoca la liberación de la serotonina, conocida como la hormona del placer por su relación con los estados del ánimo positivos. La dieta. Comer, además de una necesidad, es un placer. Pero comer sano también repercute en nuestras emociones y pensamientos. En este sentido es recomendable mantener una dieta variada, como la mediterránea, que aporta todo tipo de nutrientes a nuestro organismo. No se trata de comer poco para estar sano, ni mucho menos, sino comer de todo en su justa medida. Y evitar la conducta de pica, los atracones y comer de forma desordenada. El sueño. Para afrontar con energía suficiente los retos que nos pone el día a día es importante estar descansado.

Los médicos del sueño recomiendan dormir entre 7-8 horas. La siesta tiene una funcción reparadora, pero se aconseja que no exceda de los 40 minutos, ya que siestas largas pueden provocar el efecto contrario y producir una sensación de agotamiento. Si te cuesta conciliar el sueño porque eres un ser rumiante, cuando vayas a la cama piensa en lo mejor que te haya pasado durante el día. Los hobbies. Invertimos muchas horas de nuestra vida en estudiar, trabajar, seguir formándonos... Y qué pasa con nuestro tiempo de ocio, ¿no habría que dedicarle el mismo esfuerzo? Estudios aseguran que las personas con una amplia apertura al ocio rinden mejor en su trabajo.

Y es que realizar actividades que gustan revitalizan la mente y el cuerpo. Haz un trabajo de autoexploración: conócete a tí mismo y descubre qué es lo que te gusta hacer.

Las relaciones sociales

Por supuesto, el ser humano es un animal social. Necesitamos estar y relacionarnos con gente: familiares, amigos, compañeros de trabajo... Un consejo: no quieras estar siempre rodeada de otras personas, hazte amiga de tu soledad en momentos en los que es preciso pararse, reflexionar, conocerse a uno mismo, descubrir caminos alternativos... ella puede ser tu mejor aliada. Si tienes escasas redes sociales, las redes sociales de Internet son una herramienta que pueden ayudarte a ampliarlas.

El sexo

Ya sea con tu pareja, contigo mismo o en grupo (para los más osados), el sexo es una fuente de satisfacción tan obvia que sólo cabe decir que, según los estudios al respecto, además de placentero el sexo es saludable, ya que como ocurre con el ejercicio físico (al fin y al cabo no deja de ser una actividad física) ayuda a descargar estrés, liberar tensiones y provocar emociones positivas.

La risa

Posiblemente mi fuente de satisfacción favorita (sí, más que el sexo, ¿qué pasa?). La risa es la bandera de la felicidad. Así que rodéate de gente que te haga reír o acude a eventos culturales que te provoquen risa (teatros, monólogos y otros espectáculos cómicos) o simplemente mírate de vez en cuando una buena película o serie que sea graciosa. Cuenta chistes, pide que te los cuente, provoca sonrisas... Pocas cosas hay más gratificantes.

Y, después de esto, seguro que tú misma eres capaz de encontrar otras fuentes de satisfacción por ti sola. La vida nos brinda un montón de oportunidades para ser felices, o aumentar nuestro bienestar o tener una buena vida, llámalo como quieras. El caso es que de ti depende aprovecharlas. No quieras ser siempre feliz, porque no habrá ser más infeliz que aquél que quiera serlo siempre. Pero ni se te ocurra ignorar aquellas pequeñas cosas que pueden hacer de tu vida algo muy, muy grande.

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Escrito por

David Salinas

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