No puedo decir NO

NO. ¿Que coste emocional tiene decir NO?

23 ABR 2014 · Lectura: min.
No puedo decir NO

NO. Ésta es una de las primeras palabras que empezamos a aprender desde pequeños. La mayoría de ocasiones viene después de “papá”, “mamá”. En el mismo momento que la aprendemos, causa sorpresa, gracia y a medida que la vamos repitiendo más y más, ya no resulta una palabra tan simpática para nuestros padres y familiares. Se convierte en una reivindicación, a menudo sin sentido, de algo que ni siquiera en nuestra concepción de niños, entendemos.

Como en una montaña rusa, el uso de esta palabra va oscilando en nuestra vida, en la infancia se reduce a medida que adquirimos las normas y hemos de acatarlas, en la adolescencia la frecuencia de su uso sube como la espuma y a medida que transcurre el tiempo y nuestra edad nos resulta difícil decir NO.

Negarse a algo o a alguien surge cuando tenemos una petición externa y por alguna razón, a veces consciente y otras inconscientemente, consideramos que no debemos aceptarla. Pero ¿Qué ocurre en este momento?, nos invade la angustia, la culpabilidad, el miedo y otras emociones desagradables.

Esa dificultad radica en las consecuencias que puede tener decir no al otro. Las dos principales consecuencias que intentamos evitar, negándonos a decir no, son la propia culpa y el rechazo del otro.

La primera dirigida a nosotros, culpa por no “dar” al otro aquello que nos solicita, o bien por no creernos con el derecho a tomar esa decisión. La segunda, dirigida al otro, decirle a esa persona que no puedes hacer lo que pide, a esa pareja, jefe, padre… decirle que no vas a cumplir su deseo o expectativa, es muy difícil, doloroso, porque al negar sentimos que nos situamos fuera de la órbita del otro, el miedo a ser rechazado nos invade y accedemos a su petición.

El resultado de todo esto es una nueva situación, en la que el otro está “aparentemente” agradecido por nuestra decisión y en cambio en nuestro interior notamos que algo no funciona del todo bien, que ese malestar que evitábamos no se ha esfumado.

Cuando rebuscamos un poco más en esas emociones nos damos cuenta que el agradecimiento del otro es, a veces, “aparente” en el sentido que percibe que nuestra aceptación no es auténtica, sino que conlleva un tipo de resignación. Esto en relación al otro, pero en relación a nosotros mismos hemos renunciado a una parte nuestra, la hemos hecho callar y seguimos adelante como si nada ocurriera.

Llegados a este punto hay varias formas de resolución, quizás podemos seguir tropezando con nuestros repetidos traspiés ante las mismas piedras o bien nos damos cuenta que hemos de tomar un nuevo camino o transitar el mismo (ya que no podemos eliminar las piedras del camino) con una forma diferente de caminar. Entonces es momento de valorar si necesitamos ayuda profesional.

Pero como una vez me dijo alguien, en la vida psíquica nada es gratis. Todo se paga, y esa renuncia a nosotros que provocamos diciendo SI, cuando queremos decir NO tiene un alto coste en nuestra vida emocional.

PUBLICIDAD

Escrito por

Marina Iniesta Mayer

Consulta a nuestros mejores especialistas en asertividad
Deja tu comentario

PUBLICIDAD

últimos artículos sobre asertividad

PUBLICIDAD