Potenciar la inteligencia dominante: las inteligencias múltiples

El psicólogo estadounidense Howard Gardner ha sido reconocido recientemente con el premio Príncipe de Asturias 2011 de Ciencias Sociales. Gardner revolucionó la psicología de la inteligencia al desmarcarse de la inteligencia única innata, y proponer su teoría sobre las inteligencias múltiples, según la cual existirían varias inteligencias.

Este autor describió 8 inteligencias y defiende que todos podemos poseer las pero varía el grado de potencial que tenemos para cada una de ellas.

Es importante cuando los niños son pequeños, tener en cuenta que es lo que más les gusta, les motiva y procurar potenciarlo. A estas ocho inteligencias, podríamos añadir una novena: la Inteligencia Emocional, propuesta por D. Goleman. La Inteligencia emocional recoje los aspectos importantes de la inteligencia Interpersonal e intrapersonal. Consiste en las habilidades relacionadas con el conocimiento y la auto-regulación personal (emociones, sentimientos, actitudes, deseos, empatía) y el conocimiento de estos mismos aspectos en los demás. La Inteligencia emocional es la encargada de elevar al exponente más alto la capacidad o inteligencia concreta de cada persona.

Dado que la Inteligencia Emocional es tan importante, sugerimos trabajar tanto en uno mismo como hacia nuestros hijos dos aspectos básicos: los pilares. El primero es el reconocimiento de nuestras emociones y cómo autorregularse, y el segundo es la empatía.

Es importante desarrollar el primer pilar de la inteligencia emocional: reconocer nuestras emociones y aún más, poderlas expresar de forma adecuada. No hay nada tan tóxico cómo tragarnos nuestras emociones debido a situaciones injustas, pero debemos aprender a expresarlas de forma correcta para autorregular-nos y para no herirnos a nosotros y a los demás. Debemos identificar las emociones y lo que las causa: ¿por qué me siento así?, y expresarse de forma adecuada: es bueno expresar cómo nos sentimos. Si estamos enfadados debemos expresarlo con palabras, por ejemplo: "quiero que sepas que eso que has dicho me ha molestado porque…". De esta forma la otra persona también puede corregir su conducta, si molesta; si no lo comunicamos, la otra persona no lo sabrá y no hará nada al respecto. Por lo tanto, con la expresión correcta de las emociones, ganan ambos lados. Pero a veces también es importante reconocer que cuando se está muy enfadado, primero tenemos que calmarnos y regularnos antes de poder hablar con serenidad. Para estas ocasiones podemos optar por recurrir a diferentes recursos que nos ayudarán a calmarnos como dar una vuelta, ir al gimnasio, practicar la relajación o respiración, escribir contando lo sucedido, darse una ducha,…

El segundo pilar para fomentar la Inteligencia emocional es la Empatía. La empatía es la capacidad de comprensión de la vida emocional del otro, es decir, entender que pueda tener un punto de vista diferente al nuestro y ponernos en su lugar y entender cómo se puede estar sintiendo.

Sin lugar a duda, tener presente que todas las personas somos diferentes e inteligentes por igual destacando en diferentes áreas, y intentando potenciar nuestra inteligencia emocional, la cual nos catapultará nuestras inteligencias más destacadas, nos ayudará a sentirnos más capaces con nosotros mismos y con los demás en cualquier situación.

Sentirnos capaces hace que mejore nuestra percepción y nuestra autoestima.

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