¿Qué papel juegan las emociones?

Las emociones son reacciones del organismo moldeadas durante millones de años para mejorar nuestrar adaptación al medio. ¿Qué función cumple cada una?

22 DIC 2017 · Última modificación: 10 FEB 2021 · Lectura: min.
¿Qué papel juegan las emociones?

Las emociones son sensaciones agradables y/o desagradables que nos hacen la función de herramientas para poder iniciar, mantener y terminar una determinada acción. Nos producen la motivación necesaria para poder desempeñar una determinada actividad. Las emociones se fueron modelando durante millones de años con el fin de escoger las opciones de acción más adecuadas para nuestra supervivencia, y son especialmente importantes, más variadas y complejas en los animales sociales, como nosotros. Los seres humanos, al igual que otras especies, vivimos en sociedad, nos beneficiamos de ella y ella de nosotros, como si fuéramos un todo, pero este funcionamiento colectivo no se puede llevar a cabo sin que exista comunicación acerca de lo que nos pasa o lo que deseamos. Por ello, una adecuada expresión de emociones es primordial para transmitir de la manera más exacta posible aquello que pensamos, nuestras intenciones, nuestros deseos, etc. y así poder cumplir nuestras metas o incluso ayudar a cumplir las de los demás (no es lo mismo decir "me estás calentando" con expresión y tono de enfado que decirlo con mirada insinuante y una sonrisa, ya que estamos transmitiendo dos mensajes diferentes: en el primero estamos diciendo que nos estamos enfadando y que se nos deje en paz, y en el segundo que deseamos una aproximación sexual).

¿Qué sería de nosotros sin las emociones? Todo nos daría igual: dejaríamos de trabajar porque ganar o no dinero no nos haría sentir ni bien ni mal, dejaríamos de cuidar a nuestros seres queridos porque tampoco no haría sentir ni mejor ni peor, no aprenderíamos nuevas destrezas ni haríamos amistades porque tampoco nos compensaría emocionalmente de ninguna manera. Poniendo ejemplos más prácticos: si viniera un coche hacia nosotros, al no sentir miedo, no nos apartaríamos; si alguien nos humillara, no nos enfadaríamos y no haríamos valer nuestros derechos; no nos entristeceríamos al perder algo, por lo que no tendríamos cuidado de mantenerlo; no sentiríamos entusiasmo pintando un cuadro o escuchando música; no disfrutaríamos de los placeres cotidianos; etc. Así es, que las emociones nos sirven para iniciar una actividad, mantenerla y finiquitarla, ya que esta la podemos hacer para evitar un mal futuro; o mejor, para deleitarnos desempeñándola (que es el estado en el que mejor rendimos y en el que nuestra eficiencia alcanza el máximo pico).

A continuación citaré las emociones básicas para ilustrar su utilidad:

Tristeza: es la reacción emocional a una pérdida o desengaño. Nuestro metabolismo se ralentiza, y nuestra energía y entusiasmo por los placeres o actividades diarios disminuye, llevándonos a un encierro introspectivo. Acompaña una sensación aversiva, por lo que apreciaremos la pérdida, y nos recluiremos para repasar mentalmente lo sucedido con el fin de lograr identificar qué pudimos haber hecho o no para evitar esta pérdida y así nuestro dolor. Esto nos hace aprender de la experiencia y disponer de un plan de acción para evitar esta emoción. También, el hecho de repasarla mentalmente, nos hace imaginar una vida sin el objeto/persona perdida, habituándonos a esta nueva vida e imaginando cómo podríamos actuar y sustituir el papel que desempeñaba lo que hemos perdido. Esta emoción en intensidad y/o duración elevada puede llegar a ser patológica, ya que dejaría de sernos útil para asimilar la pérdida y reintegrarnos en la vida.

La ira o el enfado activa el sistema simpático (aumenta el ritmo cardíaco, la adrenalina, la sudoración, la tasa respiratoria, etc.), generando una gran cantidad de energía y aumentando el flujo sanguíneo hacia las manos, facilitándonos el uso de armas o de los propios puños para atacar a nuestro enemigo. La empleamos para defendernos o para defender nuestros derechos o algo que es nuestro.

Miedo: ¿no sentisteis alguna vez, ante una situación terrorífica, que se os enfriaba la cara? La sensación de "quedarse frío" es precisamente por la retirada de sangre del rostro de manera abrupta, ya que en esos momentos necesitamos que gran parte de ella se vaya directa a las piernas, facilitando así nuestra huida de esa situación. Pero mientras sucede esto, también tenemos la sensación de quedarnos "petrificados": ¿para qué sirve esta respuesta de nuestro organismo? Pues para calibrar la situación e intentar evaluar si esta es o no una amenaza: entramos en hipervigilancia y los sentidos se intensifican, hasta el punto de que el más mínimo ruido o movimiento pueda hacernos gritar o salir disparados en busca de un sitio seguro. Si careciéramos de miedo no evitaríamos los peligros potenciales y posiblemente no sobreviviríamos.

Asco: esta emoción nos sirve para no intoxicarnos o caer enfermos ante alguna sustancia nociva. Al parecer, el propio gesto que genera esta emoción es adaptativa, ya que el fruncimiento del labio superior es un indicio de que se va a escupir ese alimento dañino, y el de arrugar la nariz es el de cerrar las fosas nasales ante olores desagradables.

Hasta aquí he hablado de las emociones básicas llamadas negativas, caracterizadas por ser aversivas y evitar estímulos desagradables o nocivos. Aparecen cuando hay una urgencia o peligro. Normalmente, se les presta mayor atención por la simple razón de que su ausencia podría significar la muerte (sobre todo en el pasado). Son útiles si se sienten ocasionalmente, pero si su intensidad y duración son excesivas aparecen tanto patologías físicas como mentales.

Antes de pasar a describir la utilidad de las emociones positivas, explicaré la sorpresa, que sería una emoción neutra:

Sorpresa: es una emoción preparatoria, es decir, mediante ella calibramos si la situación es negativa o dañina o si es plancentera, surgiendo luego la emoción correpondiente a ella. Las cejas se arquean y los ojos se abren al máximo para poder visualizar con mayor claridad lo que nos hemos encontrado, buscando la información necesaria para evaluar si nos puede hacer daño o nos es algo agradable.

Las emociones positivas son igual de importantes y adaptativas que las negativas, aunque se les presta menor atención debido a que ante situaciones realmente peligrosas las negativas son las que tienen que actuar con urgencia. Las emociones positivas dirigen nuestras acciones a conseguir estados de bienestar, favoreciendo nuestra salud física y mental. No son tan urgentes como las negativas, aunque su ausencia es tremendamente perjudicial. A continuación, voy a describir algunas de ellas:

Felicidad: proporciona al cuerpo relajación y al mismo tiempo aumenta su energía, y con ello, aparece el "entusiasmo" o motivación intrínseca por desempeñar una tarea determinada. Gracias a ella, el organismo se recupera más rápidamente del desgaste físico y mental de las emociones negativas. Es la encargada de activar, como ya dije antes, la motivación intrínseca, que es aquella motivación que sale de nosotros mismos para desempeñar una tarea que nos proporciona placer por el simple hecho de hacerla, sin coacción alguna. En este estado es cuanto mejor rendimos. En definitiva, fomenta la motivación y la mejora en la ejecución de cualquier tarea.

Amor: nos sirve para proteger a los demás, a nuestra familia, amigos, pareja, etc. Es una herramienta fundamental en nuestra sociedad, ya que gracias a ella convivimos de manera adecuada, protegiéndonos los unos a los otros y fomentando nuestra empatía. En ella, entramos en un estado de relajación y al mismo tiempo de activación similar al de la felicidad.

Las emociones que se mencionan en este artículo son llamadas "básicas" o "primarias", no obstante, la mezcla entre varias emociones, su intensidad, la situación, las derivaciones, etc. dan lugar a otras que están dentro de las primarias, como por ejemplo, la angustia o el nerviosismo, que entrarían dentro de la emoción básica de "miedo"; o la mezcla de la tristeza, ira y miedo que darían lugar a los celos.

Hay que puntualizar que lo correcto sería desarrollar y aprender la expresión y percepción de las emociones positivas. ¿Por qué? Las emociones negativas nos sirven para "evitar situaciones", sin embargo, las emociones positivas nos aproximan a metas deseadas, y en vez de reducirse nuestro abanico de comportamientos y situaciones vividas se incrementa, enriqueciendo nuestro aprendizaje, nuestras vivencias, mejorando la calidad y cantidad de nuestro apoyo social, etc. Además, como ya dije antes, se rinde mucho más bajo el influjo de este tipo de emociones que ante las negativas, aumentando hasta el máximo pico nuestra concentración y atención. Por último, las emociones positivas inducen comportamientos que favorecen la buena salud tanto física como mental, al contrario que las negativas, que provocan una secreción de hormonas dañinas para el organismo que afectan a nivel físico, provocando desde migrañas y molestias estomacales, hasta patologías más graves si estas emociones se cronifican, aparte de comportamientos evitativos y/o agresivos que expresados de una manera inadecuada podrían dañar la salud y calidad de vida de nosotros mismos y de los que nos rodean.

El saber correctamente identificar en nosotros y en los demás y expresar adecuadamente las emociones es esencial para una buena convivencia en sociedad y para la consecución de nuestras objetivos. Son naturales, tanto las negativas como las positivas nos son útiles, y no es sano rechazarlas o negarlas. Tras identificarlas, lo correcto es aceptarlas como una parte más de la vida, y regularlas en la medida de lo posible para que estas no nos sobrepasen o no duren más de la cuenta. Si una herida duele es para avisar de que está ahí, de que no se debe tocar y de que se le tienen que hacer unas curas destinadas a reducir el dolor y la inflamación, así evitaremos una infección posterior (con la cual el dolor se incrementaría en intensidad y duración). Sería absurdo negar ese dolor. Le emociones actúan de la misma forma, y como tal, lo ideal es regularlas mediante diferentes estrategias, pero nunca negarlas.

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Escrito por

Jara Amaro

Jara Maro es licenciada en Psicología por la IE University y cuenta con un Máster en Psicología General Sanitaria por la Universidad de Santiago de Compostela. Las áreas en las que está especializada es en la psicología clínica y de la salud. En su consulta ofrece atención psicológica para personas adultas, parejas y personas de la tercera edad.

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