Terapia de pareja y Gestalt: la historia de amor de Lucía y Alex

La historia de amor de Lucía y Alex ejemplifica el proceso de una pareja en búsqueda de la armonía. La pareja es nuestro templo que debemos construir y cuidar día a día.

6 JUN 2016 · Lectura: min.
Terapia de pareja y Gestalt: la historia de amor de Lucía y Alex

Lucía y Alex vienen a terapia de pareja porque están a punto de romper su relación, nada más ni nada menos que quince años juntos, ocho de novios y siete casados. Lucía tiene 32 años y Alex 34.

Cuando se conocieron Lucía era una jovencita apenas tenía 17 años, conoció a Alex en las fiesta del pueblo de sus padres, donde él había ido a pasar unos días a casa de un buen amigo, entonces se encontraron y se enamoraron, filtrando mutuamente la imagen del otro chequeándola y comparándola con el patrón de ideal que tenían en su mente de mujer y hombre, y chas saltó la chispa, así comenzó el flirteo, el corazón se les aceleró y después vino lo demás.

El terapeuta les explica que su forma de trabajar con las parejas consiste en tener algunas sesiones con ella, para esclarecer la dinámica de la relación, y según sea ésta y si lo considera necesario aconsejar a cada miembro de la relación a que haga terapia individual, cada uno con un terapeuta diferente; para que cada cual vaya trabajándose sus heridas, agujeros o conflictos.

En realidad hacen falta tres terapeutas para trabajar con una pareja, uno para la relación de pareja y los otros dos para cada miembro de la pareja.

De esta manera Lucía comienza a ir a terapia individual con otra terapeuta, aparte de las sesiones de pareja.

Entonces comienza un proceso de autodescubrimiento donde empieza a comprender que sus problemas de pareja tienen que ver también en gran parte con ella y su proceso vital, su biografía, su infancia, su manera de ver la vida y afrontar los problemas.

Conforme pasan las sesiones individuales Lucía va expresando como ha sido su proceso vital desde que conoció a Alex, y junto a la terapeuta le ponen palabras al mismo.

Habla de un primer momento de enamoramiento, después la fase de elección, la compromiso y la fase de entrega. La terapeuta le recomienda que en la siguiente sesión de terapia de pareja le exprese a Alex lo que siente o ha sentido en cada una de estas fases, o cual es el ideal al que aspira en las mismas.

Así cuando llegan a sesión Lucía coge la mano de Alex y le habla:

En un primer momento donde estaba enamorada veía en ti mis anhelos, mis expectativas, el deseo de que algo cubra, rellene y complete aquello que no se completó en mi pasado afectivo. Más tarde te elegí y fui viendo mejor quien eras, ya no me movías tanto, pero si lo suficiente como para elegirte y continuar un camino común en alguna dirección (o no, y en ese caso irme). Luego me comprometí contigo, entonces nuestro amor, nuestro vínculo y lo que hemos creado en común tenía más fuerza y más peso que nuestras parejas anteriores y que nuestra familia de origen. Y ahora quiero entregarme, seguir amándote a ti y a lo que a ti te dirige, con independencia de adónde te lleve tu propio camino, y también con independencia de adónde me lleve mi propio camino.

Pasaron las semanas y las sesiones, Lucía y Alex empezaban a mirarse distinto a como empezaron la terapia, se miraban de tú a tú, de igual a igual, con los ojos se decían:

No camines por delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo. No camines por encima de mí, puede que te pierda de vista, y tampoco por debajo de mí, pues podría pisarte; caminemos juntos, lado a lado.

A Lucía y Alex la terapia les permite verse realmente como son y permite también ver como es la persona que está a su lado, de una manera más real y completa, permite darnos cuenta que quizá la otra persona es mucho más de lo que creemos y queremos, sobre todo que a pesar de ser tan diferentes se puede estar en contacto, y en el proceso descubren que cuando ya no tienen miedo de ser lo que son pueden verse y recibirse tal como son.

Después de unos meses de terapia, en una de las sesiones Lucía le lee el siguiente poema a Alex:

Si me quieres, quiéreme entera, no por zonas de luz o sombra... Si me quieres, quiéreme negra y blanca, y gris, verde, y rubia, y morena... Quiéreme día quiéreme noche... ¡Y madrugada en la ventana abierta!... Si me quieres, no me recortes: ¡Quiéreme toda... O no me quieras! (Dulce María Loynaz - poeta cubana).

En la siguiente sesión, Alex trae un escrito que lee en forma de tantra:

"Tu eres yo, y yo soy tú.

¿No es evidente que nosotros intersomos?

Tú cultivas la flor que hay en ti,

Para que así yo sea hermoso.

Yo transformo los desperdicios que hay en mí,

Para que así tu no tengas que sufrir.

Yo te apoyo;

Tu me apoyas.

Estoy en este mundo para ofrecerte paz;

Tu estás en este mundo para traerme alegría".

(Thich Nhat Hanh)

La semana siguiente el terapeuta comienza la sesión leyéndoles un cuento de Nasrudin, un personaje mítico de la tradición popular sufí, una especie de antihéroe del islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas sufíes, se supone que vivió en la Península de Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV.

La mujer perfecta Nasrudin conversaba con un amigo. - Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte? - Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo. Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita. Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material. - ¿Y por qué no te casaste con ella? - ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.

El terapeuta después de reflexionar y consultar en supervisión tuvo una sesión con la pareja y les habló de que si quieren continuar caminando juntos en la vida no deben olvidar que hay unas condiciones en las que prestar atención: Ser fácil, su relación tiene que fluir sin demasiado esfuerzo, sus dos Naturalezas no tienen que ser demasiado incompatibles o diferentes, ser verdaderos acompañantes, amigos que no se desgasten y que se entiendan, tener confianza plena en el otro, haber un deseo espontáneo de que el otro esté bien por encima de nuestros miedos y carencias, y por último un equilibrio en el dar y tomar, la respetuosa danza del dar y tomar en la pareja nutre y fortalece, y aleja de su santuario interpersonal tanto las tentaciones de sacrificio y seudosantidad como las del vampirismo y la dependencia.

Después de esta sesión es el momento de hablar de lo que el psicólogo llama la venganza amorosa, esto es que durante los momentos en relación hay dos elementos necesarios, el del intercambio positivo, cuya fórmula es: tú me das algo, yo te devuelvo ese algo y un poco más, y de este modo el vínculo se hace más y más fuerte. Y en el intercambio negativo, la fórmula es: tú me dañas y yo te devuelvo algo, haciendo que te duela, pero un poco menos, esto es vengarse con amor.

El amor crece, al menos un poco, donde hay personas que se asumen como imperfectas que cometieron errores y pueden llevarlo con dignidad y repararlo de una forma constructiva.

El terapeuta tuvo una conversación con Alex, al que le aconsejó que hiciera un taller de constelaciones familiares que organizaba un colega suyo el fin de semana siguiente, que le vendría muy bien para su propio conocimiento y el crecimiento en pareja.

Alex pasó un fin de semana intenso lleno de emociones y sorpresas que descubrió estaban dentro de él y no tenía ni idea. Fue una experiencia de mirar la red de vínculos en sentido amplio, tanto los asuntos pasados que le dan fuerza y prosperidad que le sostienen o asuntos que no fueron resueltos y le debilitan y el cómo solucionarlos. Así fueron tratando los hechos más importantes de su sistema familiar, sexualidad y uniones, muerte y despedida. Es como empezó a encontrar sentido a las dinámicas del corazón y los movimientos profundos de su interior, que no dependen únicamente de su voluntad ni tienen siempre una explicación racional.

A Alex le llamo poderosamente la atención una cita de Bert. Hellinger, "El mejor matrimonio, la mejor unión, se da cuando se casan la hija de la madre y el hijo del padre", que le hizo meditar sobre su posición en la relación, y el papel de Lucía, preguntándose si sería la hija de la madre, o sería más bien la hija de papá.

Su trabajo en el taller de constelaciones se dirigió desde el primer momento que dijo: "Soy hijo póstumo, no tengo padre murió antes de que yo naciera", a lo que el terapeuta del taller le expresó que veía intensamente a su padre en él, y explorando descubrió que la madre sentía un amor y un respeto tan profundo hacia el padre que éste llegaba al hijo y fluía en él a través de ella. La madre con su amor, hacía que el padre estuviera presente para el hijo.

Alex quedó profundamente conmovido tras esta revelación, lo que hizo que llevara este asunto a terapia de pareja, este descubrimiento personal unido al crecimiento de Lucía en sus sesiones individuales facilitó enormemente la unión y prosperidad del vínculo que había quedado dañado tras años de relación.

Así con ayuda del terapeuta y del tiempo trabajaron todos los vacíos y las sombras, dando forma y luz a un sendero por el que seguir caminando juntos.

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Escrito por

Pedro Vicente Calderón

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