Beneficios secundarios

Cuando enfermamos o estamos pasando por un proceso doloroso, aunque no nos demos cuenta, siempre hay quien mira por nosotros

11 JUN 2017 · Lectura: min.
Beneficios secundarios

Aunque cueste creerlo, cada vez que padecemos una enfermedad, obtenemos también unos beneficios. Lo explico con un ejemplo, con una enfermedad no grave que padecemos casi anualmente: el resfriado o gripe.

Cada vez que se nos presentan los síntomas y optamos por quedarnos convalecientes en la cama, para que baje la fiebre, recuperemos fuerzas y nos repongamos al cien por cien, habitualmente alguien cuida de nosotros, madre, padre, abuelos, pareja, hijos, compañer@ de piso. Nosotros sufrimos los síntomas, la fiebre, el dolor, el malestar, la mucosidad, los sudores… cada uno tiene su proceso. Pero también recibimos los cuidados, dependiendo de las circunstancias de cada uno, nos pueden llevar desayuno, comida o cena a la cama, o un caldito, o un yogur, o aquello que más nos apetece, o nos sienta mejor; nos arropan, nos colocan bien las almohadas, nos dan la medicación…, todo ello, acompañado de mimos, un beso en la frente, un tono suave de voz, un cariño especial. A todos estos gestos de cuidados, sería lo que llamamos beneficios secundarios de la enfermedad. Seguro que alguna vez habéis bromeado, diciendo algo así como: "¡¡si lo sé me resfrío más a menudo!!", porque cuando se acaba el resfriado eres tú quien debes volver a prepararte el desayuno, o coger tú mismo el yogur de la nevera.

Soy consciente que estoy tomando como ejemplo un sencillo trastorno y que hay enfermedades más graves, duraderas e incluso mortales. Pero quiero hacer consciente, sea cual sea la gravedad de la enfermedad, de los cuidados que recibimos.

Si nos atenemos a enfermedades de tipología psicológica, que afecta a los estados del ánimo, el beneficio secundario, puede convertirse en "arma de doble filo". Puede ser algo así como el pez que se muerde la cola, donde quedan implicados la persona que enferma, quien sufre en primer grado el malestar, y las personas del entorno más inmediato.

Explico con otro ejemplo. Pongamos alguien con tendencia a un estado de ánimo depresivo, durante sus periodos de mayor afectación, cuando más acusados sean sus estados depresivos, posiblemente mayor número de atenciones recibirá, estará más rato acompañado, tendrás más llamadas, más personas o durante más tiempo se le dedicará atención, recibirá mayor oferta de cuidados, mimos, cariños…

De una manera inconsciente, es probable llegar a pensar, insisto, de manera inconsciente: "si mejoro, dejarán de venir a visitarme, invitarme a salir, prepararme mis comidas favoritas, no llevarme la contraria…", frenando de esta manera su propia mejoría. También será cierto que a medida que mejora, aunque desaparezcan estos beneficios secundarios de compañía y atención directa, el paciente se verá auto suficiente, como para ser él mismo quien provoque los beneficios, directos, no secundarios, sin depender de la atención de los demás, simplemente haciendo aquello que le apetece, salir, entrar, llamar, reír, soñar, quedar… Para alcanzar la mejoría, en estos casos, es importante que sea consciente tanto el paciente como su entorno familiar o social más próximo. Ser consciente de que la mejoría lleva implícito la pérdida de los beneficios secundarios y por supuesto la ganancia del propio beneficio de sentirse bien.

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Escrito por

Luchi Martín

Licenciada en psicología en la universidad de Barcelona. Formación en técnicas de intervención en psicoterapia clínica, posgrado en terapia integradora. El trato que ofrece es de proximidad, siempre respetando el ritmo y las demandas de los pacientes. Todas las terapias son adaptadas a cada persona.

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