Bert Hellinger, una persona humana

En este artículo se destaca la vertiente humana de Bert Hellinger, creador de Constelaciones Familiares, algunas reseñas de su bibliografía y algún comentario sobre su procede en terapia .

26 JUN 2014 · Lectura: min.
Bert Hellinger, una persona humana

Bert Hellinger es el creador de una terapéutica que asombra por su eficacia y humanidad: Constelaciones Familiares. La repercusión de su trabajo se extiende por varios países de América latina, Europa, Asia y África en los que mantiene una destacable actividad social dirigiendo seminarios y cursos. A sus 87 años es una de las personas más influyentes en el panorama de la psicoterapia actual.

Se formó como antropólogo, filósofo y pedagogo. Ejerció de misionero católico entre la población zulú de Sudáfrica durante 16 años. Antes de formular su teoría de los “órdenes del amor” aprendió y trabajó con terapias de grupo, Psicoanálisis, Terapia Primal, PNL, Análisis Transaccional, Terapia Gestalt, terapias familiares y sistémicas e hipnosis, además de ser un buen conocedor de las obras de J. L. Moreno, creador del Psicodrama, y de Virginia Satir, la respetada psicoterapeuta y pionera en Terapia Familiar.

Como autor cuenta con una obra que aún sigue ampliando. Una de ellas, “Felicidad dual”, es el primer libro escrito sobre constelaciones junto al editor Gunthard Weber, donde se recogen los principales fundamentos. El texto ilustra los conceptos, las utilidades y los procedimientos propios del método al detallar los pasos seguidos en el tratamiento de varios casos habidos durante un seminario. Escrito en un género literario a medio camino entre la entrevista y la investigación cuenta con numerosas metáforas y relatos cortos, consiguiendo que las definiciones conceptuales salgan de su rígido corsé para transformarse en una evocadora narración sobre las fuerzas que median las relaciones entre las personas.

Otro libro que resulta útil para comprender qué es eso que se llama constelaciones familiares es “Órdenes del amor”. En él se describe con minuciosidad la fuente epistemológica que alimenta el conocimiento de esta metodología a través de diferentes ejemplos y casos clínicos extraídos de sus intervenciones.

Un tercer libro que destacaría es “Pensamientos en el camino”. En esta obra, Hellinger utiliza un tono intimista alejado del discurso académico para reflexionar sobre lo que es y está presente en asuntos como la confianza, lo difícil, los amigos…, y descubrirnos una mirada sensible y penetrante sobre la naturaleza de los fenómenos humanos.

Por último, para quienes trabajan en el terreno de la ayuda, hay un libro que propone unos sencillos criterios sobre qué ayuda y qué interfiere en esta relación. Se trata de “Los órdenes de la ayuda”. Esta obra es recomendable para terapeutas, psicólogos y asesores. Además de autor prolífico Hellinger es un conferenciante y terapeuta audaz.

Con ocasión del II Seminario de Pedagogía Sistémica celebrado en la ciudad de Pilas, Sevilla, fui testigo de su irrenunciable y transgresora forma de entender la vida y el trabajo terapéutico. En la primera intervención del seminario una participante requirió sus servicios para trabajar el caso de su hija adolescente. Después de intercambiar algunas frases y de un breve contacto visual entre ambos, Hellinger concluyó que no podía trabajar con ella porque no le estaba tomando en serio, que estaba jugando con él, le soltó. Y ahí concluyó la intervención. 

La primera sensación que tuve fue angustiosa, ya que entendía que la participante había descrito un escenario desesperado para su hija y deseaba que pudiera encontrarse una buena solución para ella.

En otro momento intenté averiguar qué es lo que Hellinger podría haber percibido para “negarse a trabajar” de forma tan rotunda el caso que se le planteaba. Fue entonces cuando centré mi atención en lo que habría sido el lenguaje no verbal de la participante -a menudo, aquello que se dice cuando se habla, lo explícito, contradice o resulta incongruente con aquello que se está comunicando en realidad, lo implícito-.

Al hilo de lo no verbal y lo verbal aprecié cierta inconsistencia entre ambos elementos, como si con el cuerpo la mujer estuviera diciendo “ninguna solución que me des va a ser acertada” al mismo tiempo que con sus palabras estaba pidiendo ayuda. En cualquier caso, aunque Hellinger frustró las expectativas de la mujer, su intervención fue eso, una intervención, un trabajo terapéutico que dejó sumida en la perplejidad a la mujer y, consecuencia de ello, desalojada de su presunta actitud sufridoramente indolente.

Lo que entiendo de esto es que Hellinger trabajó con lo más urgente: desplazar la mirada de la madre sobre la hija, que además de lo suyo tenía que cargar con la desconfianza y la amargura de la madre. Siendo así, la hija pudiera tener alguna opción para quedar liberada de tener que salvar a su madre si la madre se hacía responsable de si misma y de su propio dolor. O dicho de otra manera, Hellinger impedía con su intervención que la madre utilizara a la hija para esconderse de sus propios problemas. A mi parecer esta intervención, aunque anti intuitiva fue impecable.

Hellinger, pese a todo, mantenía una amable sonrisa, y con su voz templada desprendía una alegría colmada y compasiva. Pareciera que, de entre su cuerpo de anciano fuese a asomar en cualquier momento un niño asombrado ante algo maravilloso. Esta misma sensación tuve en el acto inaugural del seminario mientras una pareja de bailaores sobrecogían al auditorio por soleá acompañados por el cante y el toque de la guitarra.

Quizá sea este deseo de vida, de presencia y gozo que anida en los niños libres el factor que nos permite abrirnos y entregarnos a lo que se manifiesta sin buscar refugio en categorías teóricas o, como en el cuento de “El rey desnudo”, desvelar los juegos psicológicos que a menudo dominan las relaciones donde debiera preservarse el amor. Contra estos juegos, la psicoterapia fenomenológica de Hellinger es impecable y profundamente humana.

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Escrito por

Luis Juárez Castillo

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