¿Cómo dejar de preocuparse por todo? Descubre las claves

¿Qué pasaría si nada nos preocupara? No sentiríamos el impulso necesario para enfrentarnos a las dificultades que se presentan en el día a día, ni seríamos capaces de conseguir nuestros objetivos:

• Me preocupa el dolor de estómago que tengo, he pedido cita para el médico.
• Me preocupa no tener suficiente tiempo para estudiar el examen de mañana, me pongo a estudiar ya.
• Me preocupa mucho la reunión del viernes, voy a cambiar los planes para tener más tiempo.
• Me preocupa quedarme estancada en mi trabajo, hoy miro ofertas de trabajo.

Estos ejemplos tienen una estructura común, una primera parte de "preocupación" y una segunda parte de "ocupación" y aunque no se perciba, también hay un mensaje implícito que es el que nos lleva a la acción y que responde a la pregunta ¿Qué información valiosa hay detrás de esta preocupación?:

• Preocupación: Me preocupa quedarme estancada en mi trabajo
• Mensaje implícito: (y me preocupa porque para mi el trabajo es muy importante, me gustaría sentirme realizada y que el trabajo conectara realmente conmigo)
• Acción: hoy miro ofertas de trabajo

¿Qué pasa si sólo nos quedamos en la preocupación?

• Me preocupa quedarme estancada en mi trabajo…

Si nos quedamos en esta primera parte, la preocupación nos acompañará durante mucho más tiempo y nos inmovilizará en nuestro presente. Rumiando, rumiando y sin parar de rumiar, sin hacer nada para resolver la preocupación, lo que a su vez nos generará mucho malestar y ansiedad.

¿Qué pasa si nos preocupamos demasiado por todo?

• Preocupación: Me preocupa quedarme estancada en mi trabajo,
• Mensaje implícito: (pero nunca voy a conseguir un trabajo mejor... ¿y si cambio de trabajo pero me despiden al mes?, ¿y si mi jefe es aún peor que el que tengo ahora?....),
• Acción: No hago nada

Cuando la preocupación viene acompañada de mensajes catastróficos, dicotómicos (todo o nada, blanco o negro) y poco probables, volvemos a entrar en el bucle de la rumiación que es incompatible con la acción.

En ambos casos la preocupación se convierte en el problema. La persona se siente incapaz de controlar la preocupación y ésta resulta tan limitante que afecta a su bienestar psicológico.

¿Cómo dejar de preocuparse por todo?

Pero la teoría es fácil, ¿verdad? la práctica no tanto y a veces nos cuesta mucho detectar el mensaje que nos quiere trasmitir o igual somos capaces de detectarlo pero incapaces de poner en práctica planes de acción. Algunas preguntas que podemos hacernos en ese momento son:

• ¿Qué mensaje hay detrás de esta preocupación?
• ¿Por qué estoy preocupado/a?
• ¿Está en mi mano aquello de lo que me preocupo?
• Nada puedo hacer con lo que está fuera de mi control, ¿puedo hacer algo con lo que sí que está?
• ¿Cuándo puedo hacer algo: ahora, mañana, dentro de un mes? Enfócate en aquello que puedes hacer en tu presente.
• ¿Estoy dispuesto/a a asumir el riesgo de la decisión que tome, sea cual sea?
• ¿Qué es lo peor que puede ocurrir? ¿Qué otras cosas pueden ocurrir?

Si ahora mismo pasas mucho tiempo preocupándote sin poder disfrutar de tu día a día, quizás es buen momento para aprender estrategias que te permitan gestionar la preocupación. El objetivo no es erradicar la preocupación, si no gestionarla de forma que sirva como un trampolín hacia la consecución de todo aquello que te propongas.

Para ello es importante tomar conciencia de que una gran parte de aquello que nos preocupa está fuera de nuestro control y otra parte bajo nuestro control. Aquello que sí esté bajo nuestro control es lo que podremos transformar en ocupación. De forma que las preocupaciones excesivas desaparecerán cuando tomemos la decisión que consideremos más adecuada (bajo mi control) o cuando aprendamos a convivir con problemas que difícilmente podamos cambiar (fuera de mi control).

Como se ha dicho previamente, la teoría es una cosa y la práctica otra, así que sé compasivo/a contigo, no busques el cambio ya y si necesitas ayuda, no dudes en contactar con un psicólogo/a profesional. 

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