El duelo
En psicología, llamamos "duelo" al proceso de adaptación por el que pasamos después de una pérdida de cualquier tipo.
Solemos asociarlo al fallecimiento de un ser querido, pero en realidad hay muchos tipos de pérdida que originan un proceso de duelo: un aborto, una separación, una enfermedad importante, la pérdida del trabajo, del estatus económico, un traslado a otra ciudad o país...
Cada duelo tiene unas características propias que lo hacen más o menos difícil de superar: si la pérdida ha sido inesperada, si hemos sufrido otra pérdida reciente, la red social de la que disponemos... También las personas tenemos diferentes situaciones que marcarán el ritmo el proceso, de forma que es difícil estimar a priori cómo será ese proceso o cuánto durará. La combinación de todos estos factores dará lugar a un duelo "normal" (aquel que, a mayor o menor ritmo, va mostrando una evolución), un duelo complicado (aquel con factores de riesgo para impedir elaborar un duelo "normal") o un duelo patológico (aquel en que el proceso de duelo se ve alterado por la aparición de problemas o trastornos como consumo de drogas o alcohol, depresión, intentos de suicidio...).
El duelo suele dividirse en diferentes etapas, que varían según los autores. Si la pérdida ha sido inesperada, lo más habitual es pasar primero por una fase de incredulidad o de negación, de no aceptar que la pérdida es real. Después es común pasar por una fase en que los sentimientos son muy intensos (rabia, tristeza, culpa...). En la siguiente fase, la intensidad baja, y se empiezan a retomar pequeñas actividades de antes de la pérdida. Finalmente, se recoloca lo perdido en un lugar en que posiblemente nos acompañe toda la vida, pero ya no es tan doloroso e incluso podemos recordar con una sonrisa los buenos momentos. Hay personas que incluso llegan un poco más alla, dando una significación nueva a esa pérdida, agradeciendo el aprendizaje o la situación nueva en la que nos ha permitido situarnos.
Si vamos avanzando en nuestro proceso, por lento que sea, es una buena señal. Pero si estamos bloqueados, si nos sentimos muy desesperanzados, si estamos llevando a cabo conductas de riesgo para nuestra salud... es importante buscar la ayuda de un profesional. El dolor por la pérdida no se puede eliminar de raíz, hay que pasarlo y aprender a vivir sin lo que hemos perdido. Pero el psicólogo puede ayudar a gestionar las emociones, dándonos técnicas y tareas que nos permitan expresar lo que sentimos, librarnos de pensamientos inadecuados, volver a hacer actividades que nos permitan disfrutar de lo que tenemos... En definitiva, que nos permitan recuperar el bienestar con la vida.
Elisabeth Rayo
Psicóloga colegiada nº19555
RB Psicòlegs
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