El goce de la víctima

¿Hay tantas victimas como parece? ¿No estamos abusando de esta categoría? ¿Realmente es beneficioso adquirir el estatuto de victima?

28 ABR 2016 · Última modificación: 26 OCT 2020 · Lectura: min.
¿Existen tantas víctimas como nos enseñan en los medios de comunicación?

Hoy todo pasa por el filtro de lo mediático, los medios determinan lo que triunfa y lo que no, lo que esta bien y lo que está mal, se alardea de la protección del débil, y como consecuencia de esto, presentarse como débil es un camino fructífero para quien quiere obtener algo del Otro. El quejica de siempre, adaptado a los nuevos tiempos. La clave está en el semblante, el postureo, en cómo se dice lo que se dice.

El imperio mediático nos pone como condición algo tan viejo como el imperio romano: "la mujer del Cesar no sólo debe ser decente, sino parecerlo", pero ahora ya no es necesario serlo, es suficiente con aparentarlo.

¿Existen tantas víctimas cómo parece?

Posiblemente por eso, proliferan las víctimas de todo tipo. Se hace imposible dilucidar quién es la víctima y quién el verdugo cuando todos reclaman para sí el papel de víctima.

Lo que la corrección política garantiza a la víctima es el derecho a la compensación, y por ende una atención prioritaria sobre el resto. Antes se decía: "las mujeres y los niños primero" hoy se habla de "atención a las víctimas". Por atención a las víctimas, se imponen órdenes de alejamiento, se ofrecen mejoras sociales, e incluso laborales. Pero recordemos que la condición de víctima se adquiere a menudo con sólo aparentar (o decir) serlo.

Por eso, me harta la paciencia ver cómo siempre hay espabilados que fingen ser víctimas para beneficiarse de privilegios que se han previsto para las que de verdad lo son, sin escrúpulos de perjudicar a alguien que acusan de verdugo. Por ejemplo: los casos en que la mujer denuncia en falso al marido por malos tratos, sabiendo que esto le reportará beneficios en el reparto judicial de los bienes del matrimonio, o los hombres que se declaran víctimas tras maltratar a su pareja.

Pero incluso en los casos en los que con justicia una víctima es protegida, hay algo realmente grave que está sucediendo, es el inconveniente que se presenta cuando una víctima saca excesivo beneficio de su condición. ¿Qué pasa entonces? Que no quiere dejar de ser víctima. Esto es muy grave, sobre todo para el interesado, porque para dejar de ser víctima hay que querer dejar de ser víctima, y esto significa frecuentemente renunciar a un estatus en el que el sujeto está alojado con comodidad.

¿En qué consiste el goce?

¿Qué es el goce?

Esto es lo que el psicoanalista francés Jacques Lacan definió como goce. Es una situación indudablemente dolorosa, indeseada, pero que procura al sujeto un beneficio al que no es capaz de renunciar.

Y de aquí nace una esclavitud, una esclavitud de las peores: las que vienen de dentro. Si la persona no puede renunciar al papel de víctima, será una víctima siempre, y cuando se es una víctima, no se puede ser otras muchas cosas más positivas: no se puede triunfar, disfrutar, relajarse, reír… no se puede ser feliz.

Para los medios, las víctimas dan mucho juego, porque suponen ventas y audiencias aseguradas. Para los políticos, agasajar a las víctimas es un modo de restar apoyos a sus rivales. Pero con cada aplauso que les damos por ser víctimas, con cada acto compasivo, hacemos una invitación a las víctimas a alojarse en ese papel, y les empujamos hacia una horrible cadena perpetua.

Hay situaciones en las que inevitablemente hay personas inocentes perjudicadas. A veces son personas muy débiles, que pueden ser objeto de malvadas intenciones de otros. Es inevitable que haya víctimas. Pero si queremos ayudar, con las heridas del alma, igual que con las del cuerpo, colaboremos a que cicatricen.

Me queda una pregunta pendiente ¿No seremos también culpables de ver víctimas en los otros sólo para tranquilizar nuestra angustia, la angustia que surge al pensar que esa desgracia podía habernos tocado a nosotros? Esta es la paradoja de los seres parlantes: desconocemos qué es lo que realmente nos mueve y por eso nos sorprendemos continuamente al mirarnos en el espejo de nuestros actos. Pero eso es otra historia, y hablaremos de ello en otra ocasión.

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Escrito por

Pedro de la Torre

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Bibliografía

  • Vilariño, M (2018). Psychological Harm in Women Victims of Intimate Partner Violence: Epidemiology and Quantification of Injury in Mental Health Markers. Psychosocial Intervention. https://doi.org/10.5093/pi2018a23
  • APA, (2020). A Matter of Law: Psychologists’ Duty to Protect. American Psychological Association. https://www.apaservices.org/practice/business/legal/professional/duty-protect

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