Hombres que no quieren ser padres

“A los supervivientes de familias apocalípticas” Mas allá del estereotipo, mito o cliché social de un hombre que nunca crece, de un eterno “Peter Pan”, de un hombre infantiloide, inmaduro o

16 SEP 2018 · Lectura: min.
Hombres que no quieren ser padres
"A los supervivientes de familias apocalípticas"

Mas allá del estereotipo, mito o cliché social de un hombre que nunca crece, de un eterno "Peter Pan", de un hombre infantiloide, inmaduro o superficial que no quiere crecer, ni responsabilizarse o que huye del compromiso, o simplemente ante la idea preconcebida de un hombre vividor con aspectos psicopáticos, carente de empatía, pues bien, mas allá de todo esto hay hombres que vienen desde una historia familiar hostil que derrocha discursos depresivos, ausencia de reconocimiento y validación emocional. Nos llegan a la consulta hombres profundos, maduros, con una imagen interiorizada de lo familiar preocupante por lo deficiente y defectual. Son hombres con un gran sufrimiento, totalmente exhaustos y agotados en lo vincular que al límite de sus fuerzas llegan al momento de decidir si tener hijos o no.

En un estado de fatiga psíquica ante la simple idea de la experiencia parental sobreviene la angustia. La relación de pareja se enmaraña en diálogos de sordos sobre tener hijos que convierten la relación en un estado de tensión y angustia.

Este hombre, que aprendió a esconder con vergüenza su deseo, posee un gran temor a la perdida de una frágil estabilidad psicológica y emocional lograda a duras penas tras muchos años de sufrimiento, sentimiento de vacio y abatimiento personal. Ha sobrevivido a su propia familia que aun sigue percutiendo y amenazando ese oasis existencial.

Para aquellos que no pudieron ser hijos el ser padre se convierte un acto heroico, una difícil e incierta tarea cargada de oscuros interrogantes. Esta idea de ser padre vivida no como una ganancia sino como una gran carga psicológica por la responsabilidad que entraña y ante el pánico de las consecuencias negativas anticipadas tanto por las perdidas y renuncias personales que supone esto, porqué no decirlo, y al mismo tiempo, por el miedo y la culpabilidad a no ser los suficientemente bueno como padre, a no valer, a fallar, a la desatención, todo lo cual le lleva a una vivencia dramática ubicada en la antesala de la decisión.

El miedo a la perdida del tiempo para uno mismo no es un acto de egoísmo o de carencia de empatía sino una pulsión de supervivencia inconsciente ya que en ese espacio-tiempo personal se encontró el oxigeno que aportó la estabilidad psicológica en tiempos de guerra emocional.

Se provoca por lo tanto un gran dilema interno en cuanto a "dejarse llevar" por el deseo de la pareja o presentar la batalla del "no a la paternidad". Cualquiera de estos dos caminos suele tener graves consecuencias para la relación de pareja.

Cabe la opción de escuchar comprensivamente y de forma atenta, reconociendo el sufrimiento, rescatar una buena calidad de relación en la pareja, reflotar los aspectos mas sanos de esa persona y favorecer su propia comprensión desde la identificación de sus propias emociones hasta lograr encontrar un espacio interno para poder decidir. Esta decisión debe de ser tomada libremente y no por complacencia o desde el sometimiento, para ello hay que construir desde dentro entendiendo lo que ocurre y con ayuda abrir nuevos caminos.

Dr. Psi. RICARDO BRAVO DE MEDINAPsicólogo Especialista en Psicología Clínica

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