Intervención con familias, niños y adolescentes violentos. Una perspectiva sistémica
Parece haber siempre una desesperanza en todas las conversaciones sobre violencia. Sin embargo, según el último Informe de La Organización Mundial de la Salud (Word Report on Violence and He
La violencia intrafamiliar puede ser de diferentes tipos, unos más visibles que otros, a veces física, a veces emocional y/o psicológica. También puede ser dirigida a diversas personas, de padre/s a hijo/s, de hijo/s a padre/s, entre parejas o hacia las personas mayores. Sin embargo, todo tipo de violencia tiene un componente de control y poder como muestra la Figura 1.
FIGURA 1. Duluth Project: Family Violence Intervention. Control and Power WheelAsí mismo toda violencia intrafamiliar tiene un profundo impacto en todos los miembros que componen el sistema familiar, tanto si la violencia va dirigida a ellos como si son testigos de ésta. Así, por ejemplo:
- -Experiencias tempranas de abuso y abandono por parte de la madre/padre tienen un impacto medible en la neurofisiología del niño, especialmente en la región orbito frontal que es la región cerebral dependiente de la experiencia donde se forman las relaciones de apego. Así puede llegar a "una habilidad limitada de por vida –especialmente bajo condiciones de estrés- de regular la intensidad, frecuencia y duración de los estados negativos de la rabia, el terror y la vergüenza (Karr-Morse & Wiley, 1997)
- -Diversas investigaciones han encontrado numerosos problemas mentales relacionados con la violencia intrafamiliar como un aumento en la depresión, abuso de sustancias, trastornos mentales, conductas antisociales y un incremento de las propias conductas violentas y/o agresivas (Thomas, M. 2006)
- -La familia, y especialmente el apego con nuestros padres, es la base para el desarrollo del sentido de uno mismo; el patrón de nuestras interacciones con los demás, y el pensamiento básico sobre el tipo de mundo en el que vivimos (Potter-Efron, 2005)
- -La violencia intrafamiliar claramente cambia la forma en la que los miembros de una familia se tratan unos a otros, por ejemplo, una persona que está siendo abusada por otra en una relación de pareja, puede ella misma estar abusando de los hijos o no poder y/o saber protegerlos del abuso (Hamel & Nichols, 2006)
- -La violencia intrafamiliar puede ser aprendida y traspasada a la siguiente generación, si el que ha sido abusado se casa con un 'abusador' o abusa de sus hijos (Siegel, 1999). Así, el no querer repetir los mismos patrones violentos que nosotros vivimos en nuestras familias de origen, puede dificultar la educación de nuestros propios hijos. Un ejemplo claro es cuando viniendo de una familia muy autoritaria somos muy permisivos con nuestros hijos porque no queremos que ellos vivan lo que nosotros experimentamos con nuestros padres.
- -La violencia intrafamiliar también cambia la sociedad. Culturas que permiten tácticas abusivas para criar a los hijos o disciplinarlos tienen una mayor probabilidad de ser violentas, totalitarias y bélicas (Miller, 1993; DeMause, 1982)
Para ofrecer una intervención efectiva para atajar la violencia y los efectos profundamente perniciosos de ésta en todo el que está cerca, necesariamente hemos de realizar una evaluación exhaustiva paralelamente y durante la intervención. La evaluación y tratamiento de la violencia están interrelacionados. La violencia intrafamiliar se esconde detrás de la vergüenza, el miedo, la proyección y límites familiares muy rígidos y no podemos tratar lo que no vemos o no conocemos (Thomas, M. 2006). De esta manera si sospechamos que hay abuso debemos evaluar las dinámicas de los conflictos familiares, aunque incluso cuando preguntemos, raramente obtendremos una visión global del problema. Así, tenemos que empezar la terapia sin información o con información limitada, por lo que, en estos casos, siempre ha de trabajarse desde una combinación de evaluación y tratamiento simultáneos si queremos efectividad, lo que es comúnmente conocido en la Terapia Breve Centrada en Soluciones como "signs of safety approach" (Turnell & Edwards, 1999)
Una perspectiva Sistémica del Tratamiento y/o Prevención de la Violencia
Aunque la base de la prevención primaria es en teoría, relativamente sencilla - detener la violencia antes de que se lleve a cabo siempre que sea posible - en realidad es un proceso complejo. Mientras que muchos esfuerzos de prevención de la violencia intrafamiliar se centran en el individuo, educando e informando al maltratador y a la persona en riesgo de ser víctima protegiéndola también, es importante recordar que todo trabajo de prevención ha de tener en cuenta un panorama más amplio, que incluye diferentes sistemas: el de la familia, de las diferentes organizaciones de la comunidad más inmediata donde esa familia se desenvuelve, y los sistemas sociales más generales ya establecidos como son el Sistema Nacional de Salud, Servicios Sociales y el Sistema de Educación, por nombrar solo alguno de ellos. Ningún acto de violencia es causado o prevenido de forma aislada.
En los Servicios Sociales ingleses el Marco de Evaluación sobre el que se asienta todo trabajo con las familias tienen en cuenta tres aspectos fundamentales a tener en cuenta a la hora de evaluar o estipular un plan de acción, bien sea de prevención o intervención: 1) Las Necesidades de Desarrollo del Niño/Adolescente; 2) La Capacidad Parental de los Padres o Cuidadores y 3) Los Factores Familiares y Ambientales. La Figura 2 muestra las diferentes variables que se tienen en cuenta dentro de cada aspecto.
FIGURA 2. MARCO DE EVALUACIÓN PARA EL TRABAJO CON FAMILIAS
Teniendo en cuenta este Marco de Evaluación y el conocimiento de que la violencia es el resultado de la interacción compleja de muchos factores que han de examinarse a diversos niveles (Informe Mundial sobre Violencia y Salud, 2002) es importante considerar los diferentes niveles ie, individual, de relaciones, comunitario y social en el análisis, evaluación, tratamiento y prevención de la violencia en general y de la violencia intrafamiliar más específicamente.
Niveles de Análisis, Evaluación, Tratamiento y Prevención de la Violencia Intrafamiliar.
Lo ideal es que la violencia se afronte siempre desde un esfuerzo conjunto realizado desde diversas intervenciones atajando los diversos factores e implementando una estrategia global de actuación que recoja desde los factores más individuales como por ejemplo la conducta agresiva de un adolescente o el problema de abuso de sustancias de un miembro de la familia, pasando por los aspectos familiares –formas de disciplina en el hogar, creencias sobre la educación de los hijos- hasta los factores más sociales –ser parte de una pandilla callejera, ser refugiado o estatus socioeconómico.
A nivel individual, la historia personal y los factores biológicos influyen en cómo los individuos se comportan y puede aumentar su probabilidad de convertirse en víctima o maltratador. Estos incluyen las experiencias tempranas de desarrollo, las características demográficas (edad, educación, ingresos), psicológicas o trastornos de la personalidad, abuso de sustancias, y un historial de conducta agresiva o de haber experimentado abuso. Los niños pueden estar 'protegidos' de la violencia intrafamiliar, ser testigos de la violencia y/o ser víctimas de ésta. Desde una perspectiva sistémica el individuo se entiende en relación con las personas del entorno y cómo estas relaciones funcionan y dan forma a la experiencia de ese individuo. El entorno más inmediato de un individuo es la familia.
Las relaciones personales, como la familia, los amigos, la pareja y los compañeros pueden influir en el riesgo de convertirse en víctima o perpetrador de la violencia. Por ejemplo, tener amigos violentos puede influir en que una persona joven se involucre o se convierta en una víctima de la violencia. Desde una perspectiva sistémica se tiene en cuenta la complejidad de las dinámicas familiares de las que el niño/adolescente es parte, así como las dinámicas con otras personas significativas en el entorno del niño/adolescente y la familia
Los contextos comunitarios en los que se producen las relaciones sociales, como escuelas, vecindarios y lugares de trabajo, también influyen en la violencia. Los factores de riesgo pueden incluir aquí el nivel de desempleo, la densidad de población, la movilidad y la existencia de un local de la droga o el comercio de armas.
Diferentes Factores sociales influyen en que la violencia se refuerce o se inhiba. Estos incluyen políticas económicas y sociales que mantienen las desigualdades socioeconómicas entre las personas, la disponibilidad de armas, y las normas sociales y culturales como los que alrededor de la dominación masculina sobre la mujer, el dominio de los padres sobre los hijos, y las normas culturales que apoyan la violencia como un método habitual para resolver los conflictos.
En resumen, la violencia intrafamiliar desde un punto de vista sistémico entiende que la familia es un sistema de relaciones que se desenvuelve no solo en una cultura intrafamiliar única sino que incluye prácticamente todos los sectores de nuestra sociedad, tales como educación, salud, gobierno, aplicación de la ley, religión, familia, medios de comunicación, y otras instituciones y factores asociados ie, inmigración, que tienen un efecto sobre el desarrollo de cada uno de los miembros de la familia y en la familia como sistema. Por lo tanto, si todos estos factores están interrelacionados en el individuo y su conducta, tiene sentido que las respuestas eficaces a la violencia intrafamiliar tengan en cuenta estos inter-sistemas que tienen una influencia continua en la vida familiar como muestra la Figura 3. La violencia intrafamiliar no puede entenderse como aislada, sino como una pieza más dentro del gran rompecabezas que son las relaciones humanas.
FIGURA 3. Diferentes Niveles de Sistema en el trabajo con familias
La Postura Terapéutica: Incertidumbre Segura, Curiosidad Informante y Neutralidad Informada
Un componente esencial de primera importancia cuando se trabaja con la violencia intrafamiliar es que los diferentes profesionales implicados con la familia lleven a cabo una evaluación exhaustiva del riesgo para las personas implicadas y pongan en marcha un plan de acción que recoja los requisitos para que cada miembro de la familia esté a salvo. Esta evaluación de riesgo no sirve de nada si no se documenta y se comunica efectivamente.
Así mismo es sumamente importante en estos casos, no solo la relación terapéutica que se establece entre cada miembro de la familia con el terapeuta sino también la de la familia como sistema y el terapeuta. Si una de estas dos faltas, o el perpetrador no toma responsabilidad de sus actos, el trabajo terapéutico se ve negativamente afectado y la intervención no será efectiva. La perspectiva sistémica no se trata solo de técnica, sino que en gran medida está en función del sentido de nosotros mismos como terapeutas, la postura que tomamos como tales y la actitud que mostramos con las personas con las que trabajamos.
Para favorecer una relación terapéutica sana y funcional, además de la obvia confidencialidad dentro del marco de lo posible, el terapeuta ha de alejarse de la certidumbre prematura y "no entender muy rápido la situación". Esto es lo que Mason (1993) llamaba posición de Incertidumbre Segura. Todos estamos de acuerdo y sabemos que la violencia es inaceptable en cualquiera de sus formas, pero cada caso específico es una realidad distinta, la realidad de esa familia en particular. La curiosidad por entender lo que ocurre desde a quien le ocurre, nos lleva a hacer preguntas que de otra manera no se nos ocurrirían porque ya las damos por sabidas lo que provoca que las personas se abran en vez de estar a la defensiva. Esta apertura crea un clima de seguridad terapéutica que permite que las personas sean honestas con nosotros e incluso si deciden no informarnos, el clima terapéutico es distinto. Para que esta seguridad terapéutica pueda crearse es indispensable que la terapia no se vea inundada con los problemas legales o judiciales del caso. Así la colaboración interdisciplinar es sumamente importante ya que permite que sean otros profesionales –trabajador social o de justicia- los que se encargan de asegurar que las normas judiciales (si las hubiera) se cumplan, mientras que nosotros podemos 'hacer terapia' en el sentido más práctico de la palabra. Si la terapia es parte de una orden judicial, en mi experiencia es mejor hablar este dilema con la familia y crear un espacio en el que ellos puedan expresar sus sentimientos sobre esto, de otra manera lo que queda 'no dicho' estará afectando la terapia y adquiriendo un aún más poder que la terapia en sí misma.
Jenkins (1996) afirma que normalmente tratamos con cierta falta de respeto a los que son violentos contra otras personas, al tiempo que esperamos que ellos aprendan a respetar al otro. La 'curiosidad informante y neutralidad informada' nos permite estar más abierto a la información de forma no juiciosa y a escuchar a cada miembro de la familia. Al mismo tiempo favorece el compromiso terapéutico, sobre todo por parte del perpetrador al sentir que también a él se le escucha con respeto (Cavanagh & Lewis, 1996). Desde esta posición de escucha activa se deja espacio para la toma de conciencia y aceptación por parte del perpetrador (explícitamente con la familia presente) de la responsabilidad de sus conductas, al tiempo que ayuda a la/s víctima/s y testigo/s a liberarse de la posible 'culpa', abriendo paso al acuerdo intrafamiliar de nuevos significados, reforzando así conductas alternativas. Ninguna familia es únicamente violenta o disfuncional así que hay que buscar los 'puntos fuertes' y 'excepciones al patrón violento' de la familia y reforzarlos ej. ¿Cómo conseguiste no explotar si estabas tan enfadado el viernes? Estas excepciones contienen soluciones claves y hay que 'hacer terapia' con ellas.
El trabajo con la violencia intrafamiliar en cualquiera de sus formas es sistémico y nunca fácil. Puede haber casos de violencia intrafamiliar que no son tratables (Thomas, 2006) e incluso los que lo son pueden llegar a ser una experiencia muy dura para el terapeuta que ha de aprender a calmar su propia ansiedad y rabia y despojarse de sus propios estereotipos y prejuicios. Como terapeutas tenemos que ser conscientes de lo que podemos hacer y no tratar de 'rescatar' o ''arreglar' estas familias. Y a veces lo que más podremos hacer es sentarnos con mucha serenidad con las familias en medio de su caos, teniendo nuestros límites muy presentes. Por todo esto es de máxima importancia que el terapeuta tenga la posibilidad de acceder periódicamente a sesiones de supervisión y consulta con otro/s profesional/es externo/s al caso donde pueda enriquecer su práctica y lidiar con los posibles sentimientos/pensamientos personales que surgen durante el proceso. La dificultad se complica porque se requiere de un tiempo y ritmo que depende de cada familia y su problemática específica. Además, el tratamiento individual para cada miembro de la familia debe ser paralelo y ajustarse al tipo específico de violencia intrafamiliar. Sobre todo, se requiere del 'querer hacer' por parte de la familia, que muchas veces no se encuentran preparadas para terapia por toda una serie de circunstancias intra-/extra-familiares que absorben su día a día. Sin embargo, para aquellos casos que sí son tratables, los pequeñísimos cambios que pueden producirse en sesión o entre sesiones pueden significar una gran diferencia en sus vidas. Como decía Bateson, "a difference that makes a difference". Como terapeuta, la cuestión es ser capaz de 'introducir' justo la diferencia justa que haga diferencia para 'esa' familia. Y entonces te das cuenta de lo poderoso y sanador que este trabajo también puede llegar a ser.
Como hemos visto, son muchos los contextos a tener en cuenta cuando se trabaja con violencia intrafamiliar. Para los Terapeutas Sistémicos y Familiares en práctica significa mantener una perspectiva sistémica de apertura y trabajar a todos los niveles posibles de las dinámicas familiares. Así también implica estar completamente integrados en una respuesta comunitaria local coordinada hacia la violencia intrafamiliar, ser modesto en cuanto a los resultados terapéuticos conseguidos para favorecer el trabajo multidisciplinar, promover un conocimiento práctico basado en la evidencia a la hora de las intervenciones e integrar lo que es valioso de las diferentes intervenciones para atajar de una manera más eficaz la violencia intrafamiliar (Rivett, 2008). Sin duda, en la lucha para trabajar cada vez mejor contra el sufrimiento que la violencia aporta a niños, adolescentes, hombres y mujeres de todo el mundo, aún queda mucho por escribirse.
Referencias
Carter, B. & McGoldrick, M. (2005) The expanded Family Life Cycle. 3rd Ed. Boston: Allyn & Bacon
Cavanagh, K. & Lewis, R. (1996) Interviewing violent men: challenge or compromise? In K. Cavanagh & V. Cree (eds) Working with violent men. Feminism and Social Work. London: Routledge
DeMause, L. (1982) The evolution of childhood. In Foundations of psychohistory (pp. 1-83) New York: Cretive Roots, Inc.
Department of Health (2000) Framework for the Assessment of Children in Need and Their Families. London: Crown Copyright
Duluth Project on Family Violence Intervention (2008) In the internet www.theduluthmodel.org Duluth Minesota.
Etienne G. Krug, Linda N. Dahlberg, James A Mercy, Anthony B Zwi & Rafael Lozano (2002) World Report on Violence and Health. World Health Organization
Jenkins, A (1996) Moving towards respect: a quest for balance. In C. McClean, M. Carey & C. White (eds) Men´s way of being. Colorado, Oxford: Westview Press.
Karr-Morse, R. & Wiley M.S. (1997) Ghost from the nursery: Tracing the roots of violence (Paperback Ed) New York. Atlantic Monthly Press
Mason, B. (1993) Towards Position of Safe Uncertainty. In Human System: The Journal of Systemic Consultation & Management. Peter Stratton Ed. Vol.4 pp:189-200
Miller, A. (1983) For your own good: Hidden cruelty in child-rearing and the roots of violence. (H. H. Hannuns Trans.) New York: Farras/Strauss/Giroux
Potter-Efron, R.T. (2005) Handbook of anger management: Individual, couple, family and group approaches. NYC. Haworth Clinical Practice Press
Rivett, M (2008) Commentary. Chapters in a book: putting solution-focused practice into context. In Journal of Family Therapy. Blackwell Publishing. Vol. 30 pp:54-59.
Siegel, D.J (1999) The developing mind: How relationships and the brain interact to shape who we are. NYC The Guilford Press
Thomas, M. (2006) Treatment of Family violence: A Systemic Perspective. In Hamels, J. & Nichols, T (eds) Family Approaches to Domestic Violence: A Guide to Gender-Inclusive Research and Treatment. Springer Publishing
Turnell, A. & Edwards, S. (1999) Signs of Safety: A Solution-Focused Approach to Child Protection Case Work. New York & London. W. W. Norton
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