La ansiedad en el cuerpo: Más allá de un buen descanso

La ansiedad a menudo nos juega malas pasadas y un buen descanso parece no resolverlo. Pues, está claro que el descanso es necesario pero no es la cura. Pero ¿y por qué?

9 AGO 2022 · Lectura: min.
La ansiedad en el cuerpo: Más allá de un buen descanso

Mucho se ha escrito e investigado sobre la ansiedad. Quizás también tú has leído gran cantidad de recomendaciones para mitigarla. Aunque lo cierto es que seguimos buscando respuestas externas, acciones compensatorias, o mejor aún soluciones mágicas para mitigar los síntomas y reducir la incómoda ansiedad en el cuerpo. Por cierto, este no es el camino y te contaré por qué.

¿Cómo vivimos hoy?

Si nos preguntamos por qué cada vez más personas sufren de ansiedad elevada y padecen un sin número de trastornos mentales y enfermedades físicas, es sabida la respuesta. Vivimos en un mundo caracterizado por la prisa y la hiperexigencia, las crisis y la incertidumbre. Un mundo donde el deber ser supera al querer ser y donde la productividad es sinónimo de éxito.

Estamos inmersos en un escenario global donde los cambios se precipitan y nos recuerdan que la vida es cambio, aunque no siempre nos guste cambiar. Nos encontramos en tiempos donde sentimos más incertidumbre y es mucho más difícil sentir la tranquila sensación de estabilidad y control. Si a este contexto añadimos formas desfavorables de interpretar las situaciones, conductas que restan salud y predominancia de emociones displacenteras, entonces damos lugar a que se encienda la alarma de la ansiedad. Cuando no la oímos se hace escuchar a través del cuerpo.

El cuerpo y la ansiedad enmascarada

La ansiedad es una emoción que nos prepara para afrontar un evento que interpretamos como peligroso para nuestro cuerpo, nuestra estima, nuestro bienestar. Este estado se dispara por un estímulo externo o interno, en ambos casos depende de cómo interpretamos lo que nos sucede.

La ansiedad, en su justa medida nos prepara para la acción. Cuando se eleva por sobre ciertos límites nos envía una señal de alerta, que es cuando decimos "ahora siento ansiedad o estoy nervioso". Aquí podemos bloquearnos e incluso enfermar.

A menudo, la ansiedad se presenta sigilosa y se va silenciosa. Pero otras veces se queda más de lo que desearíamos. Cuando se instala y permanece en el tiempo va socavando cada parte de nuestra mente y de nuestro cuerpo, como una ladrona del bienestar.

Es bien sabido que la ansiedad puede conformar una psicopatología, por ejemplo trastorno de pánico, fobias, entre otros. Asimismo, sabemos que puede desencadenar enfermedades como la diabetes, colon irritable, úlceras y más.

Cómo afecta la ansiedad en el cuerpo

No obstante, la ansiedad elevada puede presentarse de manera más sutil y casi enmascarada. Se producen cambios corporales de los cuales solo percibimos los que comienzan a cobrar cierto protagonismo en nuestro día. Además de la clara señal de tensión e irritabilidad, la ansiedad puede manifestarse en el cuerpo en un sin número de maneras. Estas son algunas de ellas:

Presta atención a tu cuerpo ¿Qué sientes?

  • Dolor de espalda y cuello. Contracturas.
  • Dolor de cabeza
  • Molestias digestivas. Acidez, pesadez.
  • Palpitaciones, ritmo cardíaco algo más acelerado
  • Incremento en el ritmo respiratorio
  • Aumento de la sudoración que no se debe al clima
  • Cambios de temperatura en manos, pies y cara.
  • Cambios en la musculatura: contracturas, dolores, pequeños temblores
  • Expresión facial tensa.
  • Sequedad en la boca.
  • Sensaciones de mareo, náuseas.
  • Alternaciones en el sueño
  • Alteraciones en la alimentación. Con más o menos apetito.
  • Sensación de sobre esfuerzo. Cansancio físico.
  • Posturas más encorvadas con el pecho más cerrado.
  • Afecciones en la piel: pruritos, alopecia, rosácea, urticarias.
  • Visión borrosa o menor visión de lo habitual.

Presta atención a tus movimientos ¿Qué haces?

  • Inquietud motora. Movimientos repetidos de pies y manos.
  • Morderse las uñas.
  • Manipulación continua de objetos.
  • Movimientos torpes.
  • Comes de a ratos, Fumar, Beber en exceso.
  • Apretar los dientes
  • Caminar más rápido de lo habitual sin motivo.

Presta atención a tu mente ¿Cómo piensas?

  • Pensamiento más rápido de lo habitual.
  • Falta de atención. Olvidos frecuentes
  • Interpretaciones negativas de las situaciones
  • Dudas y dificultades para decidir.
  • Rumiación. Pensamientos reiterados e intrusivos.
  • Pensamientos catastróficos
  • Dificultad para disfrutar. Falta de motivación
  • Preocupación excesiva y contante. Anticipación.
  • No considerarte capaz de resolver problemas

Algunas veces estos síntomas son atribuidos a causas externas como el clima, la situación o el contexto cuando en realidad no son estas sus únicas causas. Es aquí donde se produce una elevada tensión no registrada de manera consciente, la ansiedad enmascarada que podrá convertirse en un verdadero problema.

¿Cuándo es un problema?

La ansiedad en un nivel normal resulta adaptativa, nos ayuda a responder mejor a las demandas de una situación. Mientras que la patológica resulta desadaptativa, nos bloquea y nos impide responder adecuadamente a dichas demandas generando síntomas corporales y hasta conformando enfermedades.

La ansiedad es elevada y sostenida en el tiempo es vivida de diferentes maneras. Hay personas que toman conciencia de este estado y se las ve caminar rápido, morder las uñas, hablar con prisa e irritables. En cambio, otras personas parecen tomar todo con tranquilidad sin percibir la elevada tensión hasta que aparecen los síntomas corporales.

Entonces, ¿cuándo deja de ser adaptativa para convertirse en un problema? El criterio clínico es que la ansiedad sea demasiado intensa, frecuente y que suponga un problema para la persona que la padece limitando la vida normal y el bienestar, en estos casos:

  • Lo que si debes hacer es evaluar las causas de la ansiedad y realizar cambios. Es recomendado contar con ayuda y guía profesional. Hoy en día hay tratamientos efectivos para los avatares que platea la ansiedad.
  • Lo que no debes hacer es normalizar y justificar la ansiedad elevada, ni automedicarte. Tampoco será bueno recurrir a placebos o prácticas paliativas como el descansar más como un remedio a la ansiedad.

Cómo afrontar la ansiedad

Más allá de un buen descanso

Cuando sentimos ansiedad solemos pensar que necesitamos más horas de descanso, un día libre o unas vacaciones. El buen descanso es parte de los hábitos saludables, aunque si lo entiendes como la única acción compensatoria para mitigar la ansiedad estás en el camino incorrecto. Entonces, el descanso no es la cura pero ¿y por qué?

Es sabido que el dormir bien por las noches reduce significativamente la ansiedad y el estrés porque el cuerpo se relaja. En el sueño reparador se segrega la hormona del crecimiento, se consolida la memoria, los músculos se relajan, la respiración y circulación son más lentas, entre muchas otras acciones necesarias que realiza nuestro organismo. Pero si durante día tras día la tensión es excesiva el descanso no resulta suficiente para ajustar tal desequilibrio.

Entonces, podemos convencernos de que el descanso es la solución a la ansiedad pero nuestro cerebro no esta tan de acuerdo con ello. Lo cierto es que el descanso es necesario pero muchas veces no es suficiente.

Los 4 "no" para la ansiedad

A menudo la ansiedad elevada nos indica que estamos viviendo una vida que no queremos y que no nos hace bien. Debes oír su aviso y recuerda:

  • No naturalizar la ansiedad. La ansiedad te entrega un valioso mensaje que dice: "Oye, los ritmos que llevas están desajustados a lo que tu cuerpo y tu mente necesitan para vivir con salud y bienestar".
  • No busques respuestas externas. Debes conocerte y saber las causas que producen el exceso de ansiedad y encontrar el modo para modificarlas e interpretarlas.
  • No utilices el descanso como un paliativo. El buen descanso y las actividades relajantes serán válidas si vienen a sumar momentos positivos y rutinas saludables. Pero no serán válidas si las utilizas como un bastón para compensar los desajuste producidos por una mala forma de actuar y pensar en la vida.
  • No recurras a soluciones mágicas. Las soluciones rápidas y paliativas, con suerte, solo te darán un respiro momentáneo pero si no realizas cambios cualitativos en tu vida la ansiedad será la alarma que te indique que vas por mal camino.

Finalmente, no justifiques el mal vivir. Realiza los cambios necesarios. Acudir a una guía profesional siempre es una buena opción para conocerte y encontrar formas más efectivas de realizar los cambios que necesitas para una vida plena. 

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Escrito por

Sonia E. Rodríguez y Osmar Barberis

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Bibliografía

Bandelow, B., & Michaelis, S. (2022). Epidemiology of anxiety disorders in the 21st century. Dialogues in clinical neuroscience.Chand, S. P., & Marwaha, R. (2022). Anxiety. StatPearls [Internet].Martin, P. (2022). The epidemiology of anxiety disorders: a review. Dialogues in clinical neuroscience.Sarason, I. G., & Spielberger, C. D. (1975). Stress and anxiety: II.Thibaut, F. (2022). Anxiety disorders: a review of current literature. Dialogues in clinical neuroscience.

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