La educación de los pequeños empieza en casa

Tenemos que simplificar las cosas desde la globalidad. Que cada uno haga lo mejor posible lo que sabe hacer, los padres ser padres, los abuelos ser abuelos, y los hijos aprender a ser ellos.

11 ABR 2019 · Lectura: min.
La educación de los pequeños empieza en casa

En estos últimos tiempos, observo una tendencia que deberíamos plantearnos como sociedad. Los gobiernos de turno no se pone de acuerdo en los modelos educativos que han de llevarse a cabo para nuestra juventud: cambios de planes dependiendo del color político de turno y la última tendencia, del ridículo, la especialidad de la psicología infantil y de la adolescencia.

¿Por qué no hablamos claro? La mejor educación de los hijos están en el seno familiar, donde se aprenden los verdaderos valores, en primera persona, y donde el carácter emocional y el significado de las figuras parentales son el referente de la juventud sana.

El respeto a la estructura de familia se gana en el respeto de un padre por su padre, donde el hijo aprende a respetar al abuelo, porque así el día de mañana, ese padre, será tratado de igual forma por su hijo.

Aspirar a que sea la escuela o una sobreespecialización inútil la que guíe y dé los pasos, es un error. Al colegio nuestros hijos van a aprender relaciones sociales adecuadas, a solucionar conflictos entre iguales, a relacionarse como generación futura. No veamos la enseñanza como conocimientos únicamente, también se transmiten millones de aspectos no tangibles, porque cada uno de esos críos, tiene su padre y su madre, la situación familiar que les ha tocado vivir y que vive al salir de clase.

Quien cree que el gobierno, o el profesor va a hacer que nuestro hijo sea un valor en alza está perdido. El valor de nuestro hijo lo aprende en el valor que le dan a sus padres y sus familias.

Está claro que en los tiempos actuales, donde cada vez existen más tipos de familias, también es evidente que cada uno tiene un rol dentro de esa estructura. Debemos tener claro quién es quién en cada momento.

Si nos quejamos de que nuestros hijos no se comunican en casa porque están con el móvil todo el día, ¿quiénes lo pagamos? ¿Quiénes lo compramos? ¿Quiénes les decimos “coge la tablet” para desconectar o hablar con otros? No tenemos derecho a queja después de fomentar y alimentar ese comportamiento en nuestros adolescentes.

El modo de educar en casa es que ellos no llevan el ritmo, pero no por autoridad solamente, sino porque la experiencia en la vida se gana y, por ello, nuestro trabajo como padres es proteger basándonos en nuestra experiencia y dejar que nuestros hijos actúen acorde a valores relativos al amor de la familia no del poder y dinero en la familia.

Que un hijo te quiera por los ratos que vive contigo, por las experiencias propias que vive a tu lado y no por cosas materiales ya que, en algunos casos, manipula a sus padres para obtenerlo.

En conclusión, que cada uno sepa y haga su parte lo mejor que sabe, que los hijos respeten y admitan el sacrificio de cuidarlos día a día, que los padres recuerden lo duro que fue para los abuelos sacarlos adelante en otros tiempos y que el valor real sea el arma en el día a día de la familia.

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Escrito por

Juvenal Ornelas

La carrera profesional de Juvenal es diversa. Ha ejercido en el área laboral durante 12 años en Canarias. También ha trabajado en el ámbito clínico durante 3 años en clínicas privadas. A nivel educativo, lleva más de 5 años y, en la actualidad, compagina la actividad con su consulta propia. Entiende y comprende que la psicología es más que una sola área de actuación.

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