Los educadores deberían observar más a los niños

Empieza el nuevo curso escolar. Las reuniones de profesorado se llenan de currículo, planes, asignaturas, competencias, modelos de evaluación… La información sobre los niños/as de cada tutoría sobrevuela las reuniones, de manera informal. Los educadores van a recibir una gran cantidad de información que irá estableciendo un “mapa” inicial sobre el alumnado que se van a encontrar.

Al otro lado, esperando aún en filas, están ellos y ellas. Por mucho que llevemos años avisando de que las filas son un lugar de conflicto, se mantienen. Durante el curso, muchas riñas comenzarán por lograr el sitio primero, por golpearse con las mochilas: "Yo no me di cuenta, maestro." Cambiar las costumbres, ya avisaba Carlos Lerena, es especialmente difícil en la escuela.

Desde nuestro conocimiento en Ítaca, propongo un momento de pausa. Paren de redactar documentos, acudir a programaciones de editoriales, ceder el protagonismo de lo que va a ocurrir al libro de texto –tema eternamente pendiente de debate- y piensen durante unos minutos.

¿Qué esperan todos esos niños y niñas que alborotados esperan el momento para buscar su sitio en las aulas? No tengo dudas de que esperan “vida”. Momentos que les permitan aprender disfrutando. Sentirse bien.

Ahora quiero que desvíen, si les parece, la mirada hacia otro lugar. ¿En cuántas ocasiones han hablado en estas reuniones de inicio de curso, o hablarán en las posteriores, agobiados por las programaciones, los libros por completar y los objetivos “académicos”, en cómo se sienten sus alumnos/as? 

Planteo algo muy sencillo, aparentemente. ¿Consideran conveniente hacer, al menos, una reunión donde el orden del día señale, únicamente, qué podemos hacer para que niños y niñas se sientan mejor en el cole? La educación emocional no puede consistir en fichas, como la de valores tampoco puede resolverse con los innumerables “días de…”.

Las emociones deberían ser un motivo continuo, un eje, de la cultura de los centros. Niños y niñas más felices estarán mejor preparados para aprender. Sentirse bien es un aprendizaje y, recuerden, sentirse mal, también.

¿Optamos por hacer visible el tema? Esta es mi sugerencia.

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