Papá, mamá, ¿qué hago cuando tengo miedo?

Las dificultades a la hora de gestionar el miedo, es uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos los seres humanos, en especial, los niños.

30 ENE 2019 · Última modificación: 4 FEB 2019 · Lectura: min.
Papá, mamá, ¿qué hago cuando tengo miedo?

"Papa, mama, tengo miedo", frase que preocupa y en muchas ocasiones desborda a padres y madres.

Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de dar respuesta a los más pequeños ante dicha revelación, es:

  • Qué es el miedo
  • Qué función tiene
  • Cómo podemos gestionarlo.

¿Qué es el miedo y que función tiene?

El miedo es una de las emociones básicas y como toda emoción básica, es imprescindible para nuestra supervivencia, y por tanto, su expresión, es extremadamente necesaria en nuestra vida. El miedo nos permite huir de una situación o estímulo potencialmente peligroso.

Pongamos un ejemplo para entender mejor su función:

Imaginemos que vamos conduciendo en una carretera de doble sentido, y de repente, un coche del carril contrario comienza a invadir el carril por el que vamos nosotros. Si esto sucede, en décimas de segundo, se ponen en marcha una serie de cambios fisiológicos en mi organismo que me permitirán reaccionar rápidamente ante está situación, me permitirán pues, salvarnos de ese peligro eminente, es más, la respuesta ante ese peligro es tan potente que cuando vuelva a esa misma carretera, esos mismos cambios fisiológicos vuelvan a producirse, aún en ausencia de ese coche invadiendo tu carril.

¿Por qué los niños tienen miedo a situaciones o estímulos objetivamente neutros o inofensivos?

Al igual que en los adultos, los miedos de los niños tienen siempre, un por qué, una explicación, y no existe una única causa, sino varias. Es decir, un conjunto de factores hacen que a un niño le aterrorice una situación más allá de lo que podría considerarse normal según su proceso de desarrollo. Esto es, es importante tener en cuenta los denominados miedos evolutivos. Así, dependiendo de la etapa evolutiva en la que se encuentre el niño, lo sano es que se produzcan reacciones de miedo ante ciertos estímulos o situaciones.

Los más habituales dependiendo de la edad, son los siguientes:

  • Ruidos fuertes y falta de soporte, la sensación de verse suspendidos. (0 A 6 A MESES)
  • Separación de las figuras de apego, miedo a personas desconocidas. (7 A 12 MESES)
  • Separación de las figuras de apego, personas desconocidas, daño físico. (1 AÑO)
  • Temor a lo desconocido, a los bichos y animales que les puedan dañar, ausencia de figuras de apego, oscuridad. (2 AÑOS)
  • Tienen miedo a la oscuridad, a ciertos animales, a las máscaras; también puede aparecer el temor a objetos desconocidos. (3 AÑOS)
  • Oscuridad, animales, ausencia de figuras de apego, fenómenos naturales como tormentas. (4 AÑOS)
  • A los de la etapa anterior se añade el daño físico o a caerse (5 AÑOS)
  • El miedo a la oscuridad continúa y se matiza; aparece el temor a seres malvados que pueden aparecer en la oscuridad (fantasmas, ladrones, etcétera), miedo al daño físico, a que pueda ocurrir algo a sus figuras de apego, y comienza el temor a la enfermedad. (6 AÑOS)
  • Les da miedo la soledad, personajes y animales de terror, sentirse ridículos ante otros, no ser aceptados, que pueda ocurrir algo malo a los seres queridos… (7-8 AÑOS)
  • Daño físico, falta de aceptación social, miedo a la muerte, a suspender un examen, a ser atacados… (9-12 AÑOS)

Cuando las reacciones de miedo son desproporcionadas y los miedos de cada etapa no son superados, en general, puede deberse a factores genéticos (vulnerabilidad genética), exposición a situaciones o estímulos en los que el niño ha percibido un peligro real, estilos educativos parentales inadecuados, entre otros.

¿Qué podemos hacer para que los niños aprendan a gestionar el miedo?

Es muy importante, transmitir a los niños, adaptándonos siempre a su capacidad, qué es el miedo y que función tiene, ya que esto hará que normalicen esta emoción y acepten que es necesaria sentirla.

El primer paso, es evitar en todo momento desvalorizar el miedo del niño, con frases como "no tienes que tener miedo", "anda ya, hijo, esto es una tontería", ya que el niño entenderá, que no está bien sentir lo que siente y provocaremos el efecto contrario al que queremos, y es que el niño normalice esa emoción. Por ello debemos animar a los niños a identificarla y a expresarla, es lo que llamamos, ayudar a los niños a percibir sus emociones de forma adecuada.

El segundo paso, es ir poco a poco aplicando pautas que le permitan enfrentarse a aquellos estímulos y situaciones que provocan esas reacciones de miedo. Dichas pautas implican trabajar con los pensamientos irracionales que generan en el niño esas respuestas, e ir aplicando técnicas conductuales (exposición gradual, habiendo realizado antes una jerarquía) a la vez que trabajamos con esos pensamientos.

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Escrito por

María Rastrojo Gómez

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