¿Por qué nos alegramos del mal ajeno? Conoce el Shadenfreude

¿Qué es el Shadenfreude? ¿Por qué aparece? ¿Qué es lo que nos lleva a experimentarlo? ¿Cómo podemos evitarlo? Conoce este término y descubre cómo impedir que nos dejemos llevar por él.

18 ENE 2018 · Lectura: min.
Encarni Muñoz Psicoterapia

El término Shadenfreude es un concepto alemán que significa alegría por las desgracias ajenas. Muchas veces la gente se suele alegrar de lo negativo que le sucede a los demás. La típica frase de: "mal de muchos consuelo de tontos" se puede aplicar al Shadenfreude, ya que el hecho de que otras personas sean desgraciadas de una manera similar a la que lo eres tú, hace sentir un cierto alivio. Por ejemplo, imagina que vas a buscar el coche donde lo habías dejado ayer, y en su sitio hay una pegatina de la grúa. En ese momento te sientes airado, enfadado con los de la grúa pero también enfadado contigo mismo por no haber visto el cartel de obra que había en la calle. Llegas al sitio donde está tu coche y mientras esperas a que te atiendan hay una cola en la que escuchas a dos personas más a las cuales les ha pasado lo mismo. En ese momento lo primero que sientes es alivio: "por lo menos no soy el único". La multa sigue siendo la misma y la repercusión de llegar tarde al trabajo también. Y aunque no te sientas del todo bien porque tienes que desembolsar un dinero que no tenías previsto y dar explicaciones a tu jefe, algo de tranquilidad sientes cuando hablas con esas personas y comentas que el cartel no se veía claramente y que vaya faena os han hecho. Además escuchas comentarios sobre los trabajos de las otras personas, sobre como reaccionarán los jefes y te comparas. Y si en esa comparación sales ganando, te sientes mejor "mi jefe es más comprensivo que el de esta chica".

Os explicaré una anécdota personal en la que sentí Shadenfreude. Evidentemente no me enorgullezco, pero es una respuesta casi instintiva del ser humano; te comparas y si sales ganando te sientes mejor, aunque la otra persona salga perjudicada: Recientemente viajé un fin de semana fuera y esperando en el aeropuerto para embarcar en el vuelo de vuelta vi como a unos chicos que había a mi lado les cancelaban el regreso. En ese momento pensé: "menos mal que no ha sido a mí". No me alegré por su desgracia, pero me alegré de que la ruleta no hubiera girado hacia mi suerte y sí hacia otros. No obstante, el alivio me duró poco porque apenas unos minutos después cancelaron mi vuelo. Evidentemente el malestar se apoderó de mí y sentí mucha rabia pero a la vez frustración por no poder hacer nada más que esperar a que nos dijeran algo. En el aeropuerto intercambié unas palabras con unas chicas y casi establecimos una pequeña relación. Luego nos repartieron en diferentes autobuses y las perdí de vista. Al día siguiente cuando volvimos a ir al aeropuerto, me las volví a encontrar y cuando me explicaron donde las alojaron sentí cierta alegría, ya que mi hotel había sido muy superior al suyo. Es una sensación contradictoria porque a la vez me dio pena que no tuvieran la misma suerte que yo, pero me alegré de ser afortunada en este caso.

De hecho, a veces la gente puede llegar a actuar de forma maliciosa única y exclusivamente porque ellos han sido víctimas de algo. Os pondré por ejemplo el bullying. A veces el alumno que sufre el acoso escolar, cuando llega a casa hace lo mismo con su hermano menor. ¿por qué? El Shadenfreude es la respuesta. Si yo no puedo estar bien, que no lo estén los demás.

¿Por qué sentimos Shadenfreude?

Cuando experimentamos esta sensación, nuestro cerebro segrega dopamina, una hormona de la felicidad. Por tanto, aunque racionalmente sintamos pena por los demás, una parte de nosotros se alegra y se siente aliviada de forma química.

Evidentemente mientras más empatía experimentas hacia los demás y más seguro estás de ti mismo, más baja es la sensación de Shadenfreude, ya que este concepto a veces se asocia a una baja autoestima. Si no te salen bien las cosas te sientes mal contigo mismo, pero si a los demás les pasa lo mismo o algo peor, generas una sensación de grupo y tu autoestima aumenta un poco, ya que no te sientes como esa persona patosa o con mala suerte diferente a los demás.

Además, mientras más competitivos somos, más nos alegramos por el mal ajeno. Si somos poco competitivos no tenemos tanto esta necesidad. Si el foco lo tienes puesto en ti y no en los demás, la tendencia es a experimentar menos Shadenfreude, la competición será contigo mismo y no contra los demás.

En otras ocasiones el Shadenfreude se produce por una sensación de justicia divina: "si yo no lo puedo tener, que se jodan los demás". Esta idea va muy de la mano de la envidia. Si sientes que es injusto algo que te ha pasado, te alegras si a otras personas les suceden otras injusticias. Por ejemplo, si estás haciendo cola para conocer a tu cantante preferido y sólo pueden entrar unas pocas personas, cuando te dicen que no puedes entrar te molesta, sientes envidia por los que sí que han entrado y piensas que es injusto que dos personas antes hayan podido entrar y tú no, pero te alegras de que los que van detrás tuyo se queden también sin poder conocerlo. Además, si esas personas que han podido ver a tu cantante favorito de cerca luego ves que no les arranca el coche, en parte te sientes bien y piensas egoístamente que se ha hecho justicia.

¿Qué podemos hacer para no experimentar Shadenfreude?

La sensación inicial de alivio y/o alegría es difícil evitarla porque es una respuesta química del cerebro. Lo que sí que podemos hacer es trabajar para que esas sensaciones no duren demasiado y no nos alegremos por lo malo que le sucede a los demás durante más de unos segundos.

Para ello es fundamental ponerse en el punto de vista de los demás, es decir, trabajar la empatía. ¿Cómo te sentirías tú en su lugar?, ¿cómo te sentirías si los demás se alegraran de lo malo que te sucede?, ¿cómo crees que se puede estar sintiendo esa persona?

Por otra parte, para que se deje de producir esta sensación "maligna" es necesario centrarse en uno mismo y olvidarse un poco de los demás. Es decir, deja de fijarte en lo que le pasa al vecino y fíjate en tus objetivos, tus metas y tus vivencias personales. Trabaja para mejorar tu situación en lugar de consolarte con el mal de los demás. Siguiendo con los refranes, sería algo así como: "no te alegres del mal del vecino que el tuyo viene de camino".

Encarni Muñoz Silva

Psicóloga sanitaria, colegiada nº 16918

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Escrito por

Encarni Muñoz

Encarni Muñoz es psicóloga sanitaria, especializada en adultos y con más de 10 años de experiencia. Realiza terapias individuales y de pareja a partir de una corriente integradora. Su objetivo es dotar a la persona de recursos y ayudar a descubrir los que posee para mejorar su calidad de vida en el mínimo número de sesiones posible.

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Comentarios 1
  • Eduardo Betancourt

    Yo, en lo particular si siento alivio al saber que a alguien le va mal y no solo a mi, pero como dice el articulo, con las personas que siento empatia, me preocupa y quisiera ayudar, a veces hasta dando mas de lo que me doy a mi mismo, asi que es muy raro en mi, a veces creo me preocupo mas de los demas que de mi mismo y eso me molesta.

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