Reflexiones sobre la separación

¿Cómo tomar la descisión de la separación?

Tomar la decisión sobre el final de la relación conyugal es, sin duda, una de las más complicadas. Cuando se llega a este punto es importante tener en cuenta varias cuestiones:

• La decisión está tomada desde la reflexión, la meditación y sobre todo desde la serenidad.
• No se recomienda tomar la decisión tras una pelea, discusión o enfrentamiento.
• La comunicación entre ambos progenitores debe ser sobre todo sincera en todo lo concerniente a motivos y emociones que han llevado a esta decisión.
• Lo ideal es que ambos cónyuges estén de acuerdo con la separación, al igual que con los acuerdos tomados sobre todo en lo que respecta a los hijos (si los tuviesen).

Es necesario entender que todo lo anterior puede ayudar y sobretodo facilitar el tránsito y posterior relación de la "nueva familia" cuando hay hijos en común, porque aunque la separación disuelva un matrimonio, no disuelve una familia ni las responsabilidades que conlleva. Una separación mal resuelta (dolor, etapas o asuntos sin cerrar, sentimientos de traición, celos, desengaños) es casi un factor predictivo indiscutible de complicaciones, conflictos y cargas posteriores a la separación. Esto se traduce en un malestar muy significativo en todos los miembros de esa familia impidiendo y/o dificultando el poder rehacer la vida de ambos cónyuges y la adaptación de los menores a la nueva situación y el nuevo cambio de vida.

¿Cómo gestionar la separación?

Cada vez acuden más familias separadas solicitando ayuda, afectadas por esta mala gestión en la finalización de la vida como pareja. Los adultos somos responsables de las consecuencias de nuestras decisiones, por lo que los miembros de la pareja deben separar sus emociones y asuntos de pareja, de las emociones y asuntos con los hijos. Las parejas separadas tienden a colar y hacer partícipes e incluso instrumentos a los hijos de los conflictos, tensiones y desavenencias de una relación mal terminada y/ o llevada por parte de sus padres, con el agravante de la indefensión, la credulidad y débil personalidad - la cual se está forjando- de los hijos.

No se puede negar que el proceso de separación es muy difícil, pero existen mecanismos y herramientas que pueden facilitar este tránsito, como por ejemplo la mediación, en el caso de que los cónyuges, por sí solos, se viesen incapaces de llegar a un acuerdo. Este sistema ayuda a que ambos cónyuges resuelvan, negocien y pacten en primera persona, el futuro de la familia, de su vida y la de sus hijos.

Estos procesos de acuerdo son complejos, ya que esta situación está cargada de tensiones y emociones tan potentes, que dificultan mucho tener puntos de encuentro en los términos de la disolución y acuerdo de la separación. La mediación, en este caso, se plantea como una alternativa eficaz y reparadora.

Por desgracia, todavía estamos lejos de una "Cultura de mediación". Los ciudadanos necesitan reinterpretar las ideas preestablecidas de lo que significa una separación y que recursos como la mediación pueden ayudar al proceso y sobre todo a terminar las relaciones de una forma transformativa y, de este modo, las relaciones se recuperen desde una nueva perspectiva, siempre sin agresión, desde el respeto y la cordialidad. Este proceso marca y marcará las relaciones que a posteriori se establecerán entre la pareja separada y conformen una "nueva familia" con una mayor facilidad adaptativa. Por esta razón la mediación parece ser una alternativa eficaz y reparadora en temas de separación.

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