Rehabilitación de menores infractores: la intervención psicológica

La psicología destinada a la rehabilitación de menores infractores desarrolla una amplia gama de técnicas y estrategias enfocadas a conseguir su reeducación.

9 FEB 2016 · Lectura: min.
Rehabilitación de menores infractores: la intervención psicológica

Siguiendo las directrices recogidas en la Ley del Menor, para conseguir la reeducación y la rehabilitación social de los menores infractores es necesario el trabajo de un equipo interdisciplinar que lleve a cabo las actuaciones necesarias para tal fin.

Este equipo interdisciplinar está compuesto por un psicólogo, un educador y un trabajador social y, además de evaluar, asesorar e informar sobre las medidas a tomar durante el procedimiento judicial, estudian la evolución de dichas medidas en el seno del proceso de rehabilitación.

Áreas de intervención psicológica

En general los psicólogos determinan dos tipos de conductas: una es la llamada conducta persistente, en la que influyen cuestiones familiares, ambientales o sociales que favorecen el desarrollo de problemas emocionales, conductuales y de salud que, en muchas ocasiones, conducen a actos delictivos; la segunda conducta es la conocida como forma esporádica, y responde a comportamientos propios de la adolescencia, por lo que su tratamiento se apoya en actuaciones puntuales para evitar la repetición de los delitos.

Un trabajo publicado en 2012 por un equipo del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Barcelona explica el tipo de investigación que realizan los psicólogos que trabajan con menores infractores para determinar el tratamiento terapéutico a seguir.

Teniendo en cuenta lo anterior, a la hora de plantear los modelos de reeducación y rehabilitación social, los profesionales se fundamentan en factores de riesgo y de protección. Los primeros engloban todas aquellas peculiaridades personales o circunstanciales que pueden desembocar en la participación del menor en actuaciones delictivas. Los factores de protección, en cambio, valoran aquellos componentes que minimizan esa posibilidad.

Por tanto, los psicólogos trabajan con tres categorías:

  • Riesgos personales, tales como características biológicas y genéticas, factores de personalidad, distorsiones cognitivas, carencia de empatía, conductas precursoras (alcohol, drogas, agresividad), déficit de aprendizaje, etc.
  • Carencias de apoyo social, que se reflejan en el ambiente en el que el menor crece, la familia, el colegio y el entorno social en el que se relaciona.
  • Exposición a oportunidades delictivas. Es decir, aquellas oportunidades que se le presentan a los menores para cometer actos delictivos, como bienes materiales descuidados, ausencia de control, etc.

Tratamiento cognitivo conductual y educación psicosocial

En un informe presentado por el mismo equipo un año antes para el entonces Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad se presenta la psicología cognitivo conductual como la más eficaz a la hora de intervenir en el comportamiento psicosocial de los menores, estableciéndose el Modelo de Riesgo-Necesidades-Responsividad como el más adecuado. Así, los psicólogos evalúan el riesgo de reincidencia del menor, la causa que determina el acto delictivo (necesidad criminogénica) y los factores tanto internos (escasa motivación) como externos (enfoque terapéutico inadecuado) que pueden dificultar el tratamiento.

Con todo ello, se elabora el tipo de intervención a seguir por el equipo, intervención que incluirá, en mayor o menor medida, una serie de objetivos, a saber: mejorar su nivel educativo, destacar capacidades o habilidades que le permitan conseguir y preservar un puesto de trabajo, fomentar la educación psicosocial, minimizar el riesgo de comportamientos asociados al maltrato, la agresión, o el consumo de drogas, promover actividades que favorezcan un ocio sano y saludable y, finalmente, mejorar la comunicación familiar.

Para ello, la terapia psicológica con menores trabaja en centros juveniles y/o comunitarios, desarrollando actividades que fomenten la lectura o el uso sano de las nuevas tecnologías, cursos de formación ocupacional, talleres de reinserción laboral, conferencias sobre violencia de género o xenofobia, terapias para tratar trastornos mentales asociados a las conductas o actos delictivos, programas de mediación que favorezcan una mayor comunicación con la familia por medio de la resolución de conflictos, etc.

Todo ello no hace sino destacar la importancia de la intervención psicológica en el seno de los programas de reinserción y rehabilitación de los menores.

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Escrito por

Raquel Rodríguez

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