Como psicóloga me encuentro habitualmente en ese papel de mostrar a padres y madres que lo que entienden por ser "buenos padres" es en realidad una entrega a los hijos, a veces niños, otros adolescentes, de un poder que no saben manejar y que se acaba volviendo en contra de ellos mismos.
Faetón era hijo de Helios y de la ninfa marina Climene. Cuando Faetón era
joven, su amigo Epafo le dijo que no era hijo del dios del sol y que su madre
le había mentido sobre su origen.
Faetón salió a buscar a su padre y finalmente lo visitó en su reluciente
palacio El dios del sol le dio una cálida bienvenida y Faetón le pidió una
prueba irrefutable de que era su padre. Helios juró por la laguna Estigia que
llevaba al mundo de los muertos que estaba preparado para darle a su hijo lo
que quisiese. Entonces el joven le pidió montar en su cuadriga y recorrer los
cielos durante un día (ver Helios). Helios lamentó haber hecho la promesa,
pero ya no podía dar marcha atrás y sólo le aconsejó tener cuidado, porque se
exponía a sí mismo y al mundo a un gran peligro, ya que sólo Helios -ni
siquiera Zeus- sabía dirigir su cuadriga y los caballos que la llevaban. Pero
Faetón, entusiasmado, no quiso oír a su padre y éste le cedió la cuadriga.
Los cuatro caballos que despedían fuego fueron enjaezados y Helios le pidió
a su hijo que no les dejase correr en exceso, ni volar demasiado bajo o
demasiado alto. Inmediatamente después de partir perdió el control de las
riendas y la cuadriga se desvió, causando el pánico entre las constelaciones
del firmamento. Poco a poco se aproximó a la superficie de la tierra, abrasando
ciudades, países y montañas. Los ríos se secaron, se formaron los desiertos y
la piel de los etíopes se oscureció. Gaya sufrió una dolorosa agonía y pidió
ayuda a Zeus. El rey de los dioses sabía que había que intervenir rápido y
derribó al auriga con uno de sus rayos. El joven fue a parar al río Eridano
-que más tarde sería el Po- y se mató.
El mito de Faetón nos ilustra acerca de un problema actual
importante que es la desorientación de muchos padres en cuanto a su papel como
autoridad (término denostado y que la mayoría de la gente entiende como
autoritarismo) en la familia. Es decir, no saben cómo ser padres. El ejercicio
de la autoridad consiste en saber poner límites que contengan y encaucen los
actos de sus hijos, de forma que cuando el hijo sabe que hay un límite que no
debe traspasar porque habrá consecuencias, el padre muestra al hijo cómo ha de
contenerse a sí mismo. El límite es una protección para el hijo, porque aprende
a ponérselo a sí mismo y así puede ponerse en la posición de encauzar su propia
energía.
No es fácil poner límites a los hijos hoy. Y sí es
habitual encontrarnos con padres que ya no saben qué posición tomar con sus hijos cuando los desafían,
desobedecen, insultan, chantajean...
La mitología es una fuente de
conocimiento tal, así nos lo demuestra Carl Jung con su Psicología Analítica,
que normalmente me basta con contar a esos padres y madres el mito de Faetón
para que comprendan el desequilibrio que se está produciendo en la educación de
sus hijos. Un hijo que no sepa soportar la frustración no puede hacerse
responsable. Antiguamente se respetaba como algo natural la autoridad de los
padres, se consideraba incuestionable. Actualmente hay una gran consfusión
porque los padres no quieren repetir patrones que consideran injustos, y caen
en la posición contraria: No querer ser autoritario y así no perder el amor del
hijo...y es el propio hijo el que se convierte en déspota.
Aprender a ejercer la autoridad
de forma responsable y sin agresividad es la tarea de los padres de hoy, y eso
requiere madurez. Ejercer de padres, aún con los hijos en contra, es hacer
encaje de bolillos hoy en día..... ser capaces de no entrar al trapo de las
provocaciones de los hijos, actuar padre y madre unidos como un equipo, mostrar
la propia madurez y responsabilidad hace que el hijo lo vea y lo aprenda.