martes, 13 de septiembre de 2022

Depresión postvacacional: cómo afrontarla

Ya estamos en septiembre y, la mayoría de las personas, hemos vuelto al trabajo y a las rutinas diarias. Vuelven los horarios, el poco tiempo para disfrutar, el tiempo climático cambia y con él las horas de sol y el otoño empieza a asomar. 

Aunque es una realidad inevitable y bien conocida por todos, el hecho de retomar las obligaciones y todo lo que ello conlleva no siempre es bien llevado por muchos, ya que eso supone entrar en estados de ánimo ansiosos y de estrés. Es entonces cuando, de manera anual, surge el concepto de depresión postvacacional. 

Quizás denominarla así pueda sonar un poco grande y alarmante, ya que si que es verdad que para muchas personas el hecho de volver a la rutina no es agradable por algunos aspectos y suponga un desgaste psíquico y emocional importante, siendo ello similar a una depresión. Cada caso se debe valorar de manera individual, pero por lo general, denominar a este estado de depresivo, en mi opinión personal, puede ser una etiqueta demasiado pesada. 

Hay determinados factores que pueden incrementar el malestar por la vuelta y determinarán el estado de ánimo de cada persona. Estos pueden ser: 

- No sentirse realizado/a en el trabajo

- Estar en una situación laboral complicada que pueda causar ansiedad y/o estrés. 

- Volver a las obligaciones diarias 

- No poder dedicar tanto tiempo a uno/a mismo/a

- Una situación personal difícil

Aquí hay algunos ejemplos pero se podrían añadir otros que puedan acrecentar el malestar de volver a las obligaciones. 

Esta pequeña crisis emocional, en cierta manera, es normal y lógica ya que pasamos de estar tranquilos y ociosos a volver a empezar y el cambio no siempre tiene que ser bien recibido. Si se emplean ciertos recursos que nos puedan ayudar a afrontar los nuevos retos, la adaptación puede ser menos pesada y verse de una manera más óptima. 

Tenemos que pensar, en primer lugar, en cómo enfocamos la vuelta y que pensamientos nos surgen. Estos pueden determinar de manera muy categórica la visión negativa y distorsionada que tenemos y ayudar a que el malestar sea mayor de lo que realmente es. Es decir, nuestra mente, en ocasiones, nos hace ver las cosas mucho peores de lo que son y puede ayudar a que el malestar sea mayor, generando más ansiedad y pensamientos negativos al respecto. Por ello, es aconsejable seguir unas pautas que nos puedan ayudar a mantener una idea más clara de la realidad y no enfocarla de una manera tan negativa. 

Estas pautas son las siguientes: 

- Pensar en positivo. Suena fácil pero se que no lo es tanto. Me refiero a generar pensamientos en positivo y no en negativo. Si nos decimos cosas buenas, estas son las que se centraran en nuestra mente. Si generamos pensamientos negativos, siempre saldrán más que nos harán sentir peor. 

- Analizar los pensamientos. Si estudiamos que estamos pensando, veremos que los pensamientos, a veces, son muy exagerados y se desbocan. Cuando surge la ansiedad es muy probable que genere pensamientos que sean cada vez peores y nos hagan pensar ideas peores a la realidad. Parar y analizarlos nos ayudará a hacer un escrutinio de lo que se ajusta más a la verdad y lo que no. 

- Generar actividades que nos ayuden a desconectar y centrarnos en nosotros. Tendemos a poner el chip de hacer y hacer, pero quizás no hacemos suficiente por nosotros mismos, generándonos poco tiempo de calidad y ayudando que el malestar crezca. Buscar y dedicar tiempo a actividades que nos aporten y que nos hagan sentirnos bien. 

- Programar escapadas o salidas durante el año. Aunque en ocasiones puede resultar difícil, buscar la manera de organizar una escapada o un viaje ayuda a tener la mente centrada en una actividad de relax y tiempo libre, siendo útil para no tener la mirada puesta en la lejanía de las próximas vacaciones. 

Cada uno/a puede adquirir las estrategias que mejor le vayan para capear el temporal y adaptarse lo mejor posible a la rutina diaria, pero lo más importante es que el día no se convierta y lo vivamos cómo algo rutinario y monótono, sino que vivamos cada momento ya que no se repetirá y lo apreciemos como se merece. Todo depende de como enfoques la situación. 


miércoles, 13 de julio de 2022

El autocuidado

El autocuidado se definiría cómo la manera en la que nos cuidamos a nosotros mismos, en cómo nos tratamos y en la manera en la que nos situamos dentro de nuestras prioridades. 

¿Por que es importante saber cuidarnos?. Normalmente vamos en piloto automático, es decir, seguimos las rutinas diarias y nos gestionamos de manera que es muy posible que nos olvidemos de hacer cosas que nos hagan sentir bien con nosotros mismos. 

En muchas ocasiones o, en la mayoría, ponemos el foco en los demás y en su bienestar tanto con hijos, pareja, amigos, familiares, pero ¿y nosotros mismos?. Párate a pensar en lo que has hecho por ti en el día de hoy, ¿Cómo has actuado?¿que momento te has dedicado? ¿Te has sentido bien, realizad@, tranquil@?

Si la respuesta a las preguntas anteriores es un sí rotundo, sabes cuidarte, prestas atención a tu mente y cuerpo y te das tu espacio. Te felicito, porque has sabido salir de la rutina y atender a tus necesidades y TE PRIORIZAS. La importancia de todo esto no sólo radica en hacer cosas por uno mismo, sino en atender a tus necesidades y darles el espacio que se merecen. No es egoísmo, ni nada parecido. Es, simplemente, cuidarte, ya que nadie lo hará mejor que tu. 

Si la respuesta es que no, es momento de cambiar. De darse cuenta que necesitas prestarte atención y cuidarte. No es solo hacer cosas, sino sentirte bien contigo y con tu vida, valorizando tu bienestar y tu equilibrio mental y físico. Cuidarnos requiere de tiempo y, a veces, es difícil encontrarlo dentro de todas las obligaciones del día a día. Búscalo, encuentra esos minutos en los que tu seas tu única prioridad y en los que tengas paz y tranquilidad. 

El autocuidado es mucho más que mirar por uno mismo. Es primar a los demás y también a su bienestar. Si te sientes bien con tu vida y tu espacio en ella, te sentirás bien y eso se reflejará en tu relación con los demás. Es decir, que el trabajo de haces contigo mism@ tiene un doble beneficio: para ti y para tu alrededor. 

Por otro lado, prestarse atención también requiere de atender a como es el trato psicológico que nos damos. ¿Cómo te hablas y te tratas en el día a día? ¿Qué sueles decirte y como lo haces cuando no estás bien? ¿Atiendes a tu voz interior? 

Posiblemente esa voz sea crítica, quizás más que con los demás, exigente y muy dura y, en ciertas ocasiones, te hace estar peor, porque suele ser humillante y muy insistente. Revertir eso también es autocuidado ya que esa voz puede cambiar y ser un agente que nos ayude a estar mejor.  

Aspectos importantes que nos aporta el autocuidado:

- un espacio propio en donde nos damos prioridad

- hacer aquello con lo que te sientes realizad@

- aprender a dedicarnos nuestro tiempo

- autoconocimiento

- ser consciente que no depende de los demás cuidarnos ni nuestro bienestar, que tiene que surgir de nosotros mismos. 

- autogestión

- autonomía

- hablarnos con amabilidad y respecto 

- sentirnos bien con nuestro entorno 

Cuando pensamos en cosas que podemos hacer no hace falta que sean cosas en las que nos gastemos mucho dinero o recursos, simplemente pueden ser aspectos sencillos, como darnos cuidados físicos, leer aquel libro que llevamos atrasando, hacer una maratón de una serie o películas, pasear, relajarnos, cocinar, etc. O, sencillamente, no hacer nada. También pueden ser actividades que nos llenen y se puedan hacer de manera más puntual como viajar, hacer una excursión, y que nos permitan salir de nuestra zona de confort. Esto pueden ser ejemplos de actividades que se pueden realizar y que nos aportan y llenan de bienestar y nos recargan energías, sobre todo anímicas. 

Por último y, no menos importante, el acudir a terapia es un acto de autocuidado ya que hay un proceso interno que nos "mueve" a buscar ayuda y ser conscientes de que somos importantes y valiosos y, a la vez, que, en ocasiones, necesitamos ayuda externa para mejorar y sanar. 

 



jueves, 23 de septiembre de 2021

Iniciar una terapia

Iniciar una terapia puede ser una decisión que, en un principio, puede dar miedo. Explicarle a un desconocido aspectos personales siempre da reparo, ya que hay cosas que casi mejor que nadie sepa. La vergüenza, el pensar cómo va a reaccionar el/la terapeuta, si nos juzgará y más aspectos pueden ser una barrera que no nos permita acceder a una atención profesional que nos va a ayudar. 

Siempre hay una idea detrás que nos frena para iniciar algo. En este caso se trata de los pensamientos que se han creado alrededor de ir al psicólogo/a. Diferentes argumentos influyen, cómo que eso es "para personas que lo necesitan", "yo soy fuerte", "no voy a hablar con un desconocido sobre esto o aquello", "no estoy tan mal" y el argumento estrella, "no estoy loco/a". 

La salud mental es muy importante tanto, o más, que la física, ya que la mente también influye en nuestro bienestar físico y tiene más repercusión de lo que se piensa. Cuidar de nuestra mente no es sólo un esfuerzo sino que debemos hacerlo de igual manera que podemos vigilar lo que comemos, el ejercicio o la vista. Estar bien no sólo no es padecer una depresión, ansiedad en unos momentos determinados o estar triste, sino que es saber gestionar las emociones, gestionar nuestras reacciones, cuidar de nosotros a un nivel más mental y mejorar nuestra autoestima. 

Últimamente se habla mucho de la salud mental, pero es que siempre ha estado ahí. Se ha puesto de moda porque, a nivel global, la situación que estamos viviendo nos a puesto a prueba a todos, sin excepción, y aunque las repercusiones realmente aún no las conocemos a largo plazo, todos nos hemos visto abatidos, desesperanzados, triste, cabreados, y un sinfín de emociones que surgen y cambian cómo en una montaña rusa. 

Las personas famosas han ayudado a "visibilizar" la salud mental ya que muchos han hablado sobre ello, pero debemos dejar de lado los perjuicios y hablar sin tabús ya que es sano, puede ayudarnos y, lo mejor de todo, es que nos une a los demás. 

En los peores momentos que podamos vivir, sentimos que nada nos va a poder ayudar, que no hay un futuro, que no vamos a poder salir del agujero. La desesperanza se apodera de nosotros y lo cubre todo de tal manera que no nos deja ver el camino que nos puede dar luz. 

Acudir a un profesional no es un signo de debilidad, es un acto de amor hacía uno mismo. 

Pide ayuda, no te arrepentirás.    

sábado, 9 de mayo de 2020

Psicoterapia online

Recibir terapia psicológica puede ser un paso difícil por diferentes motivos. 
Ya sea porque no se conoce como es el proceso, así como por las dificultades que se dan por no querer afrontar el problema, el hecho es que no es fácil acudir a recibir sesiones de terapia, también por el tabú que existe sobre este tema. 
El hecho de no conocer a la persona con la que se va a realizar también puede ser un problema. Es normal que sea difícil tener reticencias sobre contar aspectos personales a un desconocido y se piense que nunca se va a poner solucionar el problema o la inquietud que nos aflige. 
Por ello, en el servicio de terapia online, la primera entrevista es gratuita. Porque es importante conocernos y saber con quién se va a iniciar un proceso tan importante. Además también es conveniente que se conozca el proceso así cómo va a ser el trabajo. 
El paciente siempre debe ser la persona que elija que quiere trabajar y con sus tiempos. Es decir, no hay una manera mecánica y apersonal. El tratamiento se amolda al paciente y a sus circunstáncias, por tanto, mi trabajo se adapta a cada caso. El modelo utilizado es integrador, que se traduce en que cada caso se adapta las diferentes técnicas psicológicas a cada situación. 
Por todo ello, te invito a que puedas dar el paso sin compromiso. 


viernes, 8 de mayo de 2020

Distorsiones cognitivas en la depresión ¿Qué son y cómo nos afectan?

Las distorsiones cognitivas son aquellos pensamientos que no se ajustan a la realidad objetiva y que tenemos sobre nosotros, sobre lo que nos pasa y sobre nuestro entorno. Se podría explicar como llevar puestas unas gafas tintadas que nos hacen ver la realidad de una manera diferente a la realidad. Estos pensamientos, en los diferentes trastornos, son los que fomentan que entremos en una dinámica negativa, siendo el resultado más habitual la depresión, aunque la sintomatología de la ansiedad presenta también pensamientos que no siempre se están ajustando a la realidad.

 

La manera en cómo nos hablamos determina cómo nos vamos sintiendo y cómo nos valoramos. Los mensajes positivos hacía nosotros mismos nos motivan para ir hacía adelante, nos generan bienestar y nos preparan para las adversidades que podamos sufrir. El positivismo, ajustado a la realidad, es decir, no desmesurado, nos ayuda a afrontar las dificultades y a verlas con objetividad, hecho que nos sirve para conocer las habilidades de las que disponemos para afrontarlo.

 

Por el contrario, el lenguaje negativo, dañino y pesimista sólo nos fomenta la depresión y la visión oscura tanto del presente como del futuro. Ese mismo lenguaje empieza siendo leve, ocasional pero poco a poco se va instalando en nuestros pensamientos hasta llegar a ser imperceptibles a nuestra consciencia. Con ello no sólo nos tratamos mal sino que no podemos salir del círculo vicioso en el que nos encontramos.

 

¿Cómo identificarlos?

 

Las distorsiones cognitivas son diversas y variables y se identifican sobretodo por el lenguaje que usan y destacan por aparecer en determinadas situaciones, sobretodo en aquellas en las que nos encontramos mal ya sea por un suceso externo o uno interno.

Identificarlas es esencial para poder controlarlas y llegar a eliminarlas.

 

La clasificación es la siguiente:

 

-         Hipergeneralización: es la tendencia propia de las personas depresivas a explicarse ciertas circunstancias a través de palabras como siempre, nunca, nadie, todos….. A raíz de un cierto acontecimiento, se suele pronosticar el futuro a través de estas palabras.

-         Designación global: es la manera en como etiquetamos a las acciones, a las personas o a nosotros mismos. Se corresponde a las ideas rígidas que surgen durante la depresión y que son difíciles de modificar por la misma rigidez que la rige. Se mueven entre la polaridad de bueno- malo, siendo lo segundo lo más frecuente.   

-         Filtro negativo: es la manera en como vemos la realidad fijándonos solamente en aquello negativo. En un suceso determinado, sólo nos centramos en el aspecto que salió mal pero no en el resto que fue bien.

-         Pensamiento polarizado: sería la manera de pensar centrada en dos polos contrarios: bueno – malo. No hay una manera intermedia que pueda explicar la realidad, sino que esta siempre es analizada de manera polarizada.

-         Autoacusación: culparse de todo lo que sucede, ya sea realmente o no culpa de uno mismo. Excusarse continuamente podría ser una manera de autoacusación.  

-         Personalización: todo tiene que ver con uno mismo, como si fueras el centro del universo. Desde esta perspectiva, hay una comparación y con ella sólo salimos perdiendo, ya que nos valoramos a la baja y, siempre, salimos perdiendo. Hay una reacción defensiva con respecto a todo lo que sucede a nuestro alrededor.

-         Lectura de mente: es la manera en cómo pensamos que los demás lo hacen, basándonos en ninguna evidencia que explique este pensamiento. Es decir, como interpretamos las acciones, pensamientos y acciones de los demás, sin que esta interpretación se ajuste a la realidad objetiva.

-         Magnificación/minimización: es la tendencia a magnificar los fracasos y minimizar los éxitos propios. Cuando valoramos los éxitos y los fracasos de los demás somos más realistas y las justificaciones suelen ser más benevolentes que cuando lo hacemos con nosotros mismos.   

-         Adivinación: como su nombre explica, se trata de adivinar que nos deparará el futuro. Anticiparse y hacerlo de manera catastrofista es habitual en la depresión. Se podría describir con la frase: “Si tiene que salir mal, saldrá mal”.

 

Puede haber más distorsiones y pueden que sean diferentes en cada persona, pero hay una serie de pensamientos que se presentan de manera general y que pueden explicar el cómo nos hablamos de cierta manera.    

 

¿Cómo identificarlas y cómo cambiarlas?

 

Para poder actuar, lo primero que debemos hacer es identificar cuáles son los pensamientos que están actuando. Ir anotándolos es importante para poder conocer en que momentos surgen y cómo nos hacen sentir.

Una vez hecho esto, es una buena herramienta hacer una versión más adaptada del pensamiento, es decir, adaptar o cambiar la distorsión cognitiva por un pensamiento que sea más positivo y que se ajuste más a la realidad.

Puede ser difícil cambiar según que pensamientos, más que nada porque están muy arraigados y pueden ser difíciles de identificar ya que son recurrentes y totalmente aceptados. Hacer esta tarea con otra persona puede ayudar a ser más objetivos.

Finalmente, los pensamientos negativos deben cambiarse por unos más adaptativos y estos se tienen que cambiar cada vez que surjan. Es una tarea difícil pero con la práctica puede ser útil para ajustar los pensamientos a la realidad.

martes, 5 de mayo de 2020

¿Qué es este síndrome?

 

El síndrome del impostor es lo que sienten algunas personas, sobretodo en el ámbito laboral, sobre sus capacidades y su valía. Temen ser descubiertas porque ellas mismas no se consideran suficientemente valiosas y se subestiman, dando lugar a diversas repercusiones en su vida, tanto a nivel personal como profesional. Sienten que los demás se darán cuenta de que son engañados y temen ser un fraude, aunque no haya evidencia real de tal engaño.

 

Aunque es un aspecto psicológico poco conocido, este síndrome es muy común y tiende a ser poco expresado por las personas que lo sienten, aunque cuando estos sentimientos se expresan da a lugar a sentirse reconocido por algunos. Aún así, es muy frecuente en personas que son socialmente exitosas. 

 

¿Cuántos tipos de síndromes se distinguen?

 

Hay diferentes tipos de personas que padecen este síndrome y se pueden clasificar en cinco clases. Se podría reconocer algunos aspectos que son característicos de las personas que lo presentan. Aunque no es necesario que surjan los todos, pueden aparecer en mayor o menor grado.

 

-         Perfeccionista: las personas que sufren el síndrome del impostor tienden a ser perfeccionistas. Esta característica es común ya que se sienten inseguras y el hecho de no sentirse totalmente satisfechas con sus resultados hace que siempre estén buscando la perfección, cosa que nunca llega por su falta de confianza.

-         Experto/a: sienten que no son tan expertos cómo los demás los consideran y temen ser descubiertos por su ineficacia. A nivel laboral, el ser considerados por otros cómo expertos en su área hace que les crea ansiedad ante una situación que creen que no podrán solventar, aunque están capacitados.

-         Sobrecarga (superwoman y superman): son personas que creen que deben asumir muchas tareas, actividades y responsabilidades para así trabajar duro por aquello que desean conseguir, aunque esto les afecte tanto física como psicológicamente.

-         Los individualistas: creen que deben hacer su trabajo de manera individual porque si piden ayuda mostraran su poca capacidad y así podrán ser descubiertas como fraudes. Por esto, también se cargan de tareas y de responsabilidades que daña, a la larga, sus relaciones personales como laborales.

-         Las que creen que deben tener un genio natural: creen que trabajar mucho para conseguir algo no los hace valiosos y que no tienen talento natural para ello, así que si no triunfan a la primera se frustran, reafirmando las creencias que les ha llevado a ser así.

 

¿Qué características tienen las personas que presentan este síndrome?

 

El síndrome del impostor se puede presentar en muchas personas con diferentes características de personalidad, que pueden explicar porque se hace presente en unas y en otras no. Asimismo, la historia de vida de cada uno puede ser una fuente de información con respecto a que aspectos personales han dado lugar a su presencia actual.

 

La baja autoestima es una característica muy presente. El hecho de no sentirse suficientemente bueno hace que el esfuerzo sea mayor para no fallar y ser considerado válido por los demás, aunque esta satisfacción de superación nunca se verá satisfecha, porque siempre la evaluación personal tenderá a ser negativa. Existe un sentimiento de poca validez y de comparación con otros, en los que siempre se suele salir perjudicado. Se suele estar atrapado en este círculo de autoexigencia.

 

El esfuerzo y la persistencia en la mejora hace que el reconocimiento exterior sea positivo y halagador, pero a su vez, el reflejo que se recibe da lugar a una retroalimentación del síndrome. Por temor a ser descubierto o por no creerse como los demás lo ven, la persona sigue creyendo en su poca valía, siendo el reconocimiento un reforzador negativo.

 

En muchas ocasiones, no hay un reconocimiento propio y los objetivos o metas alcanzadas suelen ser menospreciadas, buscando explicaciones externas o que no se ajustan a la realidad. Es decir, cuando se logra un objetivo se suele justificar su logro por acciones excepcionales y no por las cualidades propias que objetivamente son las que explican los éxitos.

 

Las vivencias personales y los mensajes recibidos durante la infancia son un buen referente que puede explicar porque aparece este síndrome en algunas personas.

La exigencia de los padres por ser mejores, por destacar o por justificar el sobreesfuerzo es una explicación dado que valoran el hecho de ser mejores aunque ello no nos haga felices. Si uno ha recibido estos mensajes es posible que para no defraudar sienta que debe esforzarse y con ello empiece a sentir que no es lo suficientemente bueno como los demás lo creen.

El hecho de ser valorados por nuestra inteligencia y por los logros que se consiguen con ella, aumentan la idea que uno sólo será aceptado si sigue siendo excelente. Sólo así será reconocido. La presión consigue que surja ansiedad ante la posibilidad de no estar a la altura y, con ello, ser motivo de fraude. El hecho de valorar más los fracasos y no enseñar a gestionarlos así cómo el poco valor que se puede dar a los éxitos, hacen que sea fácil el sentir que no tenemos más valor que nuestras acciones, dejando de lado la parte más emocional y personal. Estaría muy asociado a la cultura del triunfo, que valora más lo que se consigue que por quién eres.

 

Para reconocer si se sufre este síndrome, hay que autoevaluarse sobre los aspectos anteriormente explicados y que creencias están alimentándolo. Analizar objetivamente los éxitos conseguidos y valorarlos positivamente sin caer en una excesiva humildad que no nos deje felicitarnos por ellos. Reconocer nuestros puntos fuertes y nuestras debilidades nos devolverá la objetividad y los recursos propios para solventar las dificultades, siendo el autoconocimiento la mejor herramienta en nuestras manos.

viernes, 24 de abril de 2020

Zona de confort


La vida es un largo camino de aprendizajes y de enseñanzas que nos ayudan a avanzar. Solemos dar pequeños pasos que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Desde pequeños vamos pasando por diferentes etapas, tanto a nivel educativo como emocional y de desarrollo físico.



A nivel físico y evolutivo, los cambios biológicos en ocasiones nos abruman y nos hacen enfrentarnos a una realidad que, en muchas ocasiones, no podemos parar ni cambiar. La adolescencia o el envejecimiento son dos etapas evolutivas que suelen ser difíciles de asimilar, sobretodo por los cambios drásticos que se van dando en el cuerpo.



Respecto a los aprendizajes, son cambios que van formándonos y que nos dan las herramientas para avanzar en la dirección que nos proponemos. Tanto a nivel académico como a nivel social, los cambios ayudan a ir ajustándonos a las nuevas exigencias del entorno.



Todo ello nos reporta una confianza que la denominamos la zona de confort. Esta zona es aquella en la que nos encontramos seguros, ya que lo tenemos todo bajo control. En esta zona sentimos confianza, pisamos en suelo firme y podemos ser nosotros mismos porque tenemos controlado todos los aspectos en los que nos movemos. Mantenerse en esta zona es positivo porque nos ayuda a estar centrados, seguros y nos garantizan estabilidad. Ya sea en la vida laboral como en la personal, el sentimiento de seguridad es importante. Aunque también salir de esta zona puede paralizarnos para poder avanzar, ya que perder la seguridad nos da miedo y nos puede inhibirnos en contra de nuestros intereses.

La vida es un largo camino de aprendizajes y de enseñanzas que nos ayudan a avanzar. Solemos dar pequeños pasos que nos ayudan a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Desde pequeños vamos pasando por diferentes etapas, tanto a nivel educativo como emocional y de desarrollo físico.

A nivel físico y evolutivo, los cambios biológicos en ocasiones nos abruman y nos hacen enfrentarnos a una realidad que, en muchas ocasiones, no podemos parar ni cambiar. La adolescencia o el envejecimiento son dos etapas evolutivas que suelen ser difíciles de asimilar, sobretodo por los cambios drásticos que se van dando en el cuerpo.

Respecto a los aprendizajes, son cambios que van formándonos y que nos dan las herramientas para avanzar en la dirección que nos proponemos. Tanto a nivel académico como a nivel social, los cambios ayudan a ir ajustándonos a las nuevas exigencias del entorno.

Todo ello nos reporta una confianza que la denominamos la zona de confort. Esta zona es aquella en la que nos encontramos seguros, ya que lo tenemos todo bajo control. En esta zona sentimos confianza, pisamos en suelo firme y podemos ser nosotros mismos porque tenemos controlado todos los aspectos en los que nos movemos. Mantenerse en esta zona es positivo porque nos ayuda a estar centrados, seguros y nos garantizan estabilidad. Ya sea en la vida laboral como en la personal, el sentimiento de seguridad es importante. Aunque también salir de esta zona puede paralizarnos para poder avanzar, ya que perder la seguridad nos da miedo y nos puede inhibirnos en contra de nuestros intereses.  


Cuando queremos cambiar, tomar una decisión importante, pretendemos salir de esta zona de confort y entramos en la zona de miedo. Para poder pasar por ella surgen dudas, miedos que pueden paralizar y que no avancemos. Las excusas, las opiniones de los demás o la falta de confianza en nuestras capacidades son barreras que nos pueden impedir dar el paso hacía nuevas experiencias o nuevos retos. No quedarse paralizado por el miedo nos ayudará a poder reevaluarnos y creer en nuestras capacidades, así como en nuestras debilidades.   

El avance nos ayuda a aprender, a superarnos, a enfrentarnos a nuestros miedos fomentando nuestra confianza, reforzando nuestras capacidades y adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades. La experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida nos empuja a ir emprendiendo nuevos retos y a querer avanzar hacía el logro de nuestros sueños. La zona de aprendizaje nos da paso a la zona de crecimiento que es donde nos situamos una vez que nos aventuramos a no ser vencidos por los miedos, las inseguridades y la valoración negativa de los demás.
La zona de confort se va ampliando de manera paulatina a lo largo de nuestro trayecto, pero hay objetivos que nos confrontan más o nos conectan con nuestras inseguridades que pueden ser un handicap para lograr lo que deseemos.

Es importante valorarnos de una manera realista en la que podamos poner los pros y los contras con respecto a las decisiones que tomamos. El miedo y las inseguridades son normales cuando queremos afrontar un nuevo desafío porque nos da miedo lo nuevo y los cambios pueden dar vértigo, pero más miedo da quedarse en la zona de confort y perder posibilidades y nuevos conocimientos.  



Cuando queremos cambiar, tomar una decisión importante, pretendemos salir de esta zona de confort y entramos en la zona de miedo. Para poder pasar por ella surgen dudas, miedos que pueden paralizar y que no avancemos. Las excusas, las opiniones de los demás o la falta de confianza en nuestras capacidades son barreras que nos pueden impedir dar el paso hacía nuevas experiencias o nuevos retos. No quedarse paralizado por el miedo nos ayudará a poder reevaluarnos y creer en nuestras capacidades, así como en nuestras debilidades.   



El avance nos ayuda a aprender, a superarnos, a enfrentarnos a nuestros miedos fomentando nuestra confianza, reforzando nuestras capacidades y adquiriendo nuevos conocimientos y habilidades. La experiencia que vamos adquiriendo a lo largo de la vida nos empuja a ir emprendiendo nuevos retos y a querer avanzar hacía el logro de nuestros sueños. La zona de aprendizaje nos da paso a la zona de crecimiento que es donde nos situamos una vez que nos aventuramos a no ser vencidos por los miedos, las inseguridades y la valoración negativa de los demás.

La zona de confort se va ampliando de manera paulatina a lo largo de nuestro trayecto, pero hay objetivos que nos confrontan más o nos conectan con nuestras inseguridades que pueden ser un handicap para lograr lo que deseemos.



Es importante valorarnos de una manera realista en la que podamos poner los pros y los contras con respecto a las decisiones que tomamos. El miedo y las inseguridades son normales cuando queremos afrontar un nuevo desafío porque nos da miedo lo nuevo y los cambios pueden dar vértigo, pero más miedo da quedarse en la zona de confort y perder posibilidades y nuevos conocimientos.