¿Cada vez más solo?
... y lo peor es que además, cada vez me importa menos. Siento que todo el mundo alrededor corre en círculos, que intentan llamar la atención de los demás a cambio de su ridículo, que se autodestruyen constantemente ocultándose en la ignorancia para negarlo; ignorancia que abunda y se muestra sin pudor en decenas de fotos y publicaciones que colman las redes sociales, que llenan minutos de vídeos que se hacen virales... un buen término para esos que se dejan enfermar.
¿O quizá el enfermo soy yo? Me ha dejado de parecer coherente eso de publicar lo bien que me ha ido el día o la putada que me ha pasado, ¿a quién le importa? Los verdaderos amigos lo averiguan tarde o temprano. Tampoco me interesa ya tanto chatear, me molesta que me hablen cuando estoy escribiendo o cuando estoy jugando algún videojuego para desconectar un rato, incluso cuando estoy aburrido pensando en mis tonterías. O quizá es porque las personas cuyas palabras generan una reacción verdadera en mí son tan escasas que la mayoría no son más que efímeros consuelos. No lo sé, no sé lo que me está pasando.
Antes pululaba por decenas de páginas de conocer gente, pero todos esos perfiles han caído ya en el olvido. Por supuesto no tenía éxito, me costaba hilar conversaciones y saber de qué hablar. Ahora pienso que eso sale solo si hay conexión con la otra persona, pero no conecto con nadie. ¿Será porque no me gusta salir de fiesta ni emborracharme, ni beber ni fumar, ni las drogas, ni ser hipócrita, ni seguir la corriente, ni ser religioso? ¿Será porque cierto día me perdí en el camino y desde entonces no he vuelto a estar despierto, y siempre sueño y apenas camino por el mundo real? Desconozco la respuesta correcta, pero el tiempo no va a esperar que la obtenga.
Lo que sí que es cierto es que la respuesta no es que salga más, que haga más cosas, que me relacione, que se lo cuente a mi familia... Y sé que no es la respuesta porque no me gusta salir a no ser que sea necesario, porque no me atraen muchas cosas que hacer, porque no siento querer relacionarme con la inmensa mayoría de personas, porque mi familia va a darme alguna de las anteriores respuestas.
En fin, no sé qué haré ni cómo acabaré. Admito que tengo miedo al cambio y que me produce ansiedad estar ante un grupo de personas al que tenga que dirigir; tampoco me siento cómodo con las cosas improvisadas e intento ser siempre lo más razonable posible.