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¡Hola, Arlette!
Los resultados que obtendrá un niño a nivel académico van a depender de su capacidad intelectual y de su motivación para el estudio. Un niño con un buen potencial de aprendizaje pero con una baja motivación obtendrá malos resultados académicos, sin embargo, un niño con una capacidad intelectual normal o ligeramente inferior a la media pero con una alta motivación, tendrá más probabilidad de aprobar todos los cursos. Por ello, el nivel de motivación para el estudio es el factor de mayor peso para predecir el rendimiento escolar de un niño.
No obstante, es necesario que tengamos en cuenta una serie de factores, entre ellos, las características del niño (posibles dificultades de aprendizaje). Igualmente, tenemos que preguntarnos cuándo el niño ha dejado de motivarse por los estudios. Si siempre ha estado desmotivado por ir al colegio o ha sido algo reciente. En este último caso, es necesario valorar la existencia de factores externos en el entorno del menor (factores familiares, problemas en el colegio, …). Por otra parte, debemos valorarnos a nosotros mismos como ejemplo de nuestros hijos (¿nos han visto leer y disfrutar de la lectura de un libro alguna vez?). Los niños siempre aprenden más por lo que ven en sus modelos de referencia que por lo que se les dice que tienen que hacer. Acuérdate del dicho: “Haz lo que digo y no lo que hago”. En el caso de los niños esto no suele ser válido. Tenemos que predicar con el ejemplo. Ello implica que tenemos que cambiar algunas de nuestras actitudes y ser capaces de transmitir a nuestros hijos ilusión por lo que hagan, pautas, objetivos y constancia. Estas características tienes que ser visibles en nosotros mismos.
También es muy importante establecer unas pautas para el estudio: siempre en el mismo sitio, con espacio suficiente para tener el material necesario a mano, en una zona silenciosa sin distractores (televisión, ventanas, ruidos, …). La iluminación y la temperatura de la habitación también son importantes. Establecer un tiempo de estudio determinado con sus descansos correspondientes. Especificar las tareas a realizar (matemáticas – al terminar los ejercicios, descansar y escuchar dos canciones de mi grupo favorito; luego sigo con lengua – mismas pautas, …). Al terminar todas las tareas en un tiempo también especificado, se puede dar al niño algo que le guste (ver una película, jugar con la consola con alguno de los padres 30 minutos, salir a jugar al parque, …). Es necesario que por cada tarea se obtenga un premio, pero si no se realiza completamente dentro del tiempo establecido no se da el premio. Para ello, hay que llegar a un acuerdo con el niño y dejar muy claras las tareas que tiene que realizar para conseguir la recompensa. Dejarlo todo por escrito para que establecer un compromiso por ambas partes.
Por la edad de tu hijo, podría ser conveniente que fuese él mismo el que realizase su propio plan de estudios y a partir de dicho plan, vosotros podrías supervisarlo y adaptarlo a su experiencia y a objetivos alcanzables y realistas para evitar frustraciones y la pérdida de motivación. Tener cuidado de no dejar entrever al niño que no confiáis en sus capacidades. La motivación del niño irá aumentando en función de que perciba una cierta autonomía y de que él mismo es capaz de generar el cambio por sí mismo y no por imposición. Es muy importante, que cuando el niño consiga los objetivos se le motive también, socialmente y mostrarle reconocimiento por su esfuerzo y por los resultados obtenidos (notas). Procurar no amenazar (¡ya veremos cuándo vengan las notas!). Ya tenemos establecido de antemano lo que va a pasar y el niño también lo sabe porque habéis acordado lo que va a ganar y lo que va a dejar de ganar.
Por último, si tenéis dificultades para establecer estas pautas, puede ser conveniente que acudáis a un especialista que os ayude y os oriente al respecto.
Un saludo.
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2 respuestas
Si no quiere estudiar, la primera pregunta es saber qué pasa,... porque si no sabemos que le impide hacerlo, ¿cómo motivarlo a hacerlo?
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Buscando lo positivo que tiene para él estudiar, como seguir en el curso con sus amigos, poder demostrarse a sí mismo todo lo que puede hacer, aprender cosas nuevas... Pero quizá sería más importante ver qué le está pasando para que no quiera estudiar, a veces en los niños estos es más importante.
Puede influirle una mala relación con algún amigo o con algún profesor, o alguna preocupación familiar que le dificulte su concentración o su falta de interés. Si se sabe el motivo de la desgana, es posible solventarla no sólo motivando para que siga, sino escuchando las razones por las que no quiere seguir y ayudándole a resolverlas.
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