24 OCT 2025
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Gracias por compartir tu dolor Mila, lo que has vivido, es una experiencia que deja una huella profunda, no solo en el plano emocional, sino también en la forma en que una persona percibe la confianza, la intimidad y el valor de su propia voz. Es totalmente comprensible que hoy sientas una mezcla de incredulidad, tristeza, enfado y desilusión. Has atravesado una relación larga, marcada por la confusión, la ocultación y la sensación de no entender del todo qué estaba ocurriendo. Y además, sentiste que el espacio terapéutico que debía ser un lugar de acompañamiento y claridad no te ofreció la contención que necesitabas.
Es importante reconocer que nada de lo que estás sintiendo es desmedido o exagerado. Cuando se descubre que una pareja mantenía una doble o triple vida, se produce una ruptura de la realidad emocional: todo lo que antes tenía sentido se tambalea. No solo se pierde a la persona, sino también la historia que se construyó con ella. Aparece una sensación de vacío y confusión muy característica de lo que en psicología llamamos trauma relacional: la herida que deja el haber sido vulnerada dentro de un vínculo en el que se había depositado amor y confianza.
Tu reacción es, en realidad, una respuesta muy humana ante una forma de engaño sostenido. Durante años, tu mente trató de dar coherencia a comportamientos que no la tenían, y lo hizo desde la buena fe, intentando entender, sostener y confiar. Eso no te hace ingenua, sino alguien con capacidad de empatía, de compromiso y de esperanza, cualidades que fueron utilizadas en tu contra, pero que siguen siendo profundamente valiosas.
Es también natural que sientas una decepción con la figura del terapeuta. En terapia, depositamos una parte muy íntima de nosotros, esperando que sea un espacio de seguridad y validación. Si esa sensación no se dio, o si el enfoque contribuyó a que desconfiaras de tu propio criterio, es lógico que ahora sientas enojo o frustración. En esos casos, lo esencial es poder elaborar lo ocurrido con un nuevo acompañamiento que te ayude a recuperar la confianza en tu propio juicio emocional.
Desde un punto de vista psicológico, es muy posible que durante años hayas vivido bajo dinámicas de manipulación emocional o gaslighting, donde tu percepción de la realidad fue sistemáticamente puesta en duda. Este tipo de vínculo desgasta profundamente: la mente se fragmenta entre lo que siente y lo que le dicen que debe sentir, entre lo que percibe y lo que se le niega. Por eso, el trabajo terapéutico posterior no se centra tanto en entender al otro, sino en reconstruir tu conexión interna, sanar esa ruptura entre la razón y la intuición.
En este proceso de recuperación hay varios aspectos que pueden ayudarte:
Darte permiso para sentir. No hay emociones “incorrectas” en el duelo. Puedes sentir amor y rabia al mismo tiempo, tristeza y alivio. Todas son válidas.
Validar tu experiencia. Lo que viviste fue real y tuvo un impacto. No necesitas una disculpa externa para reconocerlo.
Reconectar con tu instinto. Poco a poco, podrás volver a confiar en tus percepciones. Tu intuición no te falló: fue silenciada por la manipulación y la confusión.
Trabajar la culpa. No eras responsable del comportamiento del otro. Confiar no fue un error; fue un acto de humanidad.
Reforzar tu red de apoyo. Hablar con personas que te escuchen sin juzgar puede ser un sostén fundamental en esta etapa.
Continuar con el acompañamiento terapéutico. Un proceso enfocado en el trauma relacional, la reparación del apego y la autocompasión puede ayudarte a reconstruir desde un lugar más sólido y consciente.
La recuperación no consiste en volver a ser quien eras antes, sino en integrar lo vivido con compasión y sin que defina tu identidad. Con el tiempo, podrás mirar atrás no solo con dolor, sino también con comprensión hacia ti misma, reconociendo la fuerza que implicó atravesar todo esto y seguir buscando claridad.
Recuerda: no fue falta de inteligencia ni de intuición, sino un exceso de entrega y de confianza en alguien que no supo sostenerla. Y aunque hoy predomine la herida, de esta experiencia puede surgir una versión más conectada contigo misma, más consciente de tus límites y más firme en tus vínculos futuros.
El proceso llevará tiempo, pero sanar es posible. No se trata de olvidar, sino de comprender y liberarte del peso de la culpa, para que la herida deje de doler y empiece a sanar.
Un cordial saludo
Tamara García