El sentido de la rabia

Partiendo de la idea de que cada emoción tiene su razón de ser y que la selección natural las ha preservado para que a día de hoy sigan formando parte de nuestra naturaleza, tiene sentido pararnos a pensar en la utilidad de la rabia. ¿Para qué sirve esta emoción que tiene tan mala prensa? Piensa un momento, antes de continuar leyendo, en qué situación te ha sido útil y para qué.

Imagina que en lugar de una persona fueras otro mamífero, un felino por ejemplo. ¿Qué harías si vieras que tus crías están siendo amenazadas por otro animal? Tu instinto te haría protegerlas, probablemente atacando al depredador. Tu cuerpo se prepararía para el ataque en el momento en que detectaras el peligro y tus sentidos se pondrían en alerta para hacer frente a la situación. En las personas, esa reacción se llama rabia.

La razón de ser de la rabia, por lo tanto, es defendernos a nosotros mismos, a alguien cercano o a un colectivo de un peligro o injusticia.

Más allá de la utilidad de esta emoción, podríamos plantearnos las consecuencias que tiene en nuestra sociedad el mostrar la rabia. El felino que defiende a su camada no recibirá castigo alguno por hacer lo que su instinto le dicta. Las personas, sin embargo, necesitamos medir nuestros actos con el entorno para no pagar un precio demasiado alto en nuestras relaciones.

La respuesta a esta cuestión es única para cada persona y contexto e implica necesariamente encontrar el equilibrio entre respetar nuestro derecho a sentir lo que nuestra naturaleza dispone, despenalizando la rabia como emoción, y aprender a calcular las consecuencias de nuestro actos sobre nosotros mismos y nuestro entorno.

Isa Gutiérrez Gálvez

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