Afrontar situaciones.

Qué factores intervienen en el afrontamiento de una situación y algunos tips para que, desde la autoobservación y el autoconocimiento, que entendamos qué pasa y cómo actuar

1 FEB 2021 · Lectura: min.
Afrontar situaciones.

Como afrontar situaciones

A diario y de forma continua, el ser humano está afrontando situaciones. Muchas de ellas, pasan desapercibidas y no somos conscientes del proceso interior que llevamos a cabo para resolverlas y conseguir determinados resultados, sean los que sean.

Desde la discusión interna cuando suena el despertador entre me quedo un rato más o me levanto inmediatamente, si mantengo mi trabajo, la elección del cole de mi hijo, cómo resolver una deuda económica, tratar un problema con un amigo, y un largo etc.

Así, en cuando afrontamos cualquier situación de nuestras vidas, intervienen varios aspectos:

Yo, la situación en sí y mi interpretación. Cómo trate estos tres aspectos me llevará a iniciar o no acciones para la gestión de la situación hacia el éxito o hacia el fracaso.

YO. Es el sujeto que se expone a una determinada situación con la intención de gestionarla.

Sin intención, no habría afrontamiento ya que pasaría el YO a ser parte de la situación y verse envuelto en las circunstancias y consecuencias. No habría decisión ni responsabilidad en aquello que pasa ni en el resultado final. Puedo entrar en el papel de víctima, lo que me limita cualquier posibilidad que no sea la de la queja que finalmente, no me aporta nada para el resultado que deseo.

Cuando tengo la intención de obtener un resultado, asumo la responsabilidad de que puedo influir en el proceso y en el resultado, buscando soluciones y determinando qué recursos son necesarios, movilizando los que tengo o buscando en mi entorno.

Conforman ese YO la conciencia que tengo que mí, qué sé de mí y cómo me considero, mi pasado, con mi experiencia y mis aprendizajes y mis habilidades y recursos:

Mi autoconcepto: qué sé de mí que es útil para esa situación y cómo me lo digo. Soy capaz, sé, puedo, merezco, etc.

Mi experiencia y aprendizaje: a lo largo de mi vida, qué he ido desarrollando y/o adquiriendo por mí mismo, por observación de otras personas, por formación, por haber vivido situaciones similares, etc. He vivido algo similar en el pasado que me puede servir; esto le paso a mi padre, ¿qué hizo?; en una formación, aprendí que ……

Mis habilidades y mis recursos, naturales, adquiridos y potenciales que me permiten gestionar la situación. Podemos encontrar mil ejemplos de habilidades: comunicación, planificación, negociación, escucha, etc..

La situación

Qué elementos y recursos materiales requiere la situación para ser gestionada, afrontada, solucionada con éxito.

Me refiero a los hechos, a lo puramente objetivo de la situación que se me presente delante.

Por ejemplo, ante la situación: elegir el cole de mis hijos, la situación requiere la evaluación de la facilidad para acudir al centro educativo (distancia, medio de transporte, etc), la calidad de la educación, la consonancia mis valores educativos, etc.

Y mi interpretación de la situación:

Cómo interpreto la situación depende asimismo de:

Mi actitud. Mi predisposición personal ante la situación que me llevará a una acción proactiva, pasiva, etc. Es el filtro a través del cual me autoobservo y calibro la situación.

Todos tenemos una actitud frente a la vida, que forma parte de nuestro carácter. Hay quien tiene actitud optimista, pesimista, derrotista, positiva, de persona mayor, infantil y un largo etc. Seguro que has oído hablar de muchas actitudes frente a la vida.

En el ejemplo anterior, puedo tener actitud pasiva: lo elige el gobierno por las tablas y no puedo hacer nada; actitud proactiva: qué puedo hacer para elegir el mejor cole para mi hijo; actitud derrotista: haga lo que haga, entrará en el cole que no me gusta, etc.

Mi cultura y mi educación: toda la información de mi entorno, familiar, educativo, social, de mi cultura, etc. que sugiere formas de comportamiento, actitudes, etc. comunes en mi entorno.

Si mi entorno es luchador para conseguir algo de lo que está orgulloso será diferente de si mi entorno es pasivo, está en la queja y en el victimismo. Me influye, aunque obviamente, puedo elegir algo diferente.

Mis creencias y juicios. Qué y cómo considero que las cosas son y han de ser, mis marcos de referencia en la vida. Por ejemplo: hay que respetar las leyes, luego me conformaré con lo que me toque; si elijo yo, seguro que me equivoco; la autoridad marca lo que he de hacer y no es posible hacer diferente; yo siempre tengo razón, etc.

Mi interpretación de la situación me llevará a acciones y emociones distintas, y por supuesto, a resultados diferentes. Y aquí está la clave de cómo afronto la situación:

Si entiendo la situación:

  • Como un problema:

Un problema es algo externo a mí que escapa de mi influencia y actuación.

Está presente la emoción de miedo, desconfianza en uno mismo, cierta actitud de fracaso, de pesimismo, etc. No siento que pueda influir; posiblemente, considero soluciones fuera de mi alcance y que requiere unos recursos que no tengo, que no son suficientes en mí o no sé dónde encontrarlos.

Genera inacción, malestar, impotencia, descontrol, etc. incluso bloqueo o parálisis.

  • Como un reto:

Un reto es un desafío del cual me puedo hacer cargo, por lo me activo: busco una solución y pongo en marcha los recursos que tengo o necesito.

Se activan las emociones de desafío, hay una mezcla de rabia y miedo que, orientadas a futuro, me activan a buscar solución y los recursos necesarios tanto propios como ajenos o en el entorno.

  • Como una oportunidad:

Sé quién soy y lo que tengo para afrontar la situación con el éxito esperado, y será un aprendizaje que me hará crecer, sea cual sea el resultado.

Se activan la seguridad en mí, la autoconfianza, la valentía y la certeza de que haré lo que esté en mi mano para conseguir resolver la situación en el sentido que me propongo y sea cual sea el resultado, saldré reforzado por el aprendizaje que ello supone.

Las expectativas

En mi interpretación, entran en juego también mis expectativas. En función de mi autoconcepto, mi experiencia, mis juicios y creencias, elaboro mi idea de cómo va a ser esa situación, a qué estímulos o circunstancias me expondré, cómo movilizaré mis recursos y cómo se resolverá, es decir, el resultado que espero.

El resultado esperado puede ser:

Expectativas de Éxito.

En mi actitud aparecerá la motivación que pondrá en marcha mis recursos, mi receptividad, mi creencia de puedo gestionar la situación y movilizaré las acciones favorables al hacia el resultado que deseo. La expectativa de éxito la identificamos con la actitud positiva, optimista, proactiva, motivada.

Expectativa de Fracaso.

En mi actitud aparecerá el miedo, la frustración, la rabia, etc. que me enfocarán a los recursos que no tengo, activan las creencias limitantes y se limitarán las acciones que me lleven a una solución esperada.

En cualquier caso, puedo estar en la fantasía o en la realidad cuando pienso en el cómo se va a desarrollar la situación y cuál será el resultado.

Y desde la expectativa, actúo.

Si estoy cerca de entender la situación lo más realista posible, estoy calibrando la situación de forma objetiva y puedo determinar qué recursos requiere la situación, cuáles son los factores o circunstancias que se pueden dar, cuáles son los recursos que requiere, etc.

Así puedo evaluar qué soluciones y recursos ésta requiere, y cuales sí tengo para solucionarla con éxito y dónde encontrarlos. Estar en la realidad, en lo objetivo, me acerca al resultado más probable.

Desde la fantasía, puedo perder la objetividad y darle un matiz muy optimista: percibo la situación más fácil de gestionar, interpreto mis recursos más positivamente de lo que son, valoro por encima de la realidad mis creencias sobre mi capacidad, etc. Esta situación me puede llevar al fracaso si no asumo a tiempo que he de cambiar mi conducta, mis recursos

O de otro modo, mi fantasía de fracaso será la profecía del resultado. Donde hay ventajas, veré inconvenientes; me centraré en lo que me falta, me bloquearé para actuar y encontrar posibles soluciones y los recursos que se requieren. Aparecerá el miedo, y la inacción. Y entre tanto, pasará el tiempo y perderé posibilidades valiosas para gestionar la situación.

En las expectativas, entran en juego el deseo y el miedo. Bien mirados, aquello que más miedo me da es aquello que más deseo. Son pues, lo mismo.

Aquello que más me importa, es aquello a lo que temo que ocurra por esa misma razón, porque me importa, porque lo quiero.

Ante todos estos factores, te pregunto ¿Qué es lo peor que puede pasar?

Lo peor de lo peor. Póntelo delante y siente que finalmente, eso ocurre. ¿Qué pasa entonces? Cómo imaginas esa situación? ¿Cómo te percibes a ti y a tu entorno? Entonces, ¿es tan malo como habías pensado?

Y, por otro lado, ¿Qué es lo mejor que puede pasar? Póntelo delante y siente que finalmente, eso ocurre. ¿Qué pasa entonces? ¿Cómo imaginas esa situación? ¿Cómo te percibes a ti y a tu entorno?

Y después de esta reflexión, y apelando a tu responsabilidad sobre todo el proceso, ¿Cuál es tu elección? ¿Cómo eliges afrontar las situaciones?

Tu respuesta te llevará a resultado que tu elijas.

Regina Insa Martínez

Psicóloga - Terapeuta Gestalt - Coach ACTP

Colaboradora de @mundopsicólogos

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Escrito por

Regina Insa

Psicóloga y terapeuta gestalt licenciada por la Universidad de Valencia. Está especializada en la psicología de la salud, la psicología clínica y la psicología organizacional. Cuenta con una larga experiencia en el acompañamiento para el crecimiento personal y profesional.

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