Miedos atávicos: ¿qué son?
Los miedos atávicos nos acompañan desde tiempos inmemoriales.
El miedo es un sentimiento de angustia que afecta a todos los seres humanos. Algunos miedos están provocados por sucesos reales, pero otros son imaginarios e irracionales, los creados por la mente inconsciente, y que pueden provocar episodios de ansiedad de considerable importancia. La mente inconsciente genera relaciones entre imágenes, lugares, olores o situaciones, lo que se conoce como anclajes, al unirlos con otra situación, sensación, o tema negativo. Esta relación no tiene que ser racional, puede ser copiada de una película, una idea que una vez pensamos, una sensación que tuvimos, y quedarse en nosotros.
Unos de estos miedos son los miedos atávicos, ideas que nos perturban que proceden de nuestros antepasados y que, sin saber cómo, perviven con el paso del tiempo generación tras generación. La mayoría de estos miedos son comunes, es decir, los sienten muchas personas sin relación entre ellas. Algunos de ellos pueden limitar nuestra vida. Por eso, para poder controlarlos y superarlos es necesario que sepamos su origen.
Miedo a ser enterrado vivo
Este es un miedo bastante frecuente. Conocido como tapefobia, el origen de este temor tiene que ver con el hallazgo de ataúdes con marcas de arañazos que hacen pensar que la persona cuyos restos estaban dentro de esa caja había sido enterrada viva. ¿Y cómo es esto? Porque la habían dado por muerta cuando no lo estaba, así que esa persona se había despertado cuando ya estaba bajo tierra. Pensar en ello produce una sensación desagradable en el cuerpo; imaginar su desesperación nos provoca pavor. Y no es para menos porque hasta hace un siglo estas cosas sucedían con cierta frecuencia. En la actualidad los avances médicos para confirmar el fallecimiento de una persona y el tiempo que se espera para darle digna sepultura hacen prácticamente imposible que sucedan este tipo de episodios.
Miedo a ser atacados cuando estamos solos
Los seres humanos somos animales sociales. Como muchos mamíferos, tenemos marcado un sentimiento fuerte de pertenencia al grupo porque nos confiere seguridad y fortaleza. Por esa razón, cuando estamos solos a veces sentimos temor, porque nos encontramos lejos de aquellos que pueden defendernos y protegernos. Ello explica por qué cuando estamos en el campo y nos alejamos para hacer nuestras necesidades estamos intranquilos y nos asustamos, porque en ese momento estamos solos y somos más vulnerables al peligro.
Miedo al mal olor
Este es otro temor irracional que sufren algunas personas. El origen hay que buscarlo en la asociación que existía en el pasado entre el mal olor y el veneno. Envenenar a alguien usando la comida era un método muy eficaz para acabar con el enemigo sin dejar huella. Por ello, los reyes y otras personas ilustres solían dar a oler la comida antes de probarla para detectar la presencia de veneno en el plato.
Miedo a ser violada
Entre las mujeres, este miedo es incluso superior al de la propia muerte. El daño físico que provoca una agresión sexual y las consecuencias emocionales de dicha agresión causan pavor en muchas mujeres. La impunidad con la que actúan estos delincuentes y el trauma que provoca la humillación de una violación incrementa más si cabe este temor.
Miedo a la mutilación
Saber que tenemos todas las partes del cuerpo y que estas funcionan nos da seguridad, hace que nos sintamos independientes y fuertes. Por eso, el miedo a perder alguna parte de nuestro cuerpo, como la mano, el pie o una pierna, nos genera inseguridad, nos hace ser vulnerables y dependientes y, lo que es más grave, nos coloca en el punto de mira de las burlas y los desprecios.
Las informaciones publicadas por MundoPsicologos no sustituyen en ningún caso la relación entre el paciente y su psicólogo. MundoPsicologos no hace la apología de ningún tratamiento específico, producto comercial o servicio.
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
¿El miedo a las serpientes es considerado un miedo atávico? ¿No poder soportar ni una imagen en un libro?
Y yo que pensaba que iban a tratar el tema para dar unos trucos a superarlos. Y ha sido todo lo contrario: recordarlos y activarlos. Bienvenida ansiedad, Gracias!