Sobre la Trinidad del Ser

¿Quién soy? ¿Y tú, quién eres? ¿Quiénes somos? E igualmente importante... ¿Somos como creemos ser? ¿Por qué somos como somos? ¿Podemos ser de otra manera? ....

24 MAR 2016 · Última modificación: 29 OCT 2020 · Lectura: min.
¿Qué es la trinidad del ser?

¿En qué consiste la trinidad del ser?

  • Yo esencial: potencialidad para ser actualizada. Destino. Capacidades innatas e inherentes a esta existencia. Conocimiento absoluto. Expresión del alma. Realidad esencial.
  • Inconsciente: límites condicionantes fruto de la experiencia de esta y de las demás vidas. Coacción. Conocimiento profundo. Expresión del cuerpo. Realidad existencial.
  • Ego: coraza, armadura construida por y para la defensa del inconsciente. Autoimagen desvirtuada. Protección del mundo exterior. Conocimiento superficial. Expresión de la mente. Realidad social.

¿Quiénes somos? ¿Quiénes queremos ser? ¿Quiénes podemos ser? ¿Para qué vivimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Existe eso que llamamos "Yo"? ¿Somos libres? La vida es un continuo acontecer de experiencias que nos van formando como personas. Unas nos influyen más que otras y algunas quedan atrapadas dentro de nosotros, en lo más profundo, de modo que condicionarán nuestro día a día cotidiano. Otras pasan tan desapercibidas como el latido de una mariposa o el suspiro de un ángel.

No hay una universalidad en las consecuencias de una experiencia: lo que para unos puede resultar profundamente traumático, puede ni apreciarse en otros. La realidad, las experiencias, son tan subjetivas como individualista es nuestro ego. La percepción que cada uno recibe de una situación viene determinada por su naturaleza y como respuesta a su yo esencial y a su inconsciente. El contenido de éstos, la información que en ellos se encuentra, será la causante de la afección que cada uno padezca o sienta en cada momento.

¿Por qué somos como somos?

Nuestro "yo esencial" es la parte del ser pura e inocente, auténtica y genuina expresión de la divinidad y nexo de unión entre todos los hombres y de éstos con la naturaleza y el universo. Es lo mejor del ser, pero también lo más frágil, aunque indestructible. Se trata de la porción del ser en el que se encuentran las virtudes y talentos en potencia, esperando actualizarse. Es la parte divina del ser, cuya información viene escrita de antemano, en aras a la producción o consecución de una serie de experiencias predeterminadas: el destino en potencia.

Digo frágil, pues es eclipsado, nada más nacer, por el inconsciente. Más tarde será reafirmado este eclipse, por el ego. Pero indestructible, pues no perece, igual que tampoco nace. Es la divinidad encarnada en el vehículo que es el cuerpo. Es la expresión del alma inmortal. Pura esencia que busca su autorrealización, pues la necesita, como experiencia vital. El "yo esencial" necesita ser expresado y ser mostrado.

El "inconsciente" representa los límites existenciales del yo esencial. Es la restricción aprendida, depositada en lo más profundo del ser, a modo de impedimento para la expresión del yo esencial. Es un conocimiento profundo adquirido desde el mismo nacimiento y de lo aprendido en otras vidas. Igual que el yo esencial, transmuta de vida en vida, pero mientras el primero cambia, en función de cada existencia, para completar una serie de pruebas o experiencias, éste tan sólo se amplía, experiencia tras experiencia, vida tras vida, pero permanece esencialmente igual, aunque cada vez con más conocimiento.

Hace los modos de barrera para el yo esencial, como si fuera su protector, aunque sea, de hecho, su carcelero. Las lecciones de la vida han quedado en él fijadas, condicionando las respuestas del ser ante cada acontecimiento, en función del conocimiento adquirido, de modo que responde según patrones preestablecidos a modo de "hábito", pues es bien conocida la consecuencia y, por lo tanto, actúa sobre seguro. Representa la imagen del conocimiento experiencial, expresada en el cuerpo como vehículo del yo esencial. El inconsciente busca la seguridad y la protección y permanece oculto en el ser.

El "ego" es la construcción artificial del inconsciente para su salvaguarda y su perpetuidad, ante los avatares de la vida social. Representa la autoimagen existencial ante una realidad que le es hostil al inconsciente. Es el resultado del conocimiento superficial del quehacer cotidiano que responde a los estímulos externos en aras de la aceptación social.

A modo de protección frente al exterior, el ego es "apariencia", simulación del ser; es el mecanismo de defensa de que se sirve el inconsciente para sentirse seguro, a la par que justifica la coacción del yo esencial, esta vez desde una perspectiva consciente. Es la proyección mental del inconsciente para satisfacer su necesidad de seguridad ante el exterior y la realidad social. Es, en definitiva, lo que los demás ven de uno. Es la expresión fáctica del ser, deconstruido y de carácter artificial.

Esta trinidad del ser, a modo de las capas de una cebolla, muestra la tridimensionalidad de la existencia y la dificultad en lo que venimos a llamar "desarrollo personal". Esta expresión no es más que el intento del ser por reencontrarse a sí mismo. Es la búsqueda que parte del yo esencial, como realidad esencial, por su necesidad de ser expresado y mostrado al exterior, para lo cual deberá recurrir al ego, como expresión de la realidad social.

¿Por qué existen las crisis?

¿Por qué tenemos crisis existenciales?

Al resultado del conflicto que se establece entre esta pretensión del yo esencial y a la manifestación del ego debido al inconsciente preestructurado, lo llamamos "crisis existencial". Es la escenificación de una lucha de poder del propio ser para ser desarrollado en su máxima expresión ante la realidad deformada que él mismo se ha formado. Tanto busca el yo esencial ser expresado, como impedimentos le pone el inconsciente a través del ego, en vistas a su supervivencia.

El ego, pues, es el mecanismo de que se ha servido el ser para su supervivencia en los primeros años de vida, y es el resultado de éstos mismos, a modo de mecanismo de defensa ante la hostilidad y el peligro. Mas deviene en obstáculo en la medida en que representa el primer impedimento para la expresión del yo esencial.

Al estar el ego subyugado a las necesidades del inconsciente, pasa de ser la ayuda del yo esencial ante la realidad social, a ser el impedimento existencial de su expresión esencial. Es por ello que el ser entra en conflicto, el cual se manifiesta de múltiples maneras (enfermedades, somatizaciones, vicios, dependencias, etc).

Para la superación de dicho conflicto, es menester partir del ego, arma de la cual se servirá el ser, para poder profundizar en el océano incognoscido del inconsciente: auténtico detentor de las llaves que abren la puerta al yo esencial. El inconsciente, como configuración existencial de la multiplicidad de experiencias recibidas, está entrenado para actuar y responder de cierta manera, fruto de esa experiencia adquirida. Respuestas necesarias ante los estímulos externos dado un aprendizaje profundo, con lo cual el único modo de liberar al yo esencial, es a través de la reconfiguración de su guardián, el inconsciente.

Al modo del padre que condiciona a su hijo a actuar de cierta manera negándole la posibilidad de expresarse plenamente, con la excusa de su mayor conocimiento sobre la vida, en vistas a su protección y a lo mejor para él, así actúa el inconsciente frente al yo esencial: refrena su potencialidad para protegerlo del mundo que conoce, impidiéndole esa expresión que tanto necesita para su autorrealización.

Mas esta necesidad no puede ser reprimida, de modo que no queda más opción que permitirle "ser", para lo cual habrá que mostrarle al inconsciente el daño que para el yo esencial significa ser coartado; y para todo el ser. Así, lo que en un principio era una protección, se convierte en un impedimento que hay que salvar. Y lo que fuera una necesidad vital (la autoprotección), deviene en una deficiencia esencial (negación de la autoexpresión).

A través del ego nos damos cuenta de esta necesidad y de esta carencia. Lo cual nos conduce a tratar directamente con el inconsciente. La autoimagen "ego", símbolo de protección del inconsciente, proyecta la necesidad del yo esencial en la realidad, lo que le hace entrar en conflicto (crisis existencial). Del malestar resultante, se percata el ego de la necesidad de remitir al inconsciente esta lucha, lugar en el cual ésta se manifiesta. De las batallas libradas en el inconsciente se hace uno consciente mediante su expresión en el cuerpo, vehículo de manifestación del inconsciente.

Por todo ello, es a través del ego que nos damos cuenta del problema, y acudimos al siguiente nivel, que es el inconsciente. Llegados a este punto, el ego ha perdido ya su poder, pues recordemos que no es más que la autoimagen del inconsciente ante la realidad social. Ahora, el nuevo obstáculo para el yo esencial es el propio inconsciente, con el cual no se puede lidiar ni a través del ego ni de la mente consciente (el ego es la expresión de la mente consciente en la realidad social).

La profundidad y la fuerza con la que el inconsciente defiende lo que ha aprehendido a lo largo de vidas y vidas no es algo a lo que se pueda influir desde la mera conciencia; precisamente, porque está más allá de ella. Para ello, igual que para romper un vaso de cristal mediante una honda vibratoria, se debe recurrir, hay que ir y encontrar su "nivel vibracional" para librar la batalla en su territorio y ganarla con sus mismas armas.

Alcanzada la "honda" adecuada, el inconsciente se torna tan vulnerable como el cristal, de modo que "aumentando la potencia" de la vibración, el cristal acaba rompiéndose. Así es como debe ser lidiado el conflicto: abrir la puerta a la dimensión del inconsciente, conectar con su honda, e insuflarle nueva información que le ayude a reprogramarse para desaprender lo aprendido y dejar así de proteger y coartar al yo esencial, el cual estará ya listo para salir y expresarse, en beneficio tanto del inconsciente como del ego, en la medida en que los tres conforman al ser.

Al reprogramar el inconsciente, por defecto, al ser el ego su autoimagen, también éste cambia y se adapta al nuevo constructo inconsciente, el cual no es ya ese escudo protector del yo esencial, sino el yo esencial mismo. Una vez derribadas las barreras del inconsciente, el yo social o ego no es más que la pura representación social del yo esencial. Es auténtico en su esencia y en su expresión.

Se trata, en suma, de un proceso bidireccional que empieza en el ego, pasa por el inconsciente para llegar al yo esencial, para luego, del yo esencial, subir hacia arriba, reformulado ya todo, reconvirtiendo el inconsciente y, como consecuencia, también el ego.

La importancia del cambio

¿Por qué es importante cambiar?

En este proceso vemos distintos aspectos de la libertad que entran en juego. Siendo la libertad plena la pura manifestación del yo esencial en su máxima expresión, todo lo anterior es, a lo sumo, una pseudo libertad o "libertad coartada" o "condicionada", pues a pesar de que en todo momento tomamos decisiones y elegimos de entre varias opciones una (la que nos parece más conveniente o adecuada), no es esta una auténtica libertad, en la medida en que estamos atrapados en nosotros mismos, en esa lucha existencial entre el yo esencial y el inconsciente.

La libertad implica liberarse de uno mismo; y liberarse de uno mismo significa eliminar los nudos y trabas internas que el inconsciente se ha creado como protección para el yo esencial. Hasta que esto no sea llevado a cabo, toda libertad no es sino libertad aparente y ésta no es más que el resultado de respuestas arquetípicas ante los estímulos externos, de modo que aunque parezca que realmente se elige, de hecho tan sólo se reacciona a respuestas predeterminadas ¡por uno mismo!

Mas este ejercicio de libertad aparente, igual que el ego, es el primer mecanismo que tiene el ser para su liberación, de modo que deviene necesario en la medida en que es a través de él que puede uno cuestionarse el funcionamiento vital del inconsciente. A través del ejercicio de la libertad aparente, puede uno llegar a la libertad total. Y es aquí donde entra en juego la práctica de la voluntad, pues recorrer este camino es tan duro y penoso, como grande es la recompensa final.

Tanto más duro resulta, cuanto más férreo es el inconsciente y más reticente es al cambio. Pero durante este ejercicio, igual que en los gimnastas al prepararse para los juegos olímpicos, desarrolla uno la fortaleza, la templanza y la paciencia necesarias para poder, una vez superado, expresar pura y llanamente su yo esencial y llevarlo a su máxima actualización.

Así, dada la bidireccionalidad del proceso, lo que en su origen fuera autoprotección, se convierte luego en cárcel, para acabar siendo, al final, el mejor de los aliados, pues tanta ayuda prestará entonces el inconsciente al yo esencial, como trabas había puesto antes a su autoexpresión. A través del nuevo ego, dada la nueva autoimgen que el inconsciente tendrá de sí mismo, en lugar de reprimir al yo esencial lo que hará será potenciarlo y ayudarlo a expresarlo. Llegados aquí, el ser es libre por primera vez en su vida, al menos en esta existencia. Ahora es actualidad potencial y potencialidad actualizada. Es.

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Bibliografía

  • American Psychological Association. (2013). How to help in an emotional crisis. http://www.apa.org/topics/help-emotional-crisis
  • USA, (2020). Personal Crisis. University of South Australia. https://i.unisa.edu.au/students/student-support-services/wellbeing-at-unisa/healthy-mind/personal-crisis/

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