El trastorno de evitación experiencial: Cuando sufrir da miedo

¿Sabes en qué consiste el trastorno de evitación experiencial? Descubre si realmente te esta causando estragos el sufrimiento y cómo afrontarlo a través de métodos psicológicos.

25 FEB 2021 · Lectura: min.
¿Qué es el trastorno de evitación experiencial?

El sufrimiento forma parte de la existencia humana. No podemos evitarlo. Está presente a lo largo de nuestra vida de diferentes formas, así como el amor, la muerte, la tristeza o el odio. Sin embargo, no todas las personas son capaces de aceptar esta realidad. Hay quien lucha desesperadamente por mitigar el sufrimiento que siente, quien corre para tratar de que no lo alcance y quien lo niega a pesar de estar experimentándolo. De alguna manera, su intención es escapar de la experiencia de sufrir, lo que no saben es que justamente sus formas de actuar pueden provocar lo contrario: un aumento de su sufrimiento a largo plazo. Se trata de personas que pueden estar experimentando el trastorno de evitación experiencial (TEE). Profundicemos.

¿Qué es el trastorno de evitación experiencial?

El trastorno de evitación experiencial tiene su origen en la terapia de aceptación y compromiso (ACT), un modelo terapéutico que rechaza los tradicionales sistemas de clasificación diagnóstica porque considera a la conducta y su función en el contexto como los únicos elementos de análisis y acción. Así, la concepción de psicopatología desde ACT se corresponde con el trastorno de evitación experiencial. El TEE es un patrón conductual inflexible, es decir, son comportamientos que se ponen en marcha caracterizados por una gran rigidez y con un objetivo: evitar el sufrimiento a toda costa y a todos los niveles.

Esto implica no solo la evitación del malestar generado por pensamientos y emociones, sino también los intentos de control de las situaciones que pueden llegar a causarlo. En un principio la regla de evitación parece funcionar porque a corto plazo produce un alivio del malestar, pero a la larga no permite llegar a sentirse bien. Así, esta forma de actuar está muy lejos de solucionar y aliviar el sufrimiento, por lo que se convierte en el problema.

Por lo tanto, el trastorno de evitación experiencial está presente cuando una persona no está dispuesta a contactar con las experiencias privadas abusivas que experimenta (ya sean sensaciones, estados, pensamientos o predisposiciones conductuales) e intenta alterarlas o evitar y escapar de ellas.

Ahora bien, es importante aclarar que esto es una respuesta normal, todos de alguna manera la llevamos a cabo. El problema se encuentra cuando aparece la rigidez, la cual se manifiesta en pensamiento del tipo “tengo que estar bien para poder hacer …”, “sentir emociones negativas o malestar es terrible”, “no soporto estar mal, quiero que esto acabe ya”, “necesito sentirme feliz para estudiar, volver al trabajo o …”, es decir, cuando los pensamientos llevan a la creencia de que es necesario controlar el malestar de forma rápida, sencilla y por supuesto eficaz para sentirse bien. Lo que lleva a un alivio momentáneo, a poner parches a las emociones, pero al retorno del sufrimiento con más fuerza y a una limitación de la día a día.

¿Por qué evitamos el malestar?

La evitación del malestar

Ahora bien, ¿Por qué ese interés persistente en huir del malestar? ¿Qué hay detrás de este tipo de conductas? Si bien la inflexibilidad psicológica es uno de los aspectos determinantes también lo es el contexto en el que nos encontramos y los mensajes que diariamente nos envuelven.

La inflexibilidad psicológica porque implica la idea de “sentirse bien para vivir bien” y como consecuencia la evitación o control del malestar porque “si me siento mal, no podré vivir bien”. O lo que es lo mismo la no aceptación de cómo uno se siente cuando se encuentra mal y un empeño continuo en luchar contra ello. Lo que conlleva a un aumento del sufrimiento y a un empobrecimiento de reforzadores, premios y actitudes y actividades que producen bienestar.

El contexto actual porque en él predomina la tiranía de la felicidad, esa que nos demanda ser feliz siempre y a todo costa y que la marca como nuestro único objetivo de vida. Y que además influye en que el malestar sea visto como algo anormal, negativo e inapropiado. Las consecuencias de esto es un gran número de personas sumergidas en esa búsqueda de sentirse bien para vivir bien, el rechazo al sufrimiento y un estilo predominantemente hedonista que las aleja de sus valores.

¿Cuál es el tratamiento del trastorno de evitación experiencial?

Tratamiento del trastorno de evitación experiencial

El tratamiento del trastorno de evitación experiencial implica en primer lugar la aceptación de que el sufrimiento forma parte de la vida. Ahora bien, esto no implica que hay que sufrir por sufrir, sino en ser consciente de que simplemente por el hecho de estar vivos podemos sufrir.

Es fundamental estar dispuestos a abrazar a nuestras emociones y sentimientos, a pesar de que no sean agradables. Pues es cierto experimentar ansiedad no es placentero, al igual que sentir tristeza, pero experimentarlas no es malo en sí mismo, solo poco apetecible y desagradable.

Por otro lado, es conveniente clarificar cuáles son nuestros valores y metas personales. Porque si somos conscientes de ellos, sabremos hacia dónde dirigirnos, a pesar de cómo nos sintamos. Es decir, lo que sentimos no tiene que limitarnos, tenemos que aceptarlo, pero no distraernos con ellos ni con una lucha por exterminarlos. Al final las emociones están ahí, en nuestro día a día, es imposible que nos deshagamos de ellas, pero si sabemos lo que queremos, será mucho más fácil actuar de acuerdo a ello que hacia el sufrimiento inmediato. Quizás la clave esté en “vivir bien para sentirse bien” y no en lo contrario.

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Escrito por

Gema Sánchez Cuevas

Licenciada en psicología por la Universidad de Salamanca. Máster en Investigación en Psicología y en psicología clínica. Colaboradora en la Asociación Extremeña de Familiares Afectados por Trastornos de Personalidad. Actualmente es profesora colaboradora en la Universidad Internacional de Valencia. Su objetivo es ayudar al bienestar emocional de sus pacientes.

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Bibliografía

  • Kelly G. Wilson, M. Carmen Luciano Soriano. Terapia de aceptación y compromiso (ACT). Madrid. Pirámide.
  • Luoma, J. B., Hayes, S. C., & Walser, R. D. (2007). Learning ACT: An acceptance and commitment therapy skills-training manual for therapists. Oakland, CA, US: New Harbinger Publications
  • Ruiz, M.A., Díaz, M. I., Villalobos, A. (2012). Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer, S.A

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